299 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoLas condiciones del Milenio (III) – Una nueva era ha llegado (3)

No os acordéis de las cosas pasadas, ni traigáis a memoria las cosas antiguas. He aquí que yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréis? Otra vez abriré camino en el desierto, y ríos en la soledad (Isaías 43:18,19) Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman (1 Corintios 2:9) Porque no sujetó a los ángeles el mundo venidero, acerca del cual estamos hablando… diciendo: ¿Qué es el hombre, para que te acuerdes de él, o el hijo del hombre, para que lo visites? (Hebreos 2:5,6)

No habrá idolatría

Como hemos visto, en la era venidera la gloria del Señor llenará la tierra, como las aguas cubre el mar; por tanto, la adoración verdadera volverá a las naciones y será extirpada toda idolatría. El Señor destruirá desde Sion la cubierta con que están cubiertos todos los pueblos; es decir, los cultos babilónicos que se extendieron por la faz del mundo serán destruidos, reducidos a nada. El velo que envuelve a todas las naciones, producido por la idolatría y los cultos falsos, también serán destruidos (Is.25:7). Recuerda que el entendimiento de los incrédulos es cegado por la acción del dios de este siglo, de tal forma que no les resplandece la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios (2 Co.4:4). Ese velo y la ceguera serán suprimidos en el reino mesiánico. El diablo estará atado y su acción sobre las naciones neutralizada. El mensaje de Isaías es claro: Y quitará totalmente los ídolos… Aquel día arrojará el hombre a los topos y murciélagos sus ídolos de plata y sus ídolos de oro, que le hicieron para que adorase, y se meterá en las hendiduras de las rocas y en las cavernas de las peñas, por la presencia formidable de YHVH, y por el resplandor de su majestad, cuando se levante para castigar la tierra (Is.2:18-21). Como dijo el apóstol: ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? (2 Co.6:16).

La presencia tangible de Dios echa fuera la idolatría de las naciones. Israel será depurado de sus ídolos; y los gentiles también. Sion será centro de adoración mundial, como está escrito en el libro del profeta Zacarías: En aquel tiempo habrá un manantial abierto para la casa de David y para los habitantes de Jerusalén, para la purificación del pecado y de la inmundicia. Y en aquel día, dice YHVH de los ejércitos, quitaré de la tierra los nombres de las imágenes, y nunca más serán recordados; y también haré cortar de la tierra a los profetas y al espíritu de inmundicia (Zacarías 13:1,2). Hasta los nombres de los dioses falsos serán quitados de la tierra; sin recuerdo.

Pureza de labios

Llegó el día para domar la lengua, ese veneno mortal que no ha podido ser refrenado. Porque la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno (Stg.3:6). Así está escrito en la voz del profeta Sofonías: En aquel tiempo devolveré yo a los pueblos pureza de labios, para que todos invoquen el nombre de YHVH, para que le sirvan de común consentimiento (Sof. 3:9). Observa. La santificación, predominante en la era mesiánica, alcanzará a la lengua y su forma de hablar. La pureza de labios, una nueva forma de hablar, extirpará del lenguaje el nombre de los ídolos, la mentira, blasfemia y calumnia. Y para llenar ese vacío inmenso se invocará el nombre que es sobre todo nombre, el nombre de YHVH, Yeshúa, el Rey de Israel; y junto con su invocación el servicio. No hay confesión de fe sin rendimiento a su voluntad. Sería religión muerta, ritos y ceremonias que no alcanzan a regenerar el corazón del hombre. Confesar el nombre de Jesús significa sometimiento a su señorío. El que confiesa con su boca que Jesús es Señor será salvo. E inmediatamente viene el servicio a su Señor. Así debe ser hoy en quienes reciben el reino en sus corazones, y así será en el reino mesiánico; los que invoquen su nombre le servirán de común acuerdo.

Observa. En el mismo sentir. La unanimidad, producida en ocasiones especiales a lo largo de la historia de la iglesia, como el día de Pentecostés y el tiempo posterior, será un hecho cotidiano en la era venidera. No como en Babel. La unidad tendrá como base la verdad, la justicia y el reino. Solo este cambio en la forma de hablar e invocar sería suficiente para establecer un mundo idílico que anhela el alma humana de los justos. ¿Cómo serían hoy las relaciones personales sin la mentira, el engaño y la calumnia? ¿Cómo serían las relaciones entre las naciones sin el engaño, la falsedad y la hipocresía habituales? Si la verdad prevalece hay libertad y justicia. La mentira esclaviza y el engañoso corazón del hombre impide la luz necesaria para la convivencia. El reino de Dios en la tierra nos devuelve la pureza de labios. Y no solo eso, sino que reinarán en tus tiempos la sabiduría y la ciencia, y abundante salvación (Is.33:6). La ciencia ha aumentado como señal de los últimos tiempos en nuestros días (Dn.12:4). La sabiduría humana también, pero la sabiduría que viene de Dios, de lo alto, inundará la tierra en la era venidera, y esa sabiduría es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía (Stg.3:17).

Salud y bienestar

Las condiciones de vida mencionadas conducen irremediablemente a una forma de vivir placentera, sana y de bienestar familiar y social. Precisamente lo que ocupa gran parte de nuestras preocupaciones actuales. Lo que más perturba en el presente siglo será suprimido en el siglo venidero. La salud integral será un hecho cotidiano. Las colas en los hospitales desaparecerán. Las dolencias crónicas y las enfermedades graves darán paso a una vida de salud plena. Entonces los ojos de los ciegos serán abiertos, y los oídos de los sordos se abrirán. Entonces el cojo saltará como un ciervo, y cantará la lengua del mudo; porque aguas serán cavadas en el desierto, y torrentes en la soledad. El lugar seco se convertirá en estanque, y el sequedal en manaderos de aguas; en la morada de chacales, en su guarida, será lugar de cañas y juncos (Isaías 35:5-7). Habrá aguas salutíferas que traen sanidad, como anunció el profeta Ezequiel, hablando de un río que solo se podía pasar a nado porque las aguas serán copiosas (Ez. 47:5). Esas aguas producen inmensidad de árboles a uno y otro lado del río (47:7). El alma viviente que nadare por él vivirá. Sus aguas producen abundancia de peces y sanidad; vivirá todo lo que entrare en el río (47:9). Esas aguas salen del santuario de Jerusalén, y su fruto será para comer, y su hoja para medicina (47:12). Nos recuerda el ministerio predominante de Jesús en su primera venida: sanaba a todos. Recuerda también las aguas del rio limpio de agua de vida que sale del trono de Dios y del Cordero mencionado por Juan en Apocalipsis. Como está escrito: En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones (Apc.22:1,2).

Observa. Es el regreso a las condiciones pre-adámicas. También en Edén había varios ríos y muchos árboles. En medio está el árbol de la vida produciendo frutos cada mes, lo cual indica que aún no es la eternidad, sino el reino milenial. Y las hojas medicinales (compara Ez.47:12 con Apc. 22:2) producirán salud abundante; sin dolor. Además se edificarán casas, y morarán en ellas; plantarán viñas, y comerán el fruto de ellas. No edificarán para que otro habite, ni plantarán para que otro coma; porque según los días de los árboles serán los días de mi pueblo, y mis escogidos disfrutarán la obra de sus manos. No trabajarán en vano, ni darán a luz para maldición; porque son linaje de los benditos de YHVH, y sus descendientes con ellos (Is.65:21-23). Habrá respeto a la propiedad privada, no se ocuparán casas ajenas, ni se robará el fruto del trabajo ajeno (como en días de los madianitas en tiempo de Gedeón Jue.6:3-6), sino que las familias serán fructíferas, con abundancia de hijos sanos y longevos. Habrá plena realización personal fundamentada, no sobre el egoísmo, sino en la voluntad perfecta de Dios, cumpliéndose los anhelos del alma justa y prosperando abundantemente bajo el gobierno justo del hijo de David, el Mesías-Rey (2 Sam.23:3,4). Es el resultado de la bendición plena de Dios prometida a Abraham y su simiente santa. Su voluntad perfecta. La recuperación del paraíso perdido. Hoy podemos en parte, y solo en parte, disfrutar los beneficios anunciados por los profetas y apóstoles mediante el evangelio del Señor Jesucristo.

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