127 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLos profetas de Israel (XIV) – Miqueas (5)

Tú, enemiga mía, no te alegres de mí, porque aunque caí, me levantaré; aunque more en tinieblas, YHVH será mi luz. La ira de YHVH soportaré, porque pequé contra él, hasta que juzgue mi causa y haga mi justicia; él me sacará a luz; veré su justicia (Miqueas 7:8,9)

         Los profetas de Israel anuncian juicio y restauración. Una y otra vez son enviados por el Señor a su pueblo para que este regrese de sus malos caminos. Israel es la nación más expuesta en su condición de pueblo del pacto. También es el que tiene la historia más antigua. No hay otra nación en la actualidad que tenga una historia más conocida y extensa.

La Biblia es un libro mundialmente conocido y en él se exponen las características de este pueblo, en sus luces y sombras. Algunos enfatizan su lado oscuro, otros prefieren ver sus privilegios; los profetas vieron ambas partes. Los enemigos de Israel se alegran con los juicios de Dios sobre la nación, olvidando que todos compareceremos ante el tribunal de justicia divina. Se ensañan sobre los judíos y sus desgracias remarcadas por la historia, sin tener en cuenta otra parte del mensaje de los profetas, su restauración.

La causa de Israel será atendida y todas las naciones serán juzgadas por el trato que le han dado. Por ello, el antisemitismo o antisionismo será un baldón para los pueblos. Miqueas lo anuncia. Las naciones verán, y se avergonzarán de todo su poderío; pondrán la mano sobre su boca, ensordecerán sus oídos… se volverán amedrentados ante YHVH nuestro Dios, y temerán a causa de ti (7:16,17). Y todo ello porque hay un día de gracia, misericordia y perdón para Israel.

El Señor volverá a tener misericordia de su pueblo, sepultará sus iniquidades, y las echará en lo profundo del mar (7:19). Miqueas concluye su mensaje con estas palabras: Cumplirás la verdad a Jacob, y a Abraham la misericordia, que juraste a nuestros padres desde tiempos antiguos (7:20). Su palabra, las palabras del pacto con Abraham, nunca pasarán. El cielo y la tierra sí, pero sus palabras, no. Nuestro profeta acaba su testimonio a Israel con el cumplimiento de la palabra anunciada desde tiempos antiguos.

La soledad de Israel entre las naciones habrá llegado a su fin. Su tiempo se ha cumplido, y el Señor la consuela (Is.40:1,2); porque es la niña de sus ojos (Zac.2:8); tiene celo por Sion (Zac. 1:14,15 y 8:2). Las naciones deberían recordar esta última palabra: Celé con gran celo a Jerusalén y a Sion. Y estoy muy airado contra las naciones que están reposadas; porque cuando yo estaba enojado un poco, ellos agravaron el mal. Yo me he vuelto a Jerusalén con misericordia; en ella será edificada mi casa. Amén.

         Israel se levantará de su pecado con gracia y el Señor juzgará su causa. 

Download PDF

Deja un comentario