PDF – Tiempos finales (Completo)

Tiempos finales revisadaHola a todos.

Adjunto el tema completo

TIEMPOS FINALES.

Son 80 meditaciones distribuidas de la siguiente manera.

Índice:

  • Tiempos difíciles (25 meditaciones)
  • Dolores de parto (5)
  • Aumento de la maldad (5)
  • El carácter de los hombres (3)
  • La restauración de Israel (3)
  • El resurgimiento del islam (5)
  • Apostasía de la fe (9)
  • Engaño masivo (9)
  • Derramamientos del Espíritu (16)

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TIEMPOS FINALES – Introducción

Pero debes saber esto: que en los últimos días vendrán tiempos difíciles (peligrosos) (2 Timoteo 3:1 LBLA).

         Cuando hablamos de las señales de los últimos tiempos generalmente ponemos el acento en pasajes donde se mencionan catástrofes, guerras, hambres, terremotos y otros sucesos devastadores. Pocas veces lo hacemos pensando en el carácter de los hombres. Las Escrituras nos muestran con toda claridad la responsabilidad del hombre en los acontecimientos de la tierra. Existe una relación innegable entre las formas de vida del ser humano a lo largo de la historia y sus efectos sobre el mismo hombre y el resto del mundo. Desde el principio vemos en la Biblia cómo el carácter de los hombres ejerce su influencia sobre la creación. La tierra fue maldita por la transgresión del hombre. Hay una conexión directa entre la dimensión moral de los seres humanos y sus consecuencias, no solo en el ámbito de las relaciones humanas, lo cual es una obviedad, si no en sus consecuencias sobre el resto de la creación: el mundo animal, vegetal y medio ambiental. Los profetas fueron taxativos en esto, así se expresaron: La tierra se volverá vacía y desolada a causa de la perversidad de los que la habitan (Miq. 7:13 NTV). La tierra quedará arrasada a causa de la violencia de sus habitantes (Ez.12:19 NTV). El salmista anuncia el juicio de Dios: Convierte la tierra fructífera en tierras saladas y baldías, a causa de la maldad de sus habitantes (Sal.107:34 NTV).  Volviendo a nuestro texto, Pablo le hace a Timoteo una afirmación muy significativa, acentuando que «debes saber esto». Y ¿que es lo debe saber? Que habrá en los días finales una sociedad marcada por la forma de ser y actuar de los hombres. El carácter de las personas será de una determinada manera provocando tiempos difíciles y peligrosos. No se trata de las dificultades propias de cada generación. Tampoco de la maldad común al género humano. Jesús dijo que habría en esos mismos tiempos un aumento de la maldad, y que el amor de muchos se enfriaría (Mateo 24:12). Pablo habló también del misterio de la iniquidad (2 Tesalonicenses 2:1-12). Por tanto, hay una generación final, antes de la venida de Jesús, que manifestará un aumento del pecado y la maldad. Lo vimos en la generación de Noé; también en la de Lot y las ciudades de Sodoma y Gomorra. Creo que no hay duda que es parte de nuestro tiempo también. En las próximas meditaciones iremos relacionando el carácter de los hombres en los últimos tiempos al que hace referencia el apóstol. En la versión de la Biblia NTV (Nueva Traducción Viviente) el texto que meditamos hoy dice así: Timoteo, es bueno que sepas que, en los últimos días, habrá tiempos muy difíciles… (2 Timoteo 3:1).

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TIEMPOS FINALES – Amadores de sí mismos

Pero debes saber esto: que en los últimos días vendrán tiempos difíciles. (Peligrosos RV60). Porque los hombres serán amadores de sí mismos…”   (2 Timoteo 3:1,2 LBLA).

Si estamos convencidos que vivimos en los últimos tiempos debemos saber lo que Pablo le dice a Timoteo. Y ese conocimiento no es para juzgar a los demás rápidamente, si no para saber que nosotros mismos hemos nacido en esa atmósfera, por tanto, somos susceptibles de ser influidos por ella. También para entender que las personas que no viven en el reino de Dios están sometidas a un poder inicuo que los mantiene atados a formas de vida opresivas. Podríamos decir que no es nada nuevo en el devenir de las  generaciones. La historia está llena de manifestaciones pecaminosas. Sin embargo, necesitamos deducir que la maldad puede aumentar exponencialmente. Los procesos de iniquidad se forjan mediante leyes impías que se introducen en la sociedad de forma legal y natural. Acabamos aceptándolas con normalidad. La primera característica que menciona el apóstol es el egoísmo. «Amadores de sí  mismos». Un hombre centrado solo en sí mismo y sus intereses personales. Este comportamiento afecta en primer lugar a la familia, luego a la empresa donde trabajamos, a la comunidad de vecinos, a la sociedad en general y por supuesto a la iglesia. Los pastores a quienes denuncia el profeta Ezequiel se apacientan a sí mismos (Ezequiel 34:2). Si la sal se vuelve insípida… si la luz no alumbra debidamente, la sociedad se corrompe. Cuando los que están en eminencia, en puestos de responsabilidad, que deben ser modelos y referentes para la sociedad (padres, maestros, empresarios, políticos, jueces, deportistas, pastores, sacerdotes, etcétera) solo piensan en sí  mismos, su comportamiento egoísta se extenderá como una mancha de aceite y un fuego inextinguible que lo consumirá todo.

La respuesta al egoísmo la encontramos en el evangelio. Su mensaje central es una cruz levantada para redimirnos del egoísmo, y en ella, el Mesías entregado por todos nosotros. El mensaje que se desprende de ella es de negación a nosotros mismos. Vivir bajo el señorío de Jesús. El que quiera seguir en pos de mí niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame (Mateo 16:24). El amor no busca lo suyo (1 Corintios 13:5). No buscando cada uno sus propios intereses; sino más  bien los intereses de los demás (Filipenses 2:4). Nadie busque su propio bien, sino el del prójimo (1 Corintios 10:24). El evangelio de Jesús es la respuesta para poner en libertad a los cautivos amadores de sí mismos.

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TIEMPOS FINALES – Avaricia

Pero debes saber esto: que en los últimos días vendrán tiempos difíciles. Porque los hombres serán… avaros… (2 Timoteo 3:1,2 LBLA).

La avaricia tiene que ver con la acumulación de riquezas para uno mismo. Es una prolongación del carácter egoísta y amador de sí mismo. El avaro solo piensa en su propio bienestar. La avaricia es idolatría, el culto al dios Mammón (Colosenses 3:5). Es el amor por la acumulación: dinero, riquezas, propiedades, etcétera. Los avaros son amantes del dinero, la raíz de todos los males. Porque la raíz de todos los males es el amor al dinero, por el cual, codiciándolo algunos, se extraviaron de la fe y se torturaron con muchos dolores (1 Timoteo 6:10). Nuestra sociedad está tan dependiente del dinero que nos enloquece la necesidad de conseguirlo a cualquier precio, bajo cualquier circunstancia o traición. La corrupción política tiene gran parte de su base en el robo de dinero público, o el mal uso y despilfarro que se hace del presupuesto. Una sociedad que solo vive para acumular riqueza es necia y acabará perdiendo lo que quiere retener sin compartir. Jesús le dijo a un hombre que no sabía qué hacer con la riqueza acumulada: ¡Necio!, esta misma noche te reclaman el alma; y ahora, ¿para quién será lo que has provisto? (Lucas 12:20). El sabio proverbio nos dice: Hay quien reparte, y le es añadido más, y hay quién retiene lo que es justo, sólo para venir a menos. El alma generosa será prosperada… Al que retiene el grano, el pueblo lo maldecirá, pero habrá bendición sobre la cabeza del que lo vende (Proverbio 11:24-26). La avaricia hace que los tiempos sean peligrosos. En la versión de la Biblia NTV se resume así: habrá tiempos muy difíciles. Pues la gente solo tendrá amor por sí misma y por su dinero.

La respuesta para ser liberados de este poder hechicero que es la avaricia la encontramos en el evangelio de Jesús. Jesús no retuvo su vida en el cielo, si no que la entregó por todos nosotros. La generosidad del Hijo de Dios quebranta el poder de la avaricia para liberarnos de su idolatría. Está escrito: Mas bienaventurado es dar que recibir. El que siembra generosamente, generosamente recogerá. La generosidad es una de las consecuencias del evangelio en el corazón del hombre. Nos libra de la codicia que hunde a los hombres en la soledad. Jesús dijo que no se puede servir a dos señores. No podéis servir a Dios y a las riquezas. Los fariseos, que eran amantes del dinero, oían todas estas cosas y se burlaban de El (Lucas 16:13,14). Las palabras de Pablo a Timoteo siguen siendo más oportunas que nunca hoy: Después de todo, no trajimos nada cuando vinimos a este mundo ni tampoco podremos llevarnos nada cuando lo dejemos. Así que, si tenemos suficiente alimento y ropa, estemos contentos (1 Tim.6:7,8 NTV).

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TIEMPOS FINALES – Jactanciosos

Pero debes saber esto: que en los últimos días vendrán tiempos difíciles. Porque los hombres serán… jactanciosos… (2 Timoteo 3:1,2).

¿Cómo debemos entender que Pablo diga que los tiempos finales serán difíciles o peligrosos porque los hombres serán vanidosos? ¿Es que la vanidad o jactancia no es un compañero inseparable del ser humano? ¿A qué se refiere? Por supuesto, siempre ha habido personas egoístas, avaras y vanidosas, pero el apóstol vio que en los días antes del fin habría una generalización de la vanidad del hombre. Desde el siglo XVIII y XIX, con el despliegue industrial, el hombre ha elevado su nivel de autosuficiencia y vanidad a unos niveles nunca antes vistos. Hemos llegado a la Luna, conquistado el ciber espacio, creado la bomba atómica y tantos y tantos avances de la ciencia, que el hombre postmoderno tiende a pensar que es dueño de su propio destino. Cree ser su propio dios. El Humanismo ha elevado al hombre como centro de todas las cosas. Las nuevas generaciones nacen con un ego elevado a la máxima potencia; su fanfarronería les impide respetar si quiera a los mayores. Los niveles de arrogancia y vanagloria son más elevados que los del CO2 en la atmósfera. La mayor de las jactancias es pensar que el hombre no necesita a Dios. Es su propio dios. La Biblia dice que Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes. La jactancia del hombre actual le lleva a elevarse por encima de Dios. El hombre de hoy se alaba a sí mismo, cree que no hay nadie como él, desprecia a los demás. Jesús dijo que los días finales serían como los días de Noé y los días de Lot. Lo característico de esas generaciones fue una vida entregada a los placeres, la ociosidad y el desprecio por la eternidad. Todo su tiempo era terrenal. Así será en la venida del Hijo del Hombre, dijo el Maestro. El sello de la vanagloria es inventar otro evangelio, salvarse así mismo. Tal vez esta es una de las razones por las que sea tan difícil aceptar el verdadero y único evangelio en la sociedad occidental.

La respuesta a la arrogancia extralimitada que manifiesta el hombre de nuestro tiempo, su fanfarronería insoportable, la tenemos en la revelación del evangelio que recibió el apóstol Pablo, enseñando que la salvación es de Dios, y añade: Por gracia habéis sido salvados por medio de la fe, y esto no de vosotros, sino que es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe (Efesios 2:8). Está escrito: El que se gloría, que se gloríe en el Señor (1 Corintios 1:31). La buena nueva nos libra de la vanidad y la arrogancia que tanto ensucia al hombre en su imagen y semejanza de Dios, cuando volviendo en sí comprendemos nuestra infinita debilidad e impotencia reconociendo la suficiencia del Eterno. Por delante quedará un camino de humildad libertador de la jactancia.

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TIEMPOS FINALES – Soberbios

Pero debes saber esto: que en los últimos días vendrán tiempos difíciles. Porque los hombres serán… soberbios… (2 Timoteo 3:1,2).

Podríamos decir que la soberbia es el estado siguiente a la jactancia. Es un proceso degenerativo del alma humana hacia la rebelión. Comienza con amarse así mismo más que a cualquier otro, —incluyendo a Dios—, continúa con la idolatría de la avaricia por acumular, luego se levanta la jactancia del súper hombre que ha conseguido tener bienes materiales, poder y dominio sobre los demás, se eleva con soberbia y acaba en rebelión contra Dios. Fue el proceso que vivió Lucifer después de ser creado y puesto para dirigir la alabanza en los cielos. Quiso ser semejante a Dios, elevarse hasta el trono y ocupar su lugar. Es el proceso que ha seguido el movimiento humanista tan de moda en nuestros días. Su doctrina es la siguiente: «ni estado, ni religión, ni Dios por encima del hombre, firmado: el partido humanista». La soberbia no acepta el lugar asignado, quiere ocupar el de otros. Muchos predicadores de hoy están tan deseosos de triunfar que han cambiado el temor de Dios por la presunción y la soberbia. Dios resiste a una generación de hombres llena de soberbia, y da gracia a los humildes. La soberbia no le da gracias al Creador por los bienes recibidos, se hace vana en sus razonamientos y su necio corazón es entenebrecido. Por tanto, el Señor los entrega a la impureza, a pasiones degradantes y a una mente depravada para que hagan cosas que no convienen (Romanos 1:21-32). Aquí tenemos muchas de las características de nuestra generación. La soberbia pone a Dios en nuestra contra. ¿Quién podrá resistirle? ¿Somos más fuertes que Él? Sin embargo, da gracia a los humildes, es atraído por los que le aman y conoce a los que son suyos.

La respuesta a la soberbia la encontramos en el evangelio de la cruz. Esa cruz que nos atrae al seno del Padre, levantada en el monte de la Calavera, y que ha ejercido la mayor atracción que ha conocido la humanidad. En esa cruz la soberbia humana ha sido vencida por la humillación del Hijo de Dios. Se hizo hombre, se humilló a sí mismo como hombre, se hizo obediente hasta la muerte y muerte de cruz. Por tanto, Dios le ha dado el nombre que es sobre todo nombre, para que en su nombre se doble toda rodilla y podamos confesar para salvación que Jesucristo es Señor para gloria de Dios Padre (Fil. 2:5-11) (Stg. 4:6,10) (Isaías 57:15) (1 Pedro 5:6,10). El virus de la soberbia, inoculado en el corazón del hombre en el Paraíso perdido, con el falso argumento: «seréis como dioses, conociendo el bien y el mal», hace que los tiempos que vivimos hoy sean muy peligrosos y debamos abrazarnos a la cruz libertadora.

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TIEMPOS FINALES – Blasfemia

Pero debes saber esto: que en los últimos días vendrán tiempos difíciles. Porque los hombres serán… blasfemos…  (2 Timoteo 3:1,2).

La blasfemia es una injuria que se hace a la divinidad. Va dirigida especialmente hacia lo sagrado. Es la falta de respeto por las creencias religiosas de otras personas. Nuestro texto en la Biblia NTV (Nueva Traducción Viviente) se traduce así: se burlarán de Dios. Nuestra sociedad, que presume de tolerante y respetuosa, legisla y promueve todo tipo de iniciativas para extirpar de ella la dimensión trascendente de la vida, especialmente en Occidente, y sobre todo la que tiene que ver con la herencia judeocristiana. Una y otra vez vemos cómo se blasfema de Dios, la Biblia, el culto y la adoración, mientras que cualquier expresión de paganismo, magia, hechicería, ocultismo, y todo tipo de inmoralidad sexual, son elevadas a una dimensión de respeto y aceptación. Las manifestaciones proabortistas o del día del orgullo gay suelen ir acompañadas de obscenidades dirigidas a dañar la conciencia de aquellos que se oponen a sus proclamas basándose en la ley moral fijada en el Libro Sagrado. Nuestros días están cargados de una libertad mal entendida. La blasfemia es la manifestación del hombre sin temor de Dios. Esta falta nos conduce a la necedad. La ignorancia se vuelve muy atrevida y no sabe que atrae ruina hacia sí mismo.

La respuesta a los comportamientos nocivos para nosotros mismos y la sociedad en la que vivimos la encontramos en el evangelio de Jesús enseñándonos que si permanecemos en su palabra, seremos verdaderamente sus discípulos, y conoceremos la verdad y la verdad nos hará libres. Libres de la ignorancia, la necedad y la blasfemia. Todos hemos participado de algún tipo de necedad. Todos hemos blasfemado en algún momento por ignorancia. Hasta el apóstol Pablo dijo: habiendo sido yo antes blasfemo, perseguidor y agresor. Sin  embargo, se me mostró misericordia porque lo hice por ignorancia en mi incredulidad (1 Timoteo 1:13). El evangelio de Dios nos dice que el siervo del Señor debe ser apto para enseñar, sufrido, corrigiendo tiernamente  a los que se oponen, por si acaso Dios les da el arrepentimiento que conduce al pleno conocimiento de la verdad, y volviendo en sí, escapen del lazo del diablo, habiendo estado cautivo de él para hacer su voluntad (2 Timoteo 2:23-26) (2 Corintios 4:3,4). Y además añade: Esto éramos algunos; pero fuimos lavados, fuimos santificados y justificados en el nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios (1 Corintios 6:11). Sí, el evangelio de Dios nos libra de la blasfemia que maldice nuestra vida y nos bendice con la libertad gloriosa de los hijos de Dios para exaltar al que hizo el cielo, la tierra y el mar…

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TIEMPOS FINALES – Desobedientes a los padres

Pero debes saber esto: que en los últimos días vendrán tiempos difíciles. Porque los hombres serán… desobedientes a los padres…  (2 Timoteo 3:1,2).

El apóstol Pablo, que vivió en una sociedad judía y romana, donde la figura del padre era prácticamente reverenciada, una sociedad patriarcal,  pudo percibir por el Espíritu que vendría un tiempo cuando los hijos se volverían contra la autoridad de los padres. Esta es una de las señales más estremecedoras de nuestra generación. Para mí mismo resulta difícil comprender el cambio que ha dado nuestro propio país en este asunto. Hoy los hijos se enseñorean de los padres. No solo no obedecen, sino que imponen sus criterios de una forma vergonzosa en muchos casos. Hemos permitido, mediante leyes impías, que la autoridad en la familia y los colegios sea menoscabada. Los hijos golpean a sus padres, los menosprecian incluso siendo niños, no aceptan la disciplina más elemental y tienen atemorizados a muchos progenitores que aceptan con impotencia la nueva situación. Lo que vivimos hoy en esta materia parece ciencia ficción en algunos casos. Niños y jovencitos, sin respeto por las personas mayores, se encaran a cualquiera que pretenda ponerles un poco de orden en sus ofensas. Esta quiebra (básica en una sociedad normal) del orden familiar, hace que la generación anterior a la venida de Jesús sea tan peligrosa. «El hijo consentido (suelto) avergüenza a la madre» (Proverbios 29:15), y desordena una nación. La obediencia a los padres es el primer mandamiento con promesa, para que la vida sea larga y cumpla su propósito. Sin embargo, hoy vemos, con dolor, que muchos jóvenes mueren antes de tiempo en accidentes de tráfico, por el efecto de las drogas, por la delincuencia, o por entregarse a los placeres sexuales antes de tiempo contrayendo enfermedades venéreas, embarazos no deseados, que conlleva el desprecio de la vida de los infantes. La desobediencia trae maldición y muerte a una nación (Deuteronomio 30:14-19).

La respuesta a esta anomalía familiar y social sigue siendo el evangelio que enseña: Hijos, obedeced a vuestros padres en el Señor, porque esto es justo: Honra a tu padre y a tu madre (que es el primer mandamiento con promesa), para que te vaya bien, y para que tengas larga vida sobre la tierra (Ef.6:1-3) (Col.3:20) (Ex.20:12) (Dt. 5:16). Está escrito: Corona de los ancianos son los hijos de los hijos, y la gloria de los hijos son sus padres (Proverbios 17:6). Pagad a todos lo que debáis… al que honra, honra (Ro.13:7). La respuesta a una sociedad decadente es el mensaje de la verdad del evangelio. Hay esperanza en el arrepentimiento y la obediencia para vida.

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TIEMPOS FINALES – Ingratitud

Pero debes saber esto: que en los últimos días vendrán tiempos difíciles. Porque los hombres serán… ingratos…  (2 Timoteo 3:1,2).

La ingratitud afea el rostro de los hombres. En una sociedad donde se impone el culto al cuerpo y la belleza natural ocupa un lugar prioritario la ingratitud del carácter destruye cualquier maquillaje que pretende esconder la muerte que emana del mismo cuerpo. Una sociedad no agradecida desprecia el esfuerzo de generaciones anteriores. No valora el esfuerzo y trabajo que ha costado llegar a conseguir los beneficios presentes. Rápido nos acostumbramos a los derechos establecidos sin importarnos cómo se consiguieron. El pueblo que olvida los beneficios recibidos se vuelve despilfarrador, menospreciador, ingrato. No valora el trabajo de otros, solo piensa en sí mismo y en correr con la recompensa. Diez leprosos vinieron a Jesús. Todos fueron sanados mientras caminaban hacia el beneficio de obtener la salud. Solo uno, y este samaritano, regresó para dar gloria al Dios de Israel. La exhortación del salmista al pueblo elegido es esta: Bendice, alma mía, al Señor y bendiga todo mi ser su santo nombre. Bendice, alma mía al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios. Cuando olvidamos los beneficios obtenidos entramos en la ingratitud a toda velocidad. Las sociedades democráticas modernas se denominan «estado de derecho». Tenemos derechos porque pagamos impuestos. Compramos el bienestar y exigimos su cumplimiento. En el reino de Dios no es así.

En el reino de Dios obtenemos el beneficio de pura gracia y vivimos agradecidos para siempre. Le amamos porque Él nos amó primero. Un pueblo que da por hecho la salvación y el precio que costó pone los cimientos para ser atrapado por los sistemas de este mundo, invadido por el cuto a Baal y la idolatría de la reina del cielo. Uno de los propósitos de la llamada «cena del Señor» es recordar que el precio está pagado. Es memorizar («haced esto en memoria de mí») que fuimos comprados con sangre, la sangre del Justo, y que volverá, por tanto, somos extranjeros y peregrinos, y deberíamos vivir agradecidos a Aquel que nos compró como propiedad suya para siempre. No somos nuestros. El evangelio dice: Sed agradecidos (Colosenses 3:1). En palabras, —dicen—, de Teresa de Ávila, quedaría así: «No me mueve, mi Dios, para quererte, el cielo que me tienes prometido, ni me mueve el infierno tan temido, me mueves tan solo tú. Me mueve tu amor de tal manera, que aunque no hubiera cielo, yo te quisiera; y aunque lo que espero no esperara, lo mismo que te quiero yo te quisiera». La Ley y los profetas se cumplen en esta máxima: Amar a Dios con todo el corazón, y a tu prójimo como a ti mismo. Esta es la respuesta del evangelio de Dios a la ingratitud humana.

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TIEMPOS FINALES – Impíos (irreverentes)

Pero debes saber esto: que en los últimos días vendrán tiempos difíciles. Porque los hombres serán… impíos (irreverentes)…  (2 Timoteo 3:1,2).

Una definición rápida y sencilla de impiedad es ausencia de piedad. Pablo escribe que la gracia nos enseña a renunciar a la impiedad (Tito 2:11-12). En otro lugar dice: ¿Pecaremos porque no estamos bajo la ley sino bajo la gracia? En ninguna manera. La gracia enseña a vivir en la doctrina de la piedad. Esta doctrina tiene su contrapartida en usarla como medio de ganancia. Cuando se usa la doctrina de la piedad con el objetivo de enriquecerse (es el caso de algunas ONGs) hemos entrado en la impiedad; la impiedad de los hombres en los últimos tiempos. Es actuar con irreverencia a la verdad. Sin respeto por la justicia. La irreverencia es falta de respeto. La falta de respeto a Dios y su palabra es ausencia del temor de Dios. La necedad se afinca en el corazón del hombre y la ausencia de respeto por lo sagrado irrumpirá con fuerza pretendiendo traspasar los límites de la gracia, la libertad del Espíritu, la ley de Dios y hacerlo con presunción, blasfemando de las potestades superiores y exigiendo un sometimiento incondicional en nombre de una autoridad extralimitada. Nuestra sociedad se caracteriza por la falta de respeto a las autoridades: a los padres, los maestros, las leyes humanas y por supuesto la ley de Dios. Este proceso de irreverencia e irresponsabilidad ha instalado la corrupción como compañero habitual de los gobiernos. No se respeta a la mujer ni al marido, los hijos no respetan a los padres, algunos padres desprecian al no nacido y se lo quitan de en medio como si fuera un grano de la pubertad; no se valora en su justa medida el medio ambiente, ni los bienes públicos, en definitiva, los hombres serán impíos, irreverentes.

La respuesta para combatir la impiedad la encontramos en el evangelio donde se nos enseña que presentemos nuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, ese es nuestro culto racional; es la manifestación de nuestro respeto y reverencia a Dios. Que nos presentemos a Dios como vivos de entre los muertos, y nuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia y piedad. La sana doctrina es conforme a la piedad. Por el fruto se conoce el árbol. Está escrito: Por lo cual, puesto que recibimos un reino que es inconmovible, demostremos gratitud, mediante la cual ofrezcamos a Dios un servicio aceptable con temor y reverencia (Hebreos 12:28 LBLA). El misterio de la impiedad tiene hoy una fuerza renovada impulsada por leyes inicuas introducidas mediante un lenguaje inclusivo que mezcla y relativiza los valores en un mar de confusión. Ese mar embravecido por la soberbia expulsa oleadas de maldad que están anegando a esta generación.

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TIEMPOS FINALES – Sin afecto natural (sin amor)

Pero debes saber esto: que en los últimos días vendrán tiempos difíciles. Porque los hombres serán… sin afecto natural (sin amor)…  (2 Timoteo 3:1,3).

Definitivamente está instalado en nuestra sociedad occidental el afecto hacia los animales sobre el afecto natural. ¿Qué es el afecto natural?  En la Biblia de las Américas esta palabra se traduce por: sin amor. El amor a Dios y al prójimo lo hemos substituido por el amor a los animales, al deporte, la ciencia, la tecnología, el trabajo, el dinero, el sexo, en definitiva, amor a sí mismo y lo nuestro. Perder el afecto natural es perder toda sensibilidad humana, es dilapidar la humanidad. El afecto natural es el amor a los padres, a los hijos, los hermanos, los abuelos, la familia, en definitiva, al ser humano. ¿Por qué se pierde el afecto natural? Esta es una de las respuestas que encontramos en la Escritura: Y como ellos no tuvieron a bien reconocer a Dios, Dios los entregó a una mente depravada, para que hicieran las cosas que no convienen (Romanos 1:28 LBLA). O como dice en la versión NTV: Por pensar que era una tontería reconocer a Dios, él los abandonó a sus tontos razonamientos y dejó que hicieran cosas que jamás deberían hacerse. La fuente del afecto y el amor es Dios. Hemos sido creados a su imagen y semejanza. Sin embargo, el pecado ha deformado esa imagen, aunque existe aún lo innato en el ser humano, el amor por la justicia y la equidad, que se pierden progresivamente a medida que avanza el misterio de la iniquidad, el aumento de la maldad, por tanto, el enfriamiento del amor y la pérdida de los afectos naturales. Vivimos en ese tiempo. Las aberraciones son cada vez mayores y nos impresionan menos. Estamos habituándonos a perder toda sensibilidad. Se impone el interés económico por encima de todo. El amor a las riquezas estropea los mejores amores. El afán de dominio pisotea los valores más elementales que protegen a la sociedad de la descomposición y la corrupción definitiva.

En el evangelio hay sal y luz. Jesús es la luz del mundo y la sal de la tierra. Es el pan de vida, el camino al Padre, la justicia de Dios. Jesús ha dado a luz un nuevo hombre mediante la resurrección. Su naturaleza, por el Espíritu, se ha distribuido a todo el cuerpo de redimidos levantando un edificio, en tres días, de todo linaje, pueblo y nación. El evangelio dice que Dios es amor y lo ha derramado, por su Espíritu, sobre cada uno de sus hijos. En el amor no hay temor. El que ama es de Dios, el que no ama no es de Dios, porque Dios es amor. El amor de Dios se ha expresado en la cruz del Mesías de tal manera, para que todo aquel que en él crea, no pierda (no pierda el afecto natural, el amor), sino que tenga vida eterna.

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TIEMPOS FINALES – Implacables

Pero debes saber esto: que en los últimos días vendrán tiempos difíciles. Porque los hombres serán… implacables…  (2 Timoteo 3:1,3).

Cuando hablamos de un hombre implacable estamos identificando a la persona con un carácter violento en extremo. Sin escrúpulos. Inflexible. Endurecido. Sin afecto natural. Sin conciencia. Parece haber perdido la humanidad y su capacidad de conmoverse. No le importa el sufrimiento ajeno. La vida humana no tiene ningún valor para las personas con este tipo de carácter. Generalmente son líderes, gobernantes que acaparan un gran dominio sobre sociedades o naciones. También los encontramos en los hogares, en las empresas, en las universidades, en la política y por supuesto en el ámbito religioso. Pueden tener aspecto agradable, bien vestidos, encorbatados, pero detrás de una sonrisa pasajera anidan una frialdad y dureza de corazón que hiela la sangre. La implacabilidad puede esconderse detrás de intereses de estado, de empresa, del cumplimiento de una visión, de un proyecto donde hay en juego miles o millones de euros. Entonces todo vale. El interés económico que se ramifica en dominio sobre los hombres, poder sexual sobre el sexo contrario que doblega las voluntades más firmes cuando se decide el pan de los hijos, el bienestar material y trepar en la escala social. De esta forma, ser despiadados se convierte en una necesidad básica justificando cualquier medio para conseguir los fines. En definitiva, aceptamos con naturalidad el carácter implacable de los hombres como parte del «juego democrático». Así, nuestra sociedad cobija, respeta y comprende a líderes de hielo, sin atisbo de humanidad, cínicos, manipuladores aferrados a la mentira como parte esencial de su comportamiento, porque un poder superior dirige a todos ellos: gobernantes y gobernados en el ámbito que sea. En muchos colegios encontramos a jovencitos siendo implacables en su acoso a otros compañeros por el simple placer de verles sufrir. Incluso niños de corta edad manifiestan este tipo de carácter, actúan con dureza en su tiranía hacia los padres, que estos aceptan como muestra de amor mal entendido, para no permitir la frustración que significa decir ¡no! a los caprichos infantiles.

La respuesta a esta maldad la encontramos en el evangelio de Jesús que cambia el corazón de piedra y lo transforma en un corazón de carne. Nos libra de la violencia de una naturaleza caída reproduciendo la vida del príncipe de paz. El mensaje de la cruz quebranta la maldad y el pecado del hombre devolviéndole la humanidad con la simiente eterna. El evangelio es poder de Dios para salvar a los hombres de sí mismos, de su propia iniquidad, trasladándolos al reino de su amado Hijo. Señor, venga a nosotros tu reino.

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TIEMPOS FINALES – Calumniadores

Pero debes saber esto: que en los últimos días vendrán tiempos difíciles (peligrosos RV60). Porque los hombres serán… calumniadores…  (2 Timoteo 3:1,3).

¿Qué es una calumnia? Es una acusación falsa que se hace con malicia para hacer daño a otro. Si la blasfemia se dirige hacia Dios, la calumnia tiene al hombre como destinatario. Es la consecuencia de la falta de amor verdadero por la verdad y la justicia. Es el lenguaje común de la serpiente antigua, del padre de la mentira, el acusador de los hermanos. El hombre calumniador es la boca de Satanás para dar expresión al veneno mortífero que lleva como naturaleza de serpiente. Hemos tenido calumniadores siempre en la historia de la humanidad, ¿por qué, entonces, el apóstol dice que será una señal del carácter de los hombres en los últimos tiempos? No cabe duda que hay muchas de las características expresadas en este pasaje de Pablo a Timoteo que se han manifestado siempre, en todos los periodos de la historia, sin embargo, creo que en el final de los tiempos la proporción aumentará. Es un tipo de carácter generalizado. En nuestra sociedad los medios de comunicación tienen un poder, (lo llaman el cuarto poder), que mediante el derecho a la libertad de expresión dan lugar en muchas ocasiones a todo tipo de manipulaciones interesadas para llevar naciones enteras a un lavado de cerebro de masas, en connivencia con el poder político. Internet, un medio útil en muchos casos, se vuelve perverso cuando la calumnia corre por la red sin control moviendo a multitudes como manada en estampida. Una de las muchas manipulaciones instaladas en nuestra sociedad es la llamada violencia de género. Hay una calumnia dirigida a denigrar la familia natural en la figura del padre. Aprovechando algunos casos de maltrato real se presenta la acusación con la idea de que todos los hombres son maltratadores, violentos, y asesinos de mujeres. Ella puede acusar injustamente a su pareja y el hombre ser puesto en la cárcel antes de saber si la acusación es verdadera o falsa. Me recuerda el caso de Nabot. Jezabel consiguió el capricho del rey Acab quitándole la viña a su dueño, acusándolo falsamente mediante hombres perversos y calumniadores (1 Reyes 21:5-15).

La respuesta a la calumnia la encontramos en el evangelio que transforma nuestra manera de hablar. Nos saca del dominio de la mentira y nos introduce en el reino de la verdad. Jesús es la verdad. El evangelio santifica nuestros labios, (como en el caso de Isaías, que vivía en medio de un pueblo de labios inmundos, como el nuestro), para que sirvamos a la justicia, hablemos la verdad y traigamos vida a los oyentes. La calumnia y mentira quedarán neutralizadas por la verdad del evangelio que nos hace libres.

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TIEMPOS FINALES – Desenfrenados (intemperantes)

Pero debes saber esto: que en los últimos días vendrán tiempos difíciles («peligrosos» RV60). Porque los hombres serán… desenfrenados (intemperantes)…  (2 Timoteo 3:1,3).

Una sociedad sin freno. Desenfrenada. Que usa la libertad como pretexto para hacer lo malo. La maldad es ausencia de ley moral, de límites. Vivimos tiempos de extralimitaciones. Llevamos la vida al extremo, sin equilibrio. Hay un tiempo para cada cosa, dice el sabio, pero nosotros hemos decidido adelantar los tiempos, tenerlo todo ahora, atravesar las etapas de la vida sin la transición necesaria. No ponemos límites a los hijos en el tiempo de la educación, por tanto, crecen sin control, sin normas claras, desenfrenados y entregados a los placeres y las adicciones. El dominio propio desaparece dando lugar a la inquietud. Hay mucha inquietud, (que equivale a falta de paz interior), en una persona que tiene ante sí todos los placeres sensuales (de los sentidos) al alcance de un clic. Cuando la tiranía de los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida subyugan la eternidad del corazón del hombre quedamos atrapados en una espiral de apetencias carnales que no satisfacen el alma humana, sino que la destruye mediante drogas y depresión que producen frustración y vacío. Querer y no poder puede llevarnos a soltar cualquier freno moral en favor de la consecución de nuestros deseos a cualquier precio. Esperar el desarrollo propio de cada tiempo en las etapas de la vida se vuelve una tortura indeseada. Por qué esperar si está al alcance de la mano. Lo tenemos delante, nos instan a tomarlo, poseerlo, adquirirlo; sea un objeto material, un proyecto, una persona. «Si lo quieres puedes conseguirlo». «Si lo deseas suficientemente lo tendrás». «Solo tienes que tomarlo, a que esperar, vive la vida, es corta, comamos y bebamos que mañana moriremos». Con estos y otros argumentos cualquier resistencia queda rota, entrando en una vida de desenfreno, sin  control de nosotros mismos, para ser manipulados y oprimidos por un sistema consumista, materialista, relativista y hedonista.

La respuesta al desenfreno y la falta de dominio propio la encontramos en el evangelio de Jesús dirigido a quienes reconocen su necesidad de médico. Es para los que no pueden, —ni saben—, controlarse  a sí mismos. Para los pobres de espíritu necesitados de una nueva naturaleza. Para aquellos que se rinden, trabajados y cargados, viniendo al descanso de una vida en yugo con aquel que nos hace descansar. De esta forma recibimos la regeneración; un espíritu nuevo de amor, poder y dominio propio. Somos traslados del dominio de las tinieblas, al reino de su Hijo amado. Su reino es paz y gozo. Primicias del reino mesiánico y eterno. El Mesías, substituto nuestro, nos libra del desenfreno.

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TIEMPOS FINALES – Crueles (salvajes)

Pero debes saber esto: que en los últimos días vendrán tiempos difíciles. Porque los hombres serán… crueles (salvajes)…  (2 Timoteo 3:1,3).

Se ha dicho en muchas ocasiones que el hombre es el mayor enemigo del hombre. La mayoría de nuestras aflicciones vienen dadas por nuestros semejantes, también buena parte de nuestros mayores deleites tienen su base en las buenas relaciones humanas. Por tanto, el hombre puede ser nuestro peor enemigo o nuestro mejor aliado. La naturaleza humana contiene grandes misterios difíciles de descifrar. Nuestro comportamiento puede representar alivio o aflicción en otros. Ambas manifestaciones suelen darse en una misma persona. Si una de las características de los hombres de los últimos tiempos es la crueldad debemos esperar sociedades atrapadas en la angustia. ¿Qué es la crueldad? El diccionario la define como «el que se deleita en hacer sufrir a los demás». Es causar sufrimiento al prójimo. La Biblia de las Américas lo traduce por salvaje. Pensar en este término parece llevarnos a tribus lejanas y pueblos extraños, sin  embargo, nuestro pasado siglo XX ha sido testigo de las mayores crueldades y salvajismo que el hombre puede cometer sobre otro hombre. El Holocausto fue planificado como una industria de la muerte de todo un pueblo, el judío. Los gulags soviéticos fueron un océano de maldad y crueldad sobre ciertas clases sociales en nombre de una ideología totalitaria. Los millones de muertos por hambre en la Ucrania soviética, (llamadas tierras de sangre), lo fueron por decisiones políticas contra sus semejantes. La Segunda Guerra Mundial puso de manifiesto el extremismo de la crueldad humana escondido detrás de pueblos aparentemente cultos y educados. Las modernas leyes del aborto son una expresión máxima de crueldad infringida sobre nuestros propios hijos en su máxima indefensión. La salvación del hombre no puede venir, en ningún caso, del mismo hombre. Está fuera de él.

La respuesta a la crueldad humana la encontramos en el evangelio de Dios. La salvación pertenece a nuestro Dios (Apc. 7:10). No es la capacidad humana para maquillar su naturaleza corrompida mediante religión. Precisa fe y arrepentimiento. Contiene el poder de Dios para salvar al hombre de sí  mismo; de su naturaleza cruel y salvaje. El evangelio es Jesús mismo, la bondad de Dios hecha carne y habitando entre nosotros. Y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad (Jn. 1:14). Solo el evangelio de Jesús transforma y nos libra de este cuerpo de muerte (Ro. 7:24). La maldad llevó al Justo a la cruz. Pagó por nosotros. Satisfizo la justicia de Dios. Nos da una nueva naturaleza, creada en la justicia y santidad de la verdad (Ef.4:24). ¡Gracias a Dios por su don inefable!

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TIEMPOS FINALES – Aborrecedores de lo bueno

Pero debes saber esto: que en los últimos días vendrán tiempos difíciles. Porque los hombres serán… aborrecedores de lo bueno…  (2 Timoteo 3:1,3).

Me llama la atención que toda la lista de calificativos que hace Pablo del carácter de los hombres en los últimos tiempos está en plural. No se trata de algunos sectores de la sociedad, sino de su conjunto. Es un carácter predominante que se establece de manera común y natural. Aborrecer lo bueno es propio de sociedades en decadencia. Pero como se pretende ser hombres civilizados y educados, hay que disimular, camuflar, esconder la realidad del corazón detrás de eufemismos, máscaras, apariencias y argumentos sutiles. Deberíamos preguntarnos en primer lugar ¿qué es lo bueno? No hagamos una exegesis complicada. Bueno viene del bien y todos llevamos grabado en nuestra conciencia el bien y el mal, aunque luego se pueda malear, manipular, cauterizar o perturbar por agentes extraños y externos. Sin embargo, hay un bien común, una moral buena, leyes justas, aunque siempre estén supeditadas a interpretaciones diversas. Dios es bueno y corrige al que ama. Aborrecer lo bueno sería en este caso llamar a la disciplina «malo», aborreciendo las instrucciones reveladas en la palabra de Dios. En una sociedad que idolatra el relativismo moral no hay posibilidad de definir el bien y el mal. En esta corriente postmoderna sin verdades absolutas que definan claramente un patrón de comportamiento, la mezcla resultante solo puede conducirnos al caos y el vacío. Es decir, regresamos al comienzo del Génesis cuando la tierra estaba sin orden y vacía hasta que la voz del Creador separó la luz de las tinieblas y vio que la luz era  buena. Hoy hemos cambiado la luz por tinieblas y las tinieblas por luz. La verdad por mentira, y la mentira por verdad. Lo amargo por dulce y lo dulce por amargo (Isaías 5:20). Están de moda eufemismos como «derecho a decidir» para llamar al asesinato de niños mediante el aborto; «parejas de hecho» para encubrir la fornicación; «libertad de expresión» para esconder la calumnia y campañas de manipulación de masas para dominar naciones y pueblos a través de una elite globalista al estilo de Nimrod en Babel.

La respuesta al aborrecimiento de lo bueno viene por el evangelio que nos enseña a discernir el bien del mal asimilando la verdad que nos hace libres del pecado que destruye al hombre. La palabra de Dios es viva y eficaz para discernir los pensamientos y las intenciones de nuestro corazón engañoso. Jesús es la luz del mundo que alumbra a todo hombre; el que le sigue no andará en tinieblas sino que tendrá la luz de la vida. Hoy es tu día para venir a él y ser guiado por la senda de la vida eterna.

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TIEMPOS FINALES – Traidores

Pero debes saber esto: que en los últimos días vendrán tiempos difíciles. Porque los hombres serán… traidores…  (2 Timoteo 3:1,4).

Este enemigo de la amistad y las buenas relaciones entre los seres humanos es uno de los más devastadores. Cuando se produce en el seno familiar el dolor puede ser insufrible y llevar en muchos casos a la amargura, incluso al suicidio. Cuando aparece entre personas de quienes nunca imaginaste que pudieran traicionarte las secuelas suelen ser irreversibles. Toda traición es una violación de la confianza. Experimentada una sola vez puede endurecernos de tal forma que no volvamos a ser los mismos. Si se repite en diversas ocasiones el daño será irreparable para el alma humana. Por ello se valora tanto en las empresas, como en cualquier grupo humano, la confianza de sus empleados o clientes. Hay muchas traiciones a lo largo de la historia, dos de las más conocidas son la de Bruto a Cesar y la de Judas a Jesús. Ambas terminaron con resultado de muerte. La traición mata. Con ella muere la amistad y la confianza, por tanto, nos introduce en un escenario de enemistad y desconfianza que destruye la convivencia. Las familias están sufriendo hoy esta destrucción en diversos niveles. La falta de escrúpulos y de afecto natural lleva a muchos a la violencia indeseada que genera más dolor. La espiral es imparable. Vivir en medio de la desconfianza generalizada porque se teme la traición en cualquier esquina produce una sociedad neurótica que nos lleva a la pérdida de valores esenciales: la honradez, el cumplimiento de la palabra dada, mantener el pacto, ser hombres íntegros, de una sola pieza, sin doblez.

La respuesta a la traición la tenemos en el evangelio de Jesús produciendo una transformación interna que afecta a todas nuestras relaciones externas. El levantamiento de los valores del Reino de Dios trae una sociedad más justa y sana. Jesús ha venido a poner en libertad a los cautivos y proclamar el año de gracia. La mayor fidelidad que ha conocido la humanidad es la determinación de Jesús subiendo a Jerusalén para culminar la obra de Dios a favor de los hombres. Grande es su fidelidad. Tentado en todo, también en la posibilidad de traicionar el propósito del Padre, pero fiel hasta la muerte y muerte de cruz. Ha vencido. Es fiable. Su amor prevalece sobre el juicio. Escogió ser fiel y acabar la obra que le fue dada por el Padre. Y volverá, lo ha prometido, para que donde él está todos los que le aman estén también con él. Su Espíritu fiel ha sido dado a los suyos para que sean fieles y no le traicionen. Incluso en los casos cuando somos defraudados por otros hermanos podemos elevarnos por encima de sus efectos devastadores poniendo la mirada en aquel que es el Autor y perfeccionador de nuestra fe. La fe que vence al mundo y sus traiciones.

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TIEMPOS FINALES – Impetuosos

Pero debes saber esto: que en los últimos días vendrán tiempos difíciles. Porque los hombres serán… impetuosos…  (2 Timoteo 3:1,4).

Las obras de cada persona son el resultado de su propia naturaleza. Antes de hacer somos. Me llama la atención que el apóstol no tiene dudas en su exposición. Los hombres serán. No hay lugar a la incertidumbre por las circunstancias o factores externos. Por el contrario, él ve una sociedad caracterizada por la manera de ser de sus ciudadanos. Y porque los hombres serán de una determinada forma de carácter producirán una generación acorde a ello. Las sociedades se forman por las personas que las componen. Las generaciones pueden ser de una forma u otra en función del carácter predominante de sus gentes. Esto no excluye otro tipo de personas, pero la identidad de una generación la forman sus hombres más relevantes y determinantes. Aquí se nos dice que serán impetuosos. ¿Qué significa? Que se mueven de modo violento y rápido, así es como lo define el diccionario de la lengua española. Muy revelador. Volvemos a encontrarnos con la violencia como estilo de vida en la generación que precede al reinado mesiánico. La impetuosidad es la norma. La impaciencia nos domina. La inquietud nos atenaza. Todo menos paz, la paz del reino de Dios. La competitividad exige rapidez y esta hay que imponerla a cualquier precio llevándose por delante a quién sea. El profeta Daniel también habla del tiempo del fin y dice: Muchos correrán de aquí para allá (Daniel 12:4). Impetuoso también significa comportarse de manera impulsiva o irreflexiva. Se impone la acción sobre la reflexión, por lo tanto, se cometen más errores. No se piensa en las consecuencias, solo en llegar para volver a empezar de nuevo. El alma se aflige y se cansa, aparecen tensiones y sobrecargas que terminan por afectar a nuestro cuerpo con daños tal vez irreparables. Queremos parar pero no podemos, una fuerza extraña se ha apoderado de nosotros y nos domina. Vivimos como esclavos en una sociedad libre.

La respuesta a esta agitación irrefrenable la encontramos en el evangelio. Las buenas nuevas anuncian la llegada del príncipe de paz a la tierra. Su mensaje vuelve a resonar en nuestros oídos con este llamamiento: Venid a mi todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo  sobre vosotros, y aprended de mí que soy manso y humilde de corazón, y hallareis descanso para vuestras almas, porque mi yugo es fácil, y mi carga ligera. El evangelio contiene esta verdad: A los que de antemano conoció, también los predestinó a ser hechos conforme a la imagen de su Hijo (Romanos 8:29). El Mesías es la respuesta a estos tiempos peligrosos.

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TIEMPOS FINALES – Envanecidos (infatuados)

Pero debes saber esto: que en los últimos días vendrán tiempos difíciles. Porque los hombres serán… envanecidos (infatuados)…  (2 Timoteo 3:1,4).

Envanecerse es provocar vanidad o soberbia sobre sí mismo o sobre otros. Ambos supuestos son especialmente nocivos. Caer en la vanidad es entregarse a uno mismo como el centro de todas las cosas. Provocar envanecimiento en otros (adular) tiene como fin sacar provecho propio, usar, manipular, para luego desechar con los argumentos radicalmente opuestos. Si pensamos en los hombres como infatuados, tal como se traduce en la Biblia Reina Valera del 60, debemos saber que significa falto de razón y entendimiento, también es estar llenos de presunción o vanidad infundada y ridícula. El hombre de hoy es muy dado a auto engañarse. Hace cualquier cosa por pura vanidad personal. Aunque sepamos que lo que dicen de nosotros no es del todo cierto, preferimos creerlo mientras se nos adule y fortalezca nuestra necesidad de reconocimiento. De esta forma es tan fácil manipular a las masas si solamente le decimos lo que quieren oír, aquello que infla su vanidad y ego. Tenemos una legión de predicadores dedicados a llenar de palabras infladas a las masas que luego usan para sus propios fines e intereses. Una generación tan dependiente de la adulación personal es débil. Cuando los hombres buscan, como un fin en sí mismo, que se hable bien de ellos, quedan atrapados inmediatamente en las corrientes de moda que parecen responder a su necesidad. Sin embargo, en muchos, muchísimos casos, es solo un uso interesado, un objeto de usar y tirar que cuando no sirve a los intereses necesarios es depreciado sin escrúpulos. Una sociedad envanecida es superficial. Una generación infatuada es aquella que no se mueve por razones basadas en la verdad. Los valores quedan sometidos al interés económico y aquello que produce satisfacción personal, vanidad, que nos permite medrar sin escrúpulos y a costa de quién sea.         Sin principios ni valores. Nihilista. Decadente.

La respuesta a la vanidad y el envanecimiento desmesurado que nos anega en esta generación la encontramos mirando el modelo del Mesías. Cuando quisieron apelar a su vanidad pretendiendo hacerle rey se retiro al monte solo (Jn.6:14,15). El Maestro no se fiaba de ellos, porque sabía lo que había en sus corazones (Jn.2:23-25). Cuando quisieron retenerle en una ciudad y hacerle «hijo predilecto», «hombre del año», Jesús dijo que tenía que recorrer otras ciudades anunciando el evangelio (Lc.4:42-44). Cuando el diablo le tentó con los reinos de este mundo y la gloria de ellos, dijo: ¡Vete, Satanás! Jesús, reinando en nuestros corazones, es el antídoto para vencer la vanidad.

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TIEMPOS FINALES – Amadores de los placeres

Pero debes saber esto: que en los últimos días vendrán tiempos difíciles. Porque los hombres serán… amadores de los placeres (deleites) en vez de amadores de Dios… (2 Timoteo 3:1, 2,4).

Definitivamente la cultura del placer se ha instalado en la sociedad postmoderna. Su búsqueda ocupa los mayores esfuerzos del ser humano actual. Hemos abandonado la cultura del esfuerzo, la disciplina, la abnegación. Estamos orientados hacia lo placentero. Si da placer es bueno, aunque su final sea camino de muerte. Juntamente con esta filosofía hemos perdido la perspectiva eterna del hombre. El ámbito trascendente de la vida humana ha perdido su interés y lo ha ocupado el deseo por las cosas materiales. Hemos invertido el mandamiento: Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, por este otro: Amarás los placeres y deleites poniendo toda tu fuerza en conseguirlos. La gravísima novedad de este cambio es que no estamos hablando del mundo incrédulo y alejado de Dios, sino de aquellos que se llaman cristianos pero tienen como máxima en su vida buscar la satisfacción personal, el logro de sus metas, la realización personal, poniendo como base de sus vidas la búsqueda del placer y la felicidad. En este caso hemos invertido el evangelio de Jesús por un evangelio de placeres y deleites. Nos motiva aquello que nos hace sentir bien: la música, el baile, el teatro, la pertenencia a un club social que nos da reconocimiento y suple las necesidades anímicas del hombre. Por ello es tan fácil engañar a esta generación. Por ello es sumamente posible desviar a congregaciones enteras detrás de la vanidad, el entretenimiento, el brillo de Babilonia y el engaño de las riquezas. No nos engañemos. Una gran parte del esfuerzo de las iglesias está dirigido a conseguir que sus miembros alcancen placer, sea emocional, físico o espiritual. Hay placeres de todos los tipos. La idolatría por el placer ha confundido nuestros sentidos. El yugo de los deleites temporales del pecado pasa factura siempre, y cuando viene a cobrarla quedamos definitivamente sometidos a su poder.

La respuesta a este engañoso evangelio es el verdadero y único mensaje del evangelio. La palabra de Dios a Moisés le libró del brillo y la fascinación de Egipto. Por la fe Moisés, cuando era ya grande, rehusó ser llamado hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los placeres temporales del pecado, considerando como mayores riquezas el oprobio de Cristo que los tesoros de Egipto; porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin temer la ira del rey, porque se mantuvo firme como viendo al Invisible (Hebreos 11:24-27 LBLA). La palabra eterna nos librará del engaño de los placeres temporales del pecado.

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TIEMPOS FINALES – Tendrán apariencia de piedad

Pero debes saber esto: que en los últimos días vendrán tiempos difíciles. Porque los hombres serán… que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella…  (2 Timoteo 3:1, 2,5).

Esta característica de los hombres de los últimos tiempos va dirigida directamente al mundo religioso. Este texto en la Biblia NTV se traduce así: Actuarán como religiosos pero rechazarán el único poder capaz de hacerlos obedientes a Dios. La doctrina de la piedad es sana doctrina. Los creyentes piadosos se conforman con las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo, y a la doctrina que es conforme a la piedad (1 Tim.6:3). Los que no lo hacen están envanecidos, no entienden nada, tienen un interés morboso en discusiones y contiendas de palabras, de las cuales nacen envidias, pleitos, blasfemias, malas sospechas, y constantes rencillas entre los hombres de mente depravada, que están privados de la verdad, que suponen que la piedad es un medio de ganancia (1 Tim.6:4-5 LBLA). Aparentar piedad puede producir en algunos casos un buen negocio. Muchos lo están haciendo en nuestros días. Con palabras infladas, un tono modulado y una puesta en escena aparentemente benefactora, cobijan intereses ocultos, falsa piedad, falsas profecías de bienestar y éxito para conseguir beneficio propio. Muchos han encontrado una buena forma de ganarse la vida en el ámbito religioso. Surgen iglesias como setas por todas partes. Un pequeño grupo de personas y se monta un «negocio» familiar, se fabrica un producto con apariencia de evangelio, apariencia de unción, apariencia de piedad, proclamando unas cuantas palabras de la Biblia a nuestro interés y antojo. Se pone énfasis desmedido en diezmos y ofrendas para sostenerlo y una larga lista de actividades que ofrecerán respuestas fáciles a la complejidad de la vida. Pero las obras de cada uno se harán notorias más pronto o tarde. La obra de cada uno la probará el fuego, y lo que ha sido edificado sobre heno, paja y hojarasca, el fuego lo quemará. La que ha sido construida sobre oro, plata y piedras preciosas permanecerá.

La respuesta a esta trampa del corazón engañoso del hombre la encontramos en el evangelio de Jesús que enseña: Guardaos de la levadura de los fariseos que es la hipocresía (Lc.12:1). El Maestro dice: No juzguéis según las apariencias (Jn.7:24). Porque la apariencia de este mundo se pasa, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre (1 Jn.2:17). Debemos madurar para poder discernir lo precioso de lo vil, lo santo de lo profano, el bien del mal. El alimento sólido es para los adultos, los cuales por la práctica tienen los sentidos ejercitados para discernir el bien del mal y no ser llevados por todo viento de doctrina, sino seguir la verdad en amor (Efesios 4:14,15).

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TIEMPOS FINALES – A estos evita

Pero debes saber esto: que en los últimos días vendrán tiempos difíciles. Porque los hombres serán… a estos evita…  (2 Timoteo 3:1, 2,5).

Hay personas a las que debemos evitar. Esta no es una cuestión de cobardía o desprecio, es protección. El salmista nos dice: Bienaventurado el varón que no anda en el consejo de los impíos, ni se detiene en el camino de los pecadores, ni se sienta en la silla de los escarnecedores  (Sal. 1:1 LBLA). El apóstol Pablo da por hecho que su discípulo se va a encontrar ya en su tiempo con hombres de un determinado carácter a los cuáles debe evitar. ¿Qué hombres son estos? Los amadores de sí mismos, los avaros, jactanciosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, desenfrenados, salvajes, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, envanecidos, amadores de los placeres en vez de amadores de Dios; los que tienen apariencia de piedad; y concluye: ¡Aléjate de esa clase de individuos! El hombre que causa divisiones una y otra vez hay que desecharlo (Tito 3:10); son palabras del apóstol. Nosotros a veces pretendemos mantener un «buenísmo» que nada tiene que ver con la verdad sino con un nivel muy bajo de la justicia. El Señor le dijo a Samuel: No ruegues mas por él [Saúl] porque yo lo he desechado. Y si hay hombres a quienes debemos evitar, hay otros a quienes debemos respetar, imitar, seguir su ejemplo y modelo. Pablo dijo: Sed imitadores de mí, así como yo lo soy de Cristo (1 Co. 11:1). Someteos a hermanos como ellos y tenerlos en alta estima (1 Tes. 5:12,13). Más adelante en este mismo capítulo, el apóstol va a hablar del hombre de Dios, aquel que debe tener la verdad de la palabra como el fundamento de su vida. Lo veremos en las próximas meditaciones. Pero ahora, Timoteo debe evitar la compañía de ciertas personas que dicen y no hacen. Confiesan una cosa y viven otra. Por sus frutos se les conoce. El carácter de los hombres de los últimos tiempos tiene unas características tan nocivas que lleva a muchos justos a experimentar una gran soledad. El profeta Isaías menciona la soledad en muchas ocasiones como experiencia de los hombres de Dios (Is.43:18-20; 51:3).

La respuesta volvemos a encontrarla en el evangelio de Dios que nos une al Hombre por excelencia. Al Hijo del Hombre. Porque hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo Hombre. El fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado; por tanto, es poderoso para socorrer a los que somos tentados. El sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo para que nuestro ánimo no se canse hasta desmayar. Jesús es nuestro modelo. Debemos poner nuestra mirada en él y mantener la comunión con aquellos que están siendo modelados a su imagen.

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TIEMPOS FINALES – Aprendiendo sin conocer la verdad

Pero debes saber esto: que en los últimos días vendrán tiempos difíciles. Porque (mujeres débiles NVI)… siempre están aprendiendo, y nunca llegan al conocimiento de la verdad” (2 Timoteo 3:1, 2, 6,7).

En los textos que nos ocupan ahora hay un giro que debemos entender. El apóstol sigue hablando de estos hombres sin escrúpulos que se meten en las casas y llevan cautivas a las mujercillas cargadas de pecados, arrastradas por diversas concupiscencias. Y luego dice de estas mujeres, que es el texto que nos ocupa: Estas siempre están aprendiendo, y nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad. Por supuesto que se puede aplicar también a los hombres, pero es curioso que Pablo exponga detalladamente algunas de las prácticas de estos hombres con apariencia de piedad. Ponen su mirada en personas fáciles de manipular. Entran en las casas con intereses espurios. Inducen a mujeres pecadoras, esclavas de diversas concupiscencias, con un entendimiento muy limitado, y les enseñan palabrerías difíciles de comprender pero que tienen apariencia de elocuencia y profundidad. Siempre es más fácil manipular a los ignorantes que a los que piensan y están formados. Hacen un sinfín de cursillos, están atadas a actividades eclesiásticas de todo tipo pero la verdad no forma parte de ellas. Podemos estar aprendiendo muchas cosas superfluas y vivir alejados de la verdad. Podemos vivir engañados creyendo que sabemos algo cuando en realidad no sabemos nada como debemos saberlo. Es una enseñanza que no transforma nuestra vida. Hay muchos evangelios falsos que mantienen ocupadas a millones de personas y sin embargo viven tan alejados de la verdad. Hay tantos creyentes corriendo de conferencia en conferencia, de maestro en maestro, y nunca son transformados. La verdad parece eludirles.

La respuesta está en el verdadero evangelio. Jesús dijo a los que habían creído en él: Si vosotros permanecéis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres (Jn.8:31-32). La verdad es Jesús. Si tenemos a Jesús tenemos la verdad en nuestros corazones. Toda nuestra vida, unida a él, será un descubrimiento de la plenitud que hay en Jesús. La voluntad de Dios es que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad (1 Tim. 2:4). El Mesías ha venido lleno de gracia y de verdad (Jn.1:14) para que tomemos de su plenitud; porque la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo (Jn.1:16-17). No se trata de infinidad de estudios, ni de gnosis (conocimiento) oculta, sino de la revelación de Jesucristo en su palabra y por Su Espíritu.

 

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TIEMPOS FINALES – Resisten a la verdad

Pero debes saber esto: que en los últimos días vendrán tiempos difíciles. Porque habrá hombres… que resisten (se oponen a) la verdad… (2 Timoteo 3:1, 2, 8).

Si hay un tiempo cuando se combate la verdad revelada y absoluta con verdadera saña, incluso desde las leyes humanas, es hoy. Resistir la verdad es oponernos a Dios. Revolvernos contra la revelación del Hijo de Dios, que manifestó como nadie lo ha hecho ni podrá hacerlo, ser la verdad manifestada en carne; es unirnos a Janes y Jambres, aquellos magos egipcios que según la tradición judía se opusieron a Moisés. El apóstol lo argumenta aquí de forma impecable: Y así como Janes y Jambres se opusieron a Moisés, de la misma manera estos también se oponen a la verdad… pero no progresarán más, pues su insensatez será manifiesta a todos, como también sucedió con la de aquellos dos. Se refiere a «predicadores» que se meten en las casas y enseñan cosas que nunca alcanzan el nivel de la verdad porque se están oponiendo a ella. Curioso. Pasan por maestros de la verdad y a la misma vez la resisten ¿cómo es esto? Tienen apariencia de verdad, lenguaje de verdad, versículos de la Biblia, pero con sus hechos la niegan. Venden una apariencia de verdad, levantan sistemas religiosos, pero niegan su eficacia porque en su corazón la resisten, no están sujetos a la verdad, sino a «su» verdad. Como se dice hoy: «la verdad ha muerto, viva mi verdad». Podemos oponernos a la verdad de diversas formas. Una confrontándola abiertamente, negándola. Pero en otros casos se hace desde una posición sutil, debilitándola mediante argumentos que la deforman y adaptan al nivel humano. Es una verdad agradable al oído según la comezón de oír, es decir, lo que queremos escuchar. Amar a todos, comprender a todos, contentar a todos. Sin embargo, está escrito: el amor se goza de la verdad (1 Co.13:6). Hablar de verdades absolutas se ha convertido en una posición peligrosa por ser acusado de intolerante, alejado del laicismo dominante. Un sincretismo perverso que mezcla todo para diluir la verdad en un océano de ambigüedades, todas respetables, pero falsas.

La respuesta del evangelio nos enseña que la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. Jesús es la verdad. El Hijo de Dios la ha dado a conocer. La trajo del cielo en las palabras recibidas del Padre. La transmitió a sus apóstoles, la vivifica el Espíritu Santo y ha quedado recogida en las Sagradas Escrituras. No conformarse a la doctrina de la piedad y la verdad es estar envanecidos. Jesús murió por la verdad. Esteban fue apedreado por defenderla. Y todos los que quieren vivir piadosamente padecerán la persecución de los hombres que detienen con injusticia la verdad.

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TIEMPOS FINALES – Corruptos de entendimiento

Pero debes saber esto: que en los últimos días vendrán tiempos difíciles. Porque habrá hombres… corruptos de entendimiento (mente depravada) (2 Timoteo 3:1, 2, 8).

La batalla está en la mente. Dice el proverbio: Cuál es su pensamiento en su corazón, tal es. O como se traduce en la Biblia de las Américas: pues como piensa dentro de sí, así es (Pr.23:7). ¿Y cómo se forma la mente en su modo de pensar? Mediante la verdad. ¿Y cuál es la verdad? Jesús, el Hijo de Dios. ¡No me gusta! ¡No lo acepto! ¡Es absoluto! ¡Es restrictivo! ¡No da opción a otras religiones! ¡Impide la concordia y la paz universal! ¡Nadie puede estar totalmente seguro, es muy soberbio afirmarlo! La mente humana y todos sus argumentos altivos que se levantan contra el conocimiento de Dios (2 Co.10:4). La fe viene por el oír con un corazón arrepentido y necesitado. La incredulidad y la apostasía también vienen por el oír doctrinas de demonios. Ahora, pensemos. Los pensamientos humanos pueden estar producidos por doctrinas de demonios, por el contrario, la verdad revelada está sujeta a un corazón contrito y humillado a quién el Espíritu de Dios revela lo profundo de Dios. La sabiduría del mundo pierde a Dios, porque Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes. Dios esconde la verdad en aquellos de entendimiento corrupto, mente depravada. Sin embargo, la revela a los niños, los menospreciados, los que nada son, para que nadie se jacte en su presencia. Complejo. Humillante para el hombre sabio en su propia opinión. Pablo dice: Y si todavía nuestro evangelio está velado, para los que se pierden está velado, en los cuales el dios de este mundo ha cegado el entendimiento de los incrédulos, para que no vean el resplandor del evangelio de la gloria de Cristo, que es la imagen de Dios (2 Co.4:3,4 LBLA). Una mente corrompida inventa toda clase de males. Inventores de males (Ro.1:30). ¡Ay de los que planean la iniquidad, los que traman el mal en sus camas! Al clarear la mañana lo ejecutan, porque está en el poder de sus manos. Codician campos y se apoderan de ellos, casas, y las toman. Roban al dueño y a su casa, al hombre y a su heredad (Miqueas 2:1,2).

La respuesta de Jesús en el evangelio dice: Mi enseñanza no es mía, sino del que me envió. Si alguien quiere hacer su voluntad, sabrá si mi enseñanza es de Dios o si hablo de mí mismo (Jn.7:16,17). Por tanto, la revelación de la verdad está ligada al estado del corazón del hombre, por una parte; y por otra, al sometimiento de nuestra voluntad a la de Dios. Escogemos. Y al hacerlo, se pone de manifiesto de que espíritu somos: amantes de la verdad o corruptos de entendimiento. Escoge a Jesús y andarás en la luz de la verdad.

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TIEMPOS FINALES – Réprobos en cuanto a la fe

Pero debes saber esto: que en los últimos días vendrán tiempos difíciles. Porque habrá hombres… réprobos en cuanto a la fe (reprobados en lo que respecta a la fe) (2 Timoteo 3:1, 2, 8).

Estos hombres son los que han resistido la verdad, de mente depravada, y que tienen la piedad como fuente de ganancia. Son los que no han superado la prueba de la fe, han suspendido y viven bajo condenación. No suena muy popular pero es el sentido de la enseñanza del apóstol. Reprobado significa haber suspendido en la prueba de la fe. Sin fe es imposible agradar a Dios, y todo lo que no proviene de fe es pecado. El justo vive por fe y si retrocede no agradará a mi alma. Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para la preservación del alma (Hebreos 10:38-39). Pablo lo enseña a los creyentes de Corinto. Poneos a prueba para ver si estáis en la fe; examinaos a vosotros mismos. ¿O no os reconocéis a vosotros mismos de que Jesucristo está en vosotros, a menos de que en verdad no paséis la prueba? (2 Co.13:5). Vivimos días peligrosos porque los hombres pueden aparentar tener fe pero no conformarse a la doctrina de la piedad, sino a sus propias deseos. Podemos tener el lenguaje de la fe, conocer textos bíblicos, mantener actividades religiosas pero vivir reprobados en cuanto a la fe. Es usar la gracia como pretexto para la disipación y vanidad. Es la gracia barata que no se sostiene sobre la verdad sino sobre nuestros propios caprichos carnales. Es confesar una cosa y vivir otra. Los profetas de Israel fueron rotundos al denunciar estas prácticas de falsa religión. Jesús fue durísimo con la apariencia de piedad de muchos fariseos. Vivimos días de apostasía por un lado, y de una fe acomodada a pensamientos humanistas que se alejan de la verdad revelada en el evangelio por otra. Parece haber muchos creyentes en ciertos lugares pero sin la transformación que se les supone a los hijos de Dios. Es fácil imitar la fe. El trigo y la cizaña se parecen mucho, pero el fruto es muy distinto. Haremos bien en seguir el consejo apostólico y examinarnos para ver si estamos en la fe del Hijo de Dios, crucificados con él, muertos con él, resucitados con él. El que piense que está firme mire que no caiga. Tomemos en serio el fundamento de los apóstoles.

La respuesta volvemos a encontrarla en el evangelio donde la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: el justo por su fe vivirá. La fe sin obras está muerta. Y la fe obra por el amor. El justo ama la justicia y vive en luz. Si decimos pero no hacemos nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros. Si permanecemos en la fe del Hijo de Dios sabemos que tenemos vida eterna.

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TIEMPOS FINALES – Dolores de parto (1)

Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca (Lucas 21:28)

         Enlazando con la esperanza de su venida tenemos la pregunta recurrente sobre cuándo será ese momento y que señales habrá de su venida. En los próximos capítulos iremos viendo algunas de las señales más evidentes del advenimiento del día del Señor, es decir, el momento cuando será establecido el reino mesiánico en la tierra. Porque su venida tiene que ver con el reino prometido a David. Dijimos que esa es la esperanza de Israel, lo sigue siendo hoy. Era lo que esperaban muchos en Israel en los días cuando apareció el Mesías. Las cosas no acontecieron como algunos esperaban y la separación entre la comunidad judía que creyó en Yeshúa como el Hijo de Dios, aquel del que hablaban los profetas; (como le dijo Felipe a Natanael: Hemos hallado a aquel de quien escribió Moisés en la ley, así como los profetas: a Jesús, el hijo de José, de Nazaret. Jn.1:45); y la congregación de gentiles, se fue distanciando más y más hasta quedar completamente separadas durante los últimos dieciocho siglos. Fue un proceso gradual e irreversible que condujo a la primacía de la iglesia sobre la sinagoga, el abandono de muchas de las raíces hebreas de la fe del evangelio, dado que el nuevo liderazgo de la iglesia fue mayoritariamente de procedencia gentil, en detrimento del liderazgo primigenio de los apóstoles judíos. Vino la persecución, que primeramente había sido de los judíos sobre los cristianos; se volvió al revés cuando la nueva religión se institucionalizó en el Imperio Romano, dando lugar a la teología del reemplazo y una historia luctuosa que no podemos abordar aquí. Pero ahora, habiendo sido llevados cautivos los judíos a todas las naciones, y hollada Jerusalén por los gentiles, hasta que el tiempo de los gentiles se cumpla (Lc.21:24), se inicia un retorno a la esperanza del reino mesiánico, precedido por los dolores de parto antes del alumbramiento. En este tiempo de dolores de parto se suceden distintos acontecimientos, algunos de los cuales anunció Jesús en su discurso a los discípulos antes de ser entregado a la cruz. Leamos. Entonces habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, confundidas a causa del bramido del mar y de las olas; desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra. Y añade: Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca (Lc.21:25-28).

         Los dolores de parto permanecerán durante un tiempo indeterminado anunciando el preludio de la redención de Israel.

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TIEMPOS FINALES – Dolores de parto (2)

Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca (Lucas 21:28)

         La historia de la iglesia ha tenido décadas, incluso siglos, dedicados al debate de algún punto doctrinal y teológico. En los siglos II, III y IV fue la naturaleza del Hijo, si era Dios y Hombre; solo Dios; solo Hombre; o ambas naturalezas. El pasado siglo XX fue testigo de un debate largo, muy largo, ―aún no ha terminado― sobre los acontecimientos y señales de los últimos tiempos. Se han dicho toda clase de disparates. Algunos ya pasaron de moda, otros permanecen en forma de doctrina. Se ha hecho teología ficción especulando sobre quién será el anticristo, cómo será el arrebatamiento, si la tribulación es antes o después de la venida de Jesús. En definitiva, todo un compendio de posturas divergentes sobre las señales del fin. Nosotros no vamos a entrar en ese debate aquí, anotaremos algunas de las señales que nos parecen más relevantes. Hemos iniciado este apartado sobre las señales de su venida con lo que la Biblia llama dolores de parto, o principio de dolores (Mt.24:8). Detengámonos en el contexto del pasaje donde se mencionan los acontecimientos anteriores a la redención de la que habla el Señor en Lucas 21. Observemos que una vez más se alude a la redención para el pueblo de Israel y todos aquellos que esperan su venida. Una redención, según la mentalidad judía de la época, física en primer lugar, liberación de la esclavitud; así como de una dimensión espiritual que alcanza al espíritu del hombre. El mensaje redentor que anunció Jesús en la sinagoga de Nazaret comprendía elementos físicos y espirituales. Veamos. El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor. Jesús sanó a los ciegos físicos. Trajo perdón de pecados. Puso en libertad a los oprimidos por el diablo y anunció buenas noticias a los pobres. Aspectos físicos y espirituales de la redención. Ahora anuncia señales en el sol, la luna y las estrellas; en la tierra angustia de las gentes, confusión y desfallecimientos por el temor que sobreviene como dolores de parto anteriores a la redención final que preceden a su segunda venida. No olvidemos: redención literal y espiritual. Lo iremos viendo.

         Hay una diversidad de dolores en forma de angustia, confusión, desfallecimientos y temor que preceden a la venida redentora del Mesías.

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TIEMPOS FINALES – Dolores de parto (3)

Y oiréis de guerras y rumores de guerra; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo acontezca; pero aún no es el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes y hambres y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores (Mateo 24:6-8)

         La vida natural viene precedida por dolores de parto que empujan su alumbramiento. Cuando Jesús nació en Belén como la luz verdadera que alumbra a todo hombre hubo dolores. Murieron muchos niños inocentes por la sentencia de Herodes. Dolores en Israel. En el tiempo cuando nació Moisés,  ―legislador y libertador de los hebreos―, para ser instrumento de Dios en la redención de Israel, hubo muchos niños hebreos que murieron por una sentencia de Faraón. Hoy estamos asistiendo, de forma aparentemente aséptica, al sacrificio de millones de niños en el seno materno mediante el aborto, por sentencia de los gobiernos que permiten y apoyan el asesinato de niños inocentes en todas las naciones antes del alumbramiento de un nuevo día. Parece una ley inexorable que antes de la luz viene un tiempo de gran oscuridad. El pueblo asentado en tinieblas luz le resplandeció (Mt.4:16). La luz en las tinieblas resplandece (Jn.1:5). Dios mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, y es el que resplandeció en nuestros corazones, para la iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo (2 Co.4:6). No es una novedad decir que vivimos tiempos de gran oscuridad por muy diversos motivos, lo cual vuelve a enseñarnos que estamos a las puertas del día con más luz. Como dice el apóstol Pedro: Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones (2 Pedro 1:19). La Escritura enseña con claridad que la vida se abre camino mediante dolores de parto, y la luz se manifiesta después de grandes oscuridades. Es la enseñanza de Jesús al anunciar los días anteriores a su venida. Hay una serie de acontecimientos concatenados en una sucesión imparable y sucesiva: guerra y rumores de guerra, levantamientos nacionalistas de nación contra nación y reino contra reino ―un mensaje claro del despertamiento de los nacionalismos―; también vemos aquí un gobierno supranacional o global, y pestes, —pandemias—, y hambres, y terremotos, todo ello como principio de dolores. Es muy similar a los «ayes» continuados que aparecen en Apocalipsis y los profetas.

         La continuidad de los dolores de parto, −contracciones seguidas−, del tiempo presente, anuncia el inminente regreso del Rey a Jerusalén.

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TIEMPOS FINALES – Dolores de parto (4)

… Y en la tierra angustia de las gentes, confundidas a causa del bramido del mar y de las olas; desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra… Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nube con poder y gran gloria… Cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios (Lucas 21:25-31)

         Siguiendo con los «ayes» que vimos en nuestro anterior capítulo, esa sucesión ininterrumpida de acontecimientos, y enlazando con el texto de Lucas donde aparece la misma enseñanza de Jesús sobre el tiempo anterior a su venida, veamos ahora algunos ejemplos más. En la tierra angustia de las gentes. Angustia. Nuestro diccionario define este término de la siguiente manera: «estado de intranquilidad o inquietud muy intensa causado especialmente por algo desagradable, la amenaza de una desgracia o un peligro». Hay una diversidad de sucesos que pueden producir angustia, entre ellos: crisis económicas, la incertidumbre sobre el futuro, no poder cobrar la pensión en su día, no poder ayudar a los hijos en sus necesidades, la inestabilidad de los gobiernos ante el movimiento de masas migratorias, especialmente de origen islámico, que no se adaptan a las normas del país de acogida, sino que pretenden implantar su forma de vida basada en la ley sharía. Angustia ante la impotencia de los fenómenos naturales como terremotos sucesivos en ciertos países, huracanes, tsunamis de una intensidad nunca vista, enfermedades nuevas para las que no hay cura por el momento. Angustia que no encuentra resortes para sostenerse produciendo enfermedades del alma como la ansiedad, depresiones con un cuadro de dolencias psicosomáticas que mantienen a sociedades enteras confundidas y desfalleciendo en su ánimo por el temor a las oleadas sucesivas de circunstancias que se acumulan sin dar tregua. Aparece en las sociedades más avanzadas el mayor índice de suicidios que contradice el argumento de que el materialismo y el bienestar traen la felicidad. La falta de sentido de dirección y futuro, la ausencia de incentivos duraderos para sostener la esperanza conduce a las multitudes al desenfreno por el placer temporal, sin valores, ni principios. Gobernantes que hacen cosas que no convienen. Todo ello dolores de parto. Principio de dolores que anuncian la llegada del día. Entonces verán… Sabed que está cerca el reino de Dios. La redención final.

         Los dolores de parto anuncian el alumbramiento de un nuevo día, no bajo los parámetros del presente siglo malo, sino mediante los poderes del siglo venidero de justicia y paz por el retorno del príncipe de paz.

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TIEMPOS FINALES – Dolores de parto (5)

La mujer cuando da a luz, tiene dolores, porque ha llegado su hora; pero después que ha dado a luz un niño, ya no se acuerda de la angustia, por el gozo de que haya nacido un hombre en el mundo. También vosotros ahora tenéis tristeza; pero os volveré a ver, y se gozará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestro gozo (Juan 16:21,22)

         Ciertas enseñanzas placenteras como el denominado Estado del Bienestar, o teologías escapistas que enseñan un arrebatamiento antes de la tribulación, han educado a las nuevas generaciones en una conciencia hechizada mediante falsa seguridad. Me explico. Nosotros no sufriremos, piensan algunos, las generaciones anteriores de cristianos sí, nosotros no. Israel sí. La iglesia no. Aunque el mensaje de Jesús sea: en el mundo tendréis aflicción, no lo hemos oído, tenemos comezón de oír, hemos adaptado nuestro oído a la comodidad de nuestras apetencias. Estamos diseñados para eludir el sufrimiento. A nadie le gusta sufrir. Procuramos la comodidad. Aunque sabemos que vivimos en un mundo caído necesitado de redención final.  Con esto no estoy abogando por una conciencia fatalista, hay esperanza, Jesús dijo: pero confiad, yo he vencido al mundo. Lo cual no anula los tiempos de sufrimiento por diversos motivos; padecimientos por causa del evangelio. No es para todos igual, ni en todos los lugares. Pero debemos estar preparados sabiendo que vivimos en un mundo incierto, inestable, movible, y si nos aferramos a esta vida terrenal la perderemos, pero si vivimos con la mirada puesta en el Autor de la vida, en las cosas de arriba, en el reino venidero, la ganaremos. El corazón es engañoso y fácil de modelar hacia una conciencia de placer y bienestar pero falsa. Dicen paz, paz, pero no hay paz. La violencia predomina. Nos queda el evangelio, que contiene esperanza, la gloriosa esperanza de su venida en poder y gloria para reinar en Jerusalén. Ese día es anhelado por la misma creación, que ha sido sujetada a vanidad, esperando la manifestación gloriosa de los hijos de Dios. Primero gemidos (Rom.8:19-23). Y no solo gime la creación. Nosotros, los hijos de Dios, también gemimos ante el predominio de las injusticias y la mentira esperando la adopción y redención de nuestros cuerpos de muerte para ser liberados de la esclavitud a la libertad gloriosa de hijos. Algunos lo quieren ya aquí y ahora, pero es dar coces contra el aguijón. Ese diseño pertenece al siglo venidero, bajo el reinado del Mesías-Rey. Tenemos las primicias del Espíritu pero no la plenitud. En nuestro texto dice Jesús: Os volveré a ver, y se gozará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestro gozo.

         Una de las señales inequívocas de su venida, con sus múltiples facetas, son los dolores de parto que anuncian el nacimiento de un nuevo día.

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TIEMPOS FINALES – Aumento de la maldad (1)

… Y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará (Mateo 24:12)

         La conjunción «y» se usa habitualmente como valor de unión, suma o adición, sirve para añadir un nuevo elemento. En nuestro recorrido añade una nueva señal de los tiempos finales. Da continuidad a los sucesos enlazados anteriores al advenimiento del Mesías-Rey. El texto que tenemos para meditar introduce una consecuencia del aumento de la maldad: el amor de muchos se enfriará. Ambas realidades van juntas. Hay un aumento de la maldad que produce un enfriamiento del amor. Es la triste realidad de la iglesia de Laodicea, abandonaron su primer amor. Estamos asistiendo, sin duda, a un aumento de la maldad en el corazón del hombre. La dureza se inicia cuando el ser humano no tiene en cuenta a Dios. No le da gracias, se envanece en sus razonamientos y su necio corazón es entenebrecido. Una sociedad sin Dios legisla sin temor de Dios. No hay Dios. Solo el hombre. No hay juicio. Solo ante los hombres, y estos pueden ser fácilmente engañados, de ahí la loca carrera para camuflar, aparentar, disimular, fingir, esconderse detrás de cierta educación en las formas, un tono de voz modulada que encubre la mentira como forma de vida. Filosofías relativistas. Nada es bueno ni malo. Por tanto, se impone el aumento de la maldad que navega bajo unos parámetros seculares sin control, inventando males, llamando a la luz tinieblas y a las tinieblas luz. El apóstol Pablo lo llama el misterio de la iniquidad que ya estaba en acción en sus días, y que irá en aumento, hasta que el Señor lo elimine con el espíritu de su boca, y lo destruya con el resplandor de su venida (2 Tes. 2:7-9). Este aumento de la maldad produce apostasía en los creyentes, y da paso a la manifestación del hombre de pecado, el hijo de perdición. Lo hemos visto ampliamente en la serie sobre el hombre condenado. El hombre de pecado vive dominado por el mal, un dueño a quién sirve con delectación y se complace con todos aquellos que practican el pecado en su gran diversidad de formas y manifestaciones. Cada día se suceden ante nuestros ojos noticias aterradoras  a través de infinidad de imágenes y mensajes en los medios de comunicación que hielan la sangre, todo ello está insensibilizando y hechizando a nuestra generación en una conformidad ante el mal que enquista la conciencia y la cauteriza. Los ejemplos son innumerables. La manipulación de la pandemia del coronavirus a la que estamos asistiendo es una prueba más de como la mentira predomina. Nuestro gemido debe ser el que adelante su venida.

         El aumento de la maldad produce el enfriamiento del amor que a su vez congela el alma anunciando la necesidad libertadora del reino mesiánico.

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TIEMPOS FINALES – Aumento de la maldad (2)

Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios (2 Tesalonicenses 2:3,4)

         El engaño adopta diversos tipos de formas. Puede ser por exceso o por defecto. Un exceso de expectativa en el retorno de Jesús puede dar lugar a neurosis del fin del mundo que producen un escapismo fuera de la realidad; ese tipo de actitudes se han vivido en distintas etapas de la historia de la iglesia. La última fue en el paso del siglo XX al XXI, donde tuvimos toda una serie de «profecías» del caos que dieron lugar a mil especulaciones. También hemos tenido las «profecías» sobre el calendario maya que databa el 2012 como el año del fin. Por otro lado, tenemos el engaño por defecto, que conduce a una mentalidad netamente materialista de la historia que tiene su única esperanza en el tiempo presente. Como dijo el apóstol: cuyo dios es su vientre, que solo piensan en lo terrenal. La Escritura anuncia señales antes del fin. Esas señales se van sucediendo progresivamente acumulando lo que se llama dolores de parto hasta alcanzar el punto álgido de dar a luz el día, un nuevo día, el día postrero, el día del Señor, cuando se inicia el reino mesiánico. La historia conduce inexorablemente a ese día. Una de esas señales es el aumento de la maldad. Una progresión cuantitativa y cualitativa de iniquidad que toma diversas formas. Siempre comienzan con un pensamiento. Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él (Pr.23:7). O como dice en la Biblia de las Américas: pues como piensa dentro de sí, así es. Esta verdad revela a ciertos intelectuales como portadores de nuevas ideas que penetran en la sociedad, alcanzan a los gobiernos que establecen leyes sujetas al nuevo paradigma de pensamiento para liberar ideologías que trastornan a naciones y continentes enteros. Si tomamos como referencia el final del siglo XIX y el inicio del XX vemos que el aumento de la maldad tomó formas ideológicas que condujeron a dos guerras mundiales con una devastación nunca vista antes. En palabras del historiador Paul Johnson, en su libro Tiempos modernos, donde dice: El siglo XIX asistió a la culminación de la filosofía de la responsabilidad personal, que fue la herencia conjunta del judeocristianismo y el mundo clásico. El abandono de estos valores dio entrada a una maldad estatal que veremos.

         La historia demuestra que en la primera década del siglo XX se dio inicio a un aumento de la maldad como resultado de las ideas relativistas y marxistas, hoy ampliadas con una agenda globalista en oposición al Dios de la Biblia.

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TIEMPOS FINALES – Aumento de la maldad (3)

Porque ya está en acción el misterio de la iniquidad; sólo que hay quien al presente lo detiene, hasta que él a su vez sea quitado de en medio. Y entonces se manifestará aquel inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida (2 Tesalonicenses 2:7,8)

         No estamos diciendo que la maldad comenzara a inicios del siglo XX, pero sí hubo un aumento de iniquidad como resultado de la materialización de las ideas anteriores, convertidas en ideologías, que establecidas en ciertos Estados dieron lugar a una devastación nunca antes vista. «El siglo XIX se interesaba esencialmente por el éxito moral o espiritual del individuo, era la filosofía de la responsabilidad personal, la idea de que cada uno de nosotros es individualmente responsable de sus actos, una herencia cuya base se asentaba en la cosmovisión judeocristiana y clásica» (Paul Johnson, Tiempos modernos). Sin embargo, en ese mismo siglo es cuando se gestaron las ideas del relativismo y el marxismo que explosionaron en el siglo siguiente con toda su virulencia. Especialmente cuando el aumento de la maldad pasó del individuo a los Estados. En palabras de Winston Churchill: La capacidad de destrucción del individuo, por perverso que sea, es reducida; la del Estado, por bien intencionado que sea, resulta casi ilimitada. La ley de la relatividad de Einstein derivó en relativismo moral, quien vivió lo suficiente para ver que el relativismo moral, a su juicio una enfermedad, se convertía en una pandemia social, así como vivió para ver que su fatal ecuación promovía el nacimiento de la guerra nuclear. Hacia el fin de su vida solía decir que había momentos en que deseaba haber sido un sencillo relojero. En las dos primeras décadas del siglo XX comenzó a difundirse la idea de que ya no existían absolutos. El relativismo dio forma al curso de la historia del siglo XX, actuando como un cuchillo que ayudó a cortar las amarras tradicionales de la sociedad en la fe y la moral de la cultura judeocristiana. Unido a la ausencia de responsabilidad personal que proponía Freud, queriendo demostrar que los sentimientos de culpa no respondían a ninguna forma de fragilidad humana, impidiendo el desarrollo de la civilización; y añadiéndole el materialismo de la filosofía marxista, desarmaron la conciencia individual para desclavar el soporte moral que fue el centro de la civilización europea del siglo XIX. Tenemos aquí (creo yo) el embrión del misterio de la iniquidad del que hoy somos herederos. Ese embrión se ha desarrollado a velocidad de vértigo las últimas décadas dando paso a la pretensión de imponer un gobierno global en oposición a Dios resucitando a Nimrod en Sinar.

         El misterio de la iniquidad se libera mediante ideologías relativistas y materialistas que dan lugar a una maldad ilimitada en las naciones de hoy.

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TIEMPOS FINALES – Aumento de la maldad (4)

Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y doctrinas de demonios; por la hipocresía de mentirosos que, teniendo cauterizada la conciencia… (1 Timoteo 4:1,2)

         El proceso degenerativo que conduce al aumento de la maldad en las personas es gradual. La historia del hombre está llena de sucesos de este tipo que acaban en manifestaciones de iniquidad abriéndose camino en la vida cotidiana trayendo dolor y muerte. Hemos dicho que el proceso generalmente se inicia con un pensamiento, que da lugar a un desarrollo más amplio convirtiéndose en ideología, y cuando conecta con otras personas que aceptan esa forma de pensar, producen una influencia en la sociedad que recogen los políticos para darle forma de ley y ejecutarlas mediante los poderes del Estado. No todos los pensamientos tienen la misma fuerza para introducirse en la sociedad, pero hay corrientes ideológicas que se establecen con un impulso sorprendente. En poco tiempo se extienden a sociedades enteras, quedando subyugadas bajo una tiranía que no puede explicarse de forma natural. El apóstol Pablo nos da una pista cuando habla de espíritus engañadores y doctrinas de demonios que llevan a muchos a la apostasía, porque han escuchado argumentos altivos, hechiceros y fascinantes, que pueden conducir a pueblos enteros a una conciencia cauterizada mediante la mentira. Lo vemos en los dos totalitarismos predominantes del siglo XX, el comunismo y el nazismo. Hoy lo tenemos en el islamismo y la agenda globalista. Cuando una ideología perversa es impulsada por huestes espirituales de maldad, encontrando la forma de expresarse en el mundo natural mediante hombres perversos y malos que le dan curso articulando argumentos altivos y cautivadores, para luego pasar a formar parte de la constitución de un Estado nacional, la multiplicación de la maldad y sus daños son ilimitados. La fuerza arrolladora del engaño y la manipulación del lenguaje se manifiesta en la naturaleza espiritual que la produce, formando doctrinas, filosofías e ideologías (relativismo moral, materialismo, comunismo, secularismo y nacionalismo son algunas de las predominantes en el siglo XX y que han formado nuestra generación actual) acelerando la maldad y causando dolor y muerte sin límite. Una conciencia cauterizada (personal o colectiva) justificará cualquier comportamiento por abyecto que pueda parecernos inicialmente. El ataque principal es contra la fe bíblica y sus valores, porque si la sal pierde su sabor…

         La noche está avanzada con su oscuridad más profunda, preludio del día del Señor que se acerca y debemos levantarnos del sueño.

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TIEMPOS FINALES – Aumento de la maldad (5)

… Andan en la vanidad de su mente, teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón; los cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza (Efesios 4:17-19)

         Vivir ajenos a la vida de Dios no significa no ser religioso. Se puede ser religioso sin tener la vida de Dios. Aprender dogmas, liturgia, ritos y tradiciones está al alcance del hombre natural y carnal. Una vez más vemos en este pasaje cómo se produce el deterioro que da lugar al aumento de la maldad. La vanidad de la mente y de los pensamientos significa seguir la corriente de este siglo en su forma de pensar predominante. Es vivir en los deseos de nuestra carne y de los pensamientos sin control (Ef.2:1-3). Los pensamientos no renovados por la verdad de la palabra de Dios dan lugar a una manera de pensar entenebrecida, es decir, un pensamiento oscuro, de tinieblas, fácilmente manipulado por el príncipe de la potestad del aire que opera en los hijos de desobediencia. Esa mente nos aleja de la vida de Dios mediante la ignorancia, produciendo una dureza de corazón que nos lleva a perder toda sensibilidad entregándonos a cometer todo tipo de engaños y malignidades. Todas ellas justificadas mediante un pensamiento armado sobre doctrinas de demonios y espíritus engañadores, liberando así en pueblos y naciones, incluso continentes, ideologías como las reseñadas (comunismo, nazismo, islamismo) o la de nuevo cuño llamada ideología de género. Esta ideología ha penetrado en los gobiernos de los países más avanzados del mundo dando lugar al aborto libre, el matrimonio de personas del mismo sexo, adoctrinando a los niños en una sexualidad basada en la caprichosa elección al margen de la naturaleza sexual propia de su biología natural. Además se impone de manera totalitaria, legislando contra todo aquel que discrepe de semejantes postulados que han sido elevados a la categoría de dogma absoluto, sin aplicarse en este caso el relativismo moral que sí se utiliza cuando se trata de los valores y principios judeocristianos. Esta ideología se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto, tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios (2 Tes.2:4). Paradójicamente, en los mismos países donde se legisla contra el Dios revelado en la Biblia se permite con sumisión la implantación de la religión islámica, que es un sistema totalitario, poniendo de manifiesto su paralelismo en naturalezas distintas pero complementarias. La naturaleza de pecado se encuentra allá donde se opone a Dios y su ley moral.

         El aumento de la maldad con sus múltiples manifestaciones es una prueba inequívoca que vivimos en la antesala del reino mesiánico.

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TIEMPOS FINALES – El carácter de los hombres (1)

También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres… (2 Timoteo 3:1,2)

         Cuando hablamos de señales antes del fin generalmente ponemos énfasis en los aspectos más llamativos y sensacionalistas, en muchos casos especulando más allá del texto bíblico para enarbolar todo tipo de anuncios forzando la exégesis bíblica. Sin embargo, raras veces he oído o leído que se acentúe el texto de Pablo en su segunda carta a Timoteo, donde apunta con claridad que una de las señales a las que tenemos que estar atentos del fin de los tiempos es el carácter de los hombres. Pablo dice que debemos saberlo. Ser conscientes del deterioro moral del carácter de los hombres, y hace una larga lista con sus características. Hemos hecho toda una serie desarrollando cada uno de los aspectos del carácter de los hombres en los últimos tiempos que menciona el apóstol y presentando el evangelio como respuesta a esta anomalía. No haremos lo mismo aquí (remito al lector a la serie 1 de este mismo tema), pero sí quiero volver a incidir en la deformación del carácter moral de los hombres como una señal inequívoca de estar acercándonos al fin. El apóstol Pedro lo expresa así: Mas el fin de todas las cosas se acerca; sed, pues, sobrios, y velad en oración (1 Pedro 4:7). El consejo del apóstol al acercarnos al fin es sobriedad y oración. Sobriedad porque la sociedad predominante de esos días finales se vuelve extralimitada, embriagada, no solo de vino y droga, sino de vanidad y egoísmo, de ruptura de los soportes morales y el abandono de los valores que sostienen a las sociedades dentro de unos parámetros adecuados para no causar su propia destrucción. También apela a la oración. Me recuerda la exhortación del Maestro a los suyos: Velad y orad, para que no entréis en tentación. Los días son malos. Los tiempos peligrosos. Porque la conciencia del ser humano se ha vuelto insensible por haber soltado los soportes de la ley de Dios. El hombre de pecado, o el misterio de la iniquidad, del que habla Pablo, significa un hombre sin ley ni límites, es decir, el abandono de la ley moral universal, por tanto, desenfreno, provocando cualquier inmundicia bajo el argumento de la tolerancia. La ideología de género es una buena prueba de ello imponiendo una conducta amoral, sin frenos a cualquier deformación contra natura por contraproducente que sea. Esa ideología nos iguala a las generaciones de Noé, Sodoma y Gomorra. La pandemia que nos azota desde hace meses es una prueba más del cúmulo desintegrador de una sociedad a la deriva. Volvamos a Dios y su Mesías.

         Cuando el carácter de los hombres pierde sus referentes morales entramos en una deriva destructiva que precede a la desintegración social.

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TIEMPOS FINALES – El carácter de los hombres (2)

[] Estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad [] aborrecedores de Dios… inventores de males [] sin afecto natural, implacables, sin misericordia; quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no solo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican  (Romanos 1:29-32)

         Si trazamos un paralelismo entre la lista que presenta el apóstol Pablo en segunda de Timoteo acerca del carácter de los hombres en los últimos tiempos, y la que que encontramos en Romanos, notaremos las similitudes de ambas listas. En el caso de la carta a los Romanos algunos interpretan que habla de los paganos sin Dios, otros de las generaciones anteriores al diluvio, es decir, hombres sin ley, que viene a ser equivalente a la lista del carácter de los hombres en los últimos tiempos, cuyo denominador común vuelve a ser el hombre sin ley, incluso el religioso que tiene apariencia de piedad pero niega su eficacia. En el primer caso lo podemos equiparar a las generaciones de Noé y las ciudades de Sodoma y Gomorra que fueron destruidas por su pecado, y que Jesús compara con los días anteriores a su venida, estableciendo el paralelismo de ambas generaciones. Como en los días de Noé… Asimismo como sucedió en los días de Lot… Así será el día en que el Hijo del Hombre se manifieste (Lc.17:26-30). Es un recrudecimiento de la maldad sin límites. Lo hemos visto en el pasado siglo XX en los Gulags soviéticos y el holocausto nazi. Por otro lado, la maldad infinita de condenar a millones de seres humanos a morir de hambre en las llamadas tierras de sangre en la Ucrania soviética mediante políticas de colectivización que condenaron a millones a una muerte lenta. «En 1933, funcionarios soviéticos daban en privado una cifra estimada de cinco millones y medio de muertos por inanición en Ucrania, Kazajistán y Rusia» (tomado del libro Tierras de sangre de Timothy Snyder, pág. 83). «El hambre no llevó a la rebelión sino a la amoralidad, al crimen, a la indiferencia, a la locura, a la parálisis y, por fin a la muerte» (pág. 75) «En la Ucrania soviética las familias matan a sus miembros más débiles, normalmente niños, y se comen su carne. Incontables padres mataron y se comieron a sus hijos, y más tarde murieron de hambre ellos también» (pág. 79). El periodista Malcolm Muggeridge escribió: «aquella hambruna era uno de los crímenes más monstruosos de la historia, la gente no podrá creer que esto haya ocurrido».

         La maldad de algunos gobernantes usando el poder del Estado puede conducir a terrores como los vividos en Ucrania en los años 30 causando la muerte de millones de personas por inanición. El carácter corrompido del ser humano es capaz de semejantes ejemplos de depravación moral.

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TIEMPOS FINALES – El carácter de los hombres (3)

[] Estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad [] aborrecedores de Dios… inventores de males [] sin afecto natural, implacables, sin misericordia; quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no solo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican  (Romanos 1:29-32)

         La maldad descrita en parte, y solo en parte, de los sucesos que tuvieron lugar en Ucrania, Kazajistán y Rusia en la época cuando gobernó Stalin, cuyas políticas nefastas llevaron a pueblos enteros a una muerte horrible, no son, como sabemos, las únicas malignidades realizadas en el pasado siglo desde la fuerza del Estado. Hemos dicho antes, citando a Churchill, que la maldad de un hombre, siendo tremendamente nociva para sus semejantes, no tiene parangón cuando esa maldad sirve a un Estado totalitario, en esos casos las consecuencias se multiplican exponencialmente hasta límites insospechados. Fue el caso de la Alemania nazi sometida voluntariamente a la tiranía de un hombre cuya ideología causó la muerte de millones de personas inocentes mediante la guerra, y el establecimiento de la industria de la muerte que llevó a cabo una maldad única en la historia. Me refiero, por supuesto, al Holocausto. Que los resortes de un Estado tan fuerte, y sus recursos, fueran puestos al servicio de la aniquilación de todo un pueblo, el judío, ha sido hasta este momento de la historia del hombre el nivel más elevado de maldad visto hasta ahora. El hombre sin Dios, sin ley moral, es capaz de las peores pesadillas para el mismo hombre. Pero también el hombre religioso, actuando mediante argumentos supuestamente infalibles que emanan de una cosmovisión religiosa puede perpetrar un dolor infinito. Lo hemos visto en la Edad Media en las llamadas guerras religiosas, y estamos asistiendo en nuestro «civilizado» siglo XXI a matanzas aterradoras en nombre del islam, algunas de ellas emitidas en directo a través de Internet. Una vez más encontramos la conjunción del hombre de pecado, la bestia del Apocalipsis, y el misterio de la iniquidad. Todo ello en nombre de una ideología totalitaria islamista que vuelve a recordarnos que la depravación del carácter humano no tiene límites cuando es sustentado mediante argumentos altivos que se levantan contra el conocimiento de Dios, el Dios de Israel. Nuestro texto en Romanos dice: Estando atestados de toda injusticia… inventores de males… sin afecto natural. Sumergidos en el mal proyectado mediante el carácter de los hombres que viven ajenos a la vida de Dios. Señal inequívoca de su venida.

         El deterioro del carácter de los hombres en los últimos tiempos revela la maldad infinita a la que conducen los argumentos altivos en contra de Dios.

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TIEMPOS FINALES – La restauración de Israel (1)

[] Para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio, y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado; a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo  (Hechos 3:19-21)

         Antes de llegar plenamente al mensaje de los profetas sobre el advenimiento del reino mesiánico, estamos haciendo un recorrido preliminar para ir adentrándonos paso a paso en la revelación sobre el gobierno del Mesías a todas las naciones desde Jerusalén. Estamos ahora en el preludio, el tiempo anterior que denominamos señales antes de su venida. Hemos visto los dolores de parto que preceden a la parusía, también el aumento de la maldad, reseñado especialmente en el carácter de los hombres de los últimos tiempos. Como no vamos a hacer un recorrido muy extenso sobre las señales del fin, (no es el propósito de esta serie), sí queremos pararnos en algunos de los sucesos que nos parecen muy relevantes y que están ocurriendo ante nuestros ojos. En este capítulo nos detendremos unos instantes para ver una de las señales más asombrosas y esperadas que preceden a su venida. Me refiero al resurgimiento de Israel en su tierra. El pasado siglo XX fue testigo de grandes males en la humanidad, pero también asistimos a uno de los eventos más espectaculares: la restauración de Israel en su tierra. El profeta Isaías había anunciado en su libro: ¿Quién oyó cosa semejante? ¿Quién vio tal cosa? ¿Concebirá la tierra en un día? ¿Nacerá una nación de una vez? Pues en cuanto Sion estuvo de parto, dio a luz a sus hijos (Isaías 66:8). Después de un proceso de restauración que comenzó con el sionismo moderno, fue proclamado el Estado moderno de Israel el día 14 de mayo de 1948. Israel había rebrotado en la tierra que Dios prometió a Abraham después de casi dos mil años de diáspora entre las naciones. El tiempo de los gentiles ―que algunos sitúan en el año 1967 cuando Jerusalén volvió a ser administrada por los judíos después de La Guerra de los Seis Días― había llegado a su fin, ahora la tierra ha vuelto a manos de sus auténticos herederos, en medio de una gran presión del mundo árabe y las demás naciones que siguen oponiéndose, a día de hoy, a la restauración de Israel en su tierra, ejerciendo una oposición, en algunos casos insoportables. La Escritura revela con claridad que la restauración de Israel en su tierra y a su Dios traerá avivamiento a las naciones (Rom.11:12-15).

         El regreso de Israel a la tierra de sus padres, prometida por el Dios de Jacob, es una señal espectacular del inminente retorno del Mesías para reinar.

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TIEMPOS FINALES – La restauración de Israel (2)

También les dijo una parábola: Mirad la higuera y todos los árboles. Cuando ya brotan, viéndolo, sabéis por vosotros mismos que el verano está cerca. Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios (Lucas 21:29-31)

         La Escritura no deja lugar a dudas. Siempre hay persecución a la palabra de Dios cuando es enviada a la tierra para cumplir el propósito para el cual es enviada. Israel ha sufrido la mayor de las oposiciones en la historia de las naciones porque, como dice el apóstol Pablo, les ha sido confiada la palabra de Dios (Rom.3:2). Es el pueblo del pacto y las promesas, de ahí que haya sido objeto de una persecución única. Es paradójico, pero una verdad inapelable. El mismo principio ha tenido lugar sobre la iglesia viva de Dios, el remanente que anuncia su palabra. Este hecho se ve ampliamente en todo el libro de los Hechos de los apóstoles. Lo enseña la historia de la iglesia, y en paralelo lo vemos hoy en la presión endemoniada que padece Israel en todos los organismos internacionales, comenzando con la ONU y la UNESCO. El mismo Señor, en su oración sacerdotal, establece el siguiente binomio: recibir la palabra de Dios y sufrir el aborrecimiento del mundo van juntos. Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció (Jn.17:14). Aquellos que son portadores de la palabra de vida encuentran el aborrecimiento del sistema de este mundo que está opuesto a la verdad revelada. Si el texto que tenemos como base de nuestra reflexión es cierto; si la higuera es Israel (yo creo que la Escritura confirma que Israel es la higuera sin ninguna duda Joel 1:6,7), y ha rebrotado en su tierra después de casi dos mil años de diáspora, el reino de Dios está cerca. Desde esta perspectiva es relativamente fácil comprender por qué Israel recibe una presión mundial sobre su minúsculo Estado. Es inconcebible que varias naciones islámicas que rodean su territorio hayan querido eliminarla y no lo hayan podido conseguir hasta ahora, y no solo no han podido, sino que en todas las guerras defensivas que ha tenido que soportar Israel de sus vecinos ha salido victorioso y ampliado su territorio. Esta es una señal inequívoca de que asistimos a la antesala del advenimiento del reino mesiánico prometido a Israel y la descendencia de David. También dice el texto que debemos mirar a los demás árboles (figura de las naciones Ez.17:24 y Jueces 9:8-15) y su rebrotar, lo cual indica el auge de los nacionalismos que han tenido lugar a finales del siglo XIX y todo el siglo XX.

         La restauración física de Israel en su tierra después de una diáspora de más de dieciocho siglos entre las naciones anuncia la llegada del Rey.

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TIEMPOS FINALES – La restauración de Israel (3)

Me dijo luego: Hijo de hombre, todos estos huesos son la casa de Israel… Por tanto profetiza, y diles: Así ha sido YHVH el Señor: He aquí yo abro vuestros sepulcros, pueblo mío, y os haré subir de vuestras sepulturas, y os traeré a la tierra de Israel… Y pondré mi Espíritu en vosotros, y viviréis, y os haré reposar sobre vuestra tierra; y sabréis que yo YHVH hablé, y lo hice (Ezequiel 37:11-14)

         La restauración de Israel no solo tiene que ver con regresar a la tierra de sus padres, sino también con un despertar espiritual. El profeta Ezequiel vio un valle lleno de huesos secos, y cuando profetizó sobre ellos por palabra del Señor, hubo un ruido mientras era expresada la palabra viviente, ese ruido dio paso a un temblor que hizo brotar tendones, carne y piel que cubrió aquellos huesos. Un movimiento sobrenatural estaba teniendo lugar. El espectáculo, que dejaría estupefacto al profeta, condujo a un paso más. La palabra viviente no se paró en ese momento del proceso milagroso, y se le dijo que profetizara al espíritu, cuando lo hizo, vino sobre aquel valle inmenso el poder de la resurrección dando vida y espíritu a aquellos huesos, y vivieron, y estuvieron sobre sus pies, un ejército grande en extremo (Ez.37:9-10). Israel ha regresado a su tierra, y desde hace tiempo, muchos de los hijos de Abraham están regresando a su Dios. El movimiento mesiánico ha crecido más en las últimas décadas que en los dieciocho siglos anteriores. Muchos judíos están reconociendo al Mesías sin dejar de ser judíos. El velo ha comenzado a abrirse, la batalla es inmensa, el evangelio avanza entre aquellos a quienes vino primero. El tiempo de los gentiles se ha cumplido. La casa (Jerusalén) que fue dejada desierta por siglos (Lc.13:34,35), ha vuelto a ser la capital de Israel. Mas que le pese a la UNESCO, los vínculos son de todo tipo: históricos, religiosos, culturales, espirituales. Jesús volverá a Jerusalén, la ciudad del gran Rey, para establecer su reino milenial, desde donde saldrá vida y gloria a todas las naciones. El apóstol de los gentiles enseña con claridad que aunque los judíos, por un tiempo, han sido enemigos del evangelio, por la elección son amados por causa de los padres. Y si su transgresión es la riqueza del mundo, y su defección la riqueza de los gentiles, ¿cuánto más su plena restauración? Si su exclusión es la reconciliación del mundo ¿qué será su admisión, sino vida de entre los muertos? Esto es avivamiento a las naciones como resultado de la restauración de Israel en su tierra y a su Dios. ¿Comprendemos ahora el por qué de la presión única sobre este pueblo? Como iglesia de Dios no seamos inútiles en esta batalla y estemos al lado de los profetas… con Israel.

         La restauración espiritual de Israel produce avivamiento en las naciones.

 

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TIEMPOS FINALES – El resurgimiento del islam (1)

También apareció otra señal en el cielo: he aquí un gran dragón escarlata, que tenía siete cabezas y diez cuernos, y en sus cabezas siete diademas; y su cola arrastraba la tercera parte de las estrellas del cielo, y las arrojó sobre la tierra. Y el dragón se paró frente a la mujer que estaba para dar a luz, a fin de devorar a su hijo tan pronto como naciese (Apocalipsis 12:3,4)

         Hay otro principio inapelable que aparece por toda la Escritura: cuando el Señor da a luz su propósito en la tierra se establece una oposición (del Adversario) para tratar de abortarlo. El Autor de la vida frente al que viene a robar, matar y destruir. Cuando Israel comenzó a regresar de la diáspora a la tierra de sus padres se levantó en el mundo islámico una oposición tan violenta que supera toda concepción humana. Esa oposición ha tenido diversos episodios dramáticos hasta ahora, y aún vivimos inmersos en ella. Las naciones han sido influidas por la presión mediática palestina (única batalla ganada ante los judíos) para oponerse a Israel y el rebrotar de la higuera. El conflicto árabe-israelí es de naturaleza espiritual, aunque esté preñado de intereses políticos y religiosos que lo hacen incomprensible en muchos casos, e irresoluble para la diplomacia ignorante de las naciones que mantienen una cubierta de ceguera con el velo que las envuelve (Isaías 25:7). El Estado de Israel, (minúsculo en cualquier mapa de la zona), rodeado de naciones islámicas que han jurado su aniquilación, ha superado hasta ahora todos los intentos para ser destruida. En nuestro texto vemos (al margen de múltiples interpretaciones en las que no voy a entrar) el principio ineludible del que estamos hablando: cuando la mujer encinta va a dar a luz un hijo, el dragón se para frente a ella a fin de devorar a su hijo tan pronto como nazca. Es lo que ha ocurrido en Eretz Israel desde la misma proclamación de su Estado moderno. El impulso destructivo tiene una potestad espiritual que sostiene la iniciativa hasta hoy: el islam. Nada del conflicto, planteado como político, es comprensible si no lo vemos desde la óptica de la oposición del fanatismo islámico al renacimiento de la nación hebrea. La historia reciente demuestra claramente que después de un primer intento de aniquilación de los judíos mediante el Holocausto nazi (amigos del nacionalismo árabe personificado en la figura del muftí de Jerusalén), el relevo lo ha tomado el islamismo radical, unido a su vez con la ideología política de izquierdas y antisemita. Tenemos aquí el resurgir de la bestia en la potestad islámica, un poder espiritual anticristo en toda su teología que las naciones ignoran y gran parte de la iglesia no comprende.

         La oposición que enfrenta Israel a través del resurgimiento del islam radical responde a una clara señal del advenimiento del reino mesiánico.

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TIEMPOS FINALES – El resurgimiento del islam (2)

La bestia que has visto, era, y no es; y está para subir del abismo e ir a perdición; y los moradores de la tierra, aquellos cuyos nombres no están escritos desde la fundación del mundo en el libro de la vida, se asombrarán viendo la bestia que era y no es, y será (Apocalipsis 17:8)

         Identificar a la bestia del libro de Apocalipsis ha sido, y es, motivo de gran disparidad de comentarios. Los hay para todos los gustos. Algunos realmente pertenecen al género de la escatología ficción. No entraré en un debate interminable sobre ello, pero si llamaré la atención acerca de algunos detalles a tener en cuenta. En nuestro texto se dice que la bestia que había visto el apóstol Juan a partir del capítulo 11 y sobre todo desde el 13, era y no es, y está para subir del abismo. En el tiempo cuando escribió Juan su libro de revelación el dominio mundial pertenecía al Imperio Romano. Por tanto, debemos descartar (soy consciente de que esta ha sido y sigue siendo la interpretación más generalizada al respecto) un levantamiento del Imperio Romano en Europa (aunque la UE forme parte políticamente de la oposición a Israel) porque dice Juan que «era» (tiempo pasado referido a Babilonia), «y no es», tiempo presente; «y está para subir», es decir, aun no había hecho su aparición. El islam emergió del desierto en el siglo VII, después de la predicación de su profeta, con un mensaje mezclado de judaísmo y cristianismo herético para levantar una nueva religión que no solo era un mensaje espiritual, sino político y totalitario. El islam es un sistema totalitario que pretende dominar el mundo entero para implantar la ley sharía. En pocas décadas, sus conquistas, después de unificar toda Arabia, abarcaron la antigua Mesopotamia (la actual Irak e Irán) Siria, el norte de África, y la península Ibérica por occidente, y hasta la India por la parte oriental. Su expansión fue impresionante. Gran parte del cristianismo antiguo quedó anegado y erradicado en poco tiempo, cambiando la ley, los tiempos y la confesión de fe judía y cristiana por la Shahada: «no hay más dios que Alá, y Mahoma es su mensajero», impuesta por la fuerza de la espada. El mensaje contiene la naturaleza del abismo de donde emergió: conversión obligatoria a la nueva fe, o muerte. La otra alternativa era aplicar el sistema de la Dhimma, implantando en los pueblos sometidos una posición subordinada al islam, con la obligación de pagar un impuesto abusivo y vivir en inferioridad de derechos que forzaba, en muchos casos, la apostasía de la fe original de las naciones sometidas.

         Mantengo que la primera bestia de Apocalipsis se trata del surgimiento del islam, y la segunda de su resurgir mediante el imperio turco.

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TIEMPOS FINALES – El resurgimiento del islam (3)

Y daré a mis dos testigos que profeticen por mil doscientos sesenta días, vestidos de cilicio. Estos testigos son los dos olivos, y los dos candeleros que están en pie delante del Dios de la tierra… Cuando hayan acabado su testimonio, la bestia que sube del abismo hará guerra contra ellos, y los vencerá y los matará  (Apocalipsis 11:3,4,7)

         En la mitad de los años ochenta, cuando la inmensa mayoría de los escatólogos orientaban su mirada hacia Europa, el resurgir de Roma mediante el Mercado Común Europeo, la implantación de un inmenso ordenador en Bruselas que marcaría a todos con el sello de la bestia, insistiendo que la Iglesia Católica Romana era el anticristo, mis maestros me enseñaron a poner la mirada en Oriente Medio, en la zona de Mesopotamia, la antigua Babilonia, y el nacimiento del islam en el siglo VII, como la bestia que «era y no es y será». «Era» el levantamiento del antiguo imperio Babilónico que en la forma de las conquistas musulmanas del siglo VII, («estaba para subir del abismo») invadieron gran parte del cristianismo primitivo, ocasionando su eliminación, (en algunas naciones para siempre), y del que hemos tenido un resurgimiento en el siglo XX, con la violencia que lo caracteriza en su versión original. Hoy asistimos a un nuevo levantamiento del islamismo radical que pretende por un lado la destrucción de Israel como pueblo (el odio que destila es de tal magnitud que no puede ser únicamente humano, procede del abismo); y por el otro, el degollamiento de los cristianos en los países donde se ha instalado el llamado Estado Islámico. Todo ello no deja lugar a dudas de la verdadera naturaleza de su origen: el abismo del que habla el apóstol Juan en nuestro texto. Los dos testigos que menciona no pueden ser otros que Israel y la iglesia, los dos testigos que Dios tiene para dar su testimonio en la tierra. Siguiendo la enseñanza que recibí hago el siguiente comentario sobre el texto que tenemos para meditar. La ciudad santa (Jerusalén) será hollada durante cuarenta y dos meses (11:2), que son tres años y medio. Si contamos un año por cada día (42×30, más un cuarto cada año por el año bisiesto) salen 1.278 años. La historia nos dice lo siguiente: en el año 638 d.C. Jerusalén cayó en manos de los árabes hasta el año 1917 cuando fueron expulsados junto con los turcos por los ingleses. Comienza así un retorno a la tierra de Israel progresiva y generalizada de los judíos. Por otro lado, la iglesia vivió un periodo de oscuridad por el dominio islámico con apariencia de muerte en el mundo.

         Israel y la iglesia han sido perseguidos y dominados por el islam durante un tiempo limitado; está rebrotando en Europa, preludio del reino mesiánico.

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TIEMPOS FINALES – El resurgimiento del islam (4)

Y la bestia que vi era semejante a un leopardo… El dragón le dio su poder y su trono, y grande autoridad… y adoraron al dragón que había dado autoridad a la bestia, y adoraron a la bestia… se le dio boca que hablaba grandes cosas y blasfemias… y se le permitió hacer guerra contra los santos, y vencerlos. También se le dio autoridad sobre toda tribu, pueblo, lengua y nación. Y la adoraron todos los moradores de la tierra…  (Apocalipsis 13:2-8)

         Podemos tener dudas o diferentes posiciones sobre la identificación de la bestia, el anticristo y demás personajes apocalípticos, pero de lo que hoy no podemos dudar es que estamos asistiendo a un resurgimiento del islam más radical, que en esencia es el islam verdadero, el de su origen primigenio. Cualquiera que estudie mínimamente los orígenes del mundo musulmán y sus doctrinas esenciales se dará cuenta de varias cosas. En primer lugar que no es solamente una religión como las demás, se trata de un sistema que pretende controlar toda la vida y a todas las naciones bajo el sometimiento a una nueva ley, la sharía; un gobierno mundial, el del califato, con una figura semejante a la del Mesías de Israel, llamado el Mahdi. El islam es anticristiano, por más que se le pretenda disfrazar de pacífico y moderado. Niega a Cristo, porque niega que sea el Hijo de Dios; niega su muerte expiatoria en la cruz del Calvario, por tanto su resurrección; anuncia un «evangelio» de obras que nunca asegura la salvación, ni siquiera la del mismísimo profeta y mensajero, solo los muyahidines (soldados de la yihad) que mueren matando judíos y cristianos tienen asegurado el paraíso con sus 72 vírgenes (huríes) de ojos negros, y que pueden mantener una infinidad de coitos sin dejar nunca de ser vírgenes. Solo la propia sangre de los «mártires» que entregan sus vidas en actos terroristas puede redimir y asegurar su salvación, y la de setenta familiares. Una religión que glorifica la muerte, la mentira y el engaño si con ello consiguen hacer avanzar la causa del islam; que desprecia la vida humana, la propia, la de sus mismos hijos (recordar la estrategia de escudos humanos usada a menudo en sus guerras terroristas) y la ajena, no puede ser una religión más. La brutalidad a la que estamos asistiendo en los últimos años procedente de aquellos que matan en nombre del dios más grande (esa es la confesión de los yihadistas: allahu akbar, es decir, Alá es el dios más grande), y a la vez anunciado como el misericordioso, pone de manifiesto su verdadera naturaleza; se trata de una deidad que nada tiene que ver con el Dios de la Biblia.

         Podemos elucubrar sobre la naturaleza «pacífica» del islam original, pero la realidad de sus obras no admiten duda, y su mensaje es anti-Cristo.

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TIEMPOS FINALES – El resurgimiento del islam (5)

Y vi a la bestia, a los reyes de la tierra y a sus ejércitos, reunidos para guerrear contra el que montaba el caballo, y contra su ejército  (Apocalipsis 19:19)

         Hemos hablado hasta ahora del islam como la primera bestia que menciona Juan en su libro de Revelación. Luego aparece una segunda bestia que identificamos en el siglo XIII cuando el islam primigenio no pasa por su mejor momento con la decadencia del califato de Bagdad, y el nuevo impulso que toma con la llegada de los turcos otomanos. Son los turcos, que habían aceptado la fe musulmana por la influencia del califato abasida, quienes recuperan la fuerza conquistadora del islam a partir de los siglos XIII y XIV, especialmente con la caída de Constantinopla a manos del sultán Mehmet II. El año 1453 la parte oriental del antiguo Imperio Romano quedó definitivamente absorbida por los turcos, que consiguieron mantener el sultanato durante unos cuatrocientos años, hasta su caída en la Primera Guerra Mundial (1917). Las décadas siguientes son aprovechadas por las naciones europeas que salieron victoriosas de la Gran Guerra, especialmente Inglaterra y Francia, para repartirse el antiguo territorio otomano, inventando nuevas naciones, y trazando a punta de lápiz una nueva geografía sin tener en cuenta la diversidad de sus pueblos y la composición tribal a la que obedecían. Son los acuerdos Sykes-Picot. Esa política, junto con los intereses emergentes del petróleo que sostienen la maquinaria industrial sobre la que se asienta la prosperidad occidental, dará lugar a unos conflictos territoriales, étnicos, religiosos, políticos y culturales que aún padecemos. Por otro lado, hemos asistido a un nuevo resurgimiento del islam mas militante y salafista que pretende recuperar su antiguo dominio imponiendo a las naciones occidentales un terrorismo que amenaza ruina, y por otro lado una invasión silenciosa mediante la emigración de millones de musulmanes que actúa como caballo de Troya en una sociedad que ha abdicado de sus valores judeocristianos y se rinde sin luchar ante el empuje renovado de la bestia. El totalitarismo islámico no es igual que sus hermanos (comunismo y nazismo), a pesar de compartir ideario de un gobierno mundial, sino que mantiene un entramado distinto que lo hace más peligroso y difícil de combatir. Señal inequívoca de la venida del Mesías de Israel, quién le destruirá con el resplandor de su venida (2 Tes. 2:8).

         La batalla final enfrentará a la bestia y sus ejércitos, con el Mesías y los suyos; de lo que se desprende que no desaparecerá el islamismo radical hasta la venida del Mesías-Rey.

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TIEMPOS FINALES – Apostasía de la fe (1)

Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía… (2 Tesalonicenses 2:3)

En este capítulo de la segunda carta de Pablo a los tesalonicenses parece como si el autor quisiera enfriar la precipitación de algunos creyentes en aquel lugar que daban por hecho que el día del Señor era inminente. El apóstol nos da aquí uno de los discursos más detallados de los acontecimientos que tendrán lugar antes de la segunda venida del Mesías. Hay precedentes que revelan el tiempo de su venida. Ya hemos visto una amplia relación en esta serie, ahora quiero pararme en algunos más. El autor comienza su disertación apelando a la cordura y el equilibro deseado que deben tener los hermanos de Tesalónica para que no se dejen mover fácilmente del modo de pensar; ni se turben en cuanto a que el día del Señor está cerca. En algunos casos esa perturbación venía a través de supuestas revelaciones, visiones o profecías, incluso había quienes apelaban a alguna carta del apóstol. Todo ello pone de manifiesto que desde el principio la expectativa del retorno del Señor fue un tema predominante en la iglesia primitiva. Lo vemos en diversos lugares de la Escritura. Pero una cosa es  tener expectativa en su regreso y otra alterar el diario vivir con énfasis desmedidos que pueden llegar a perturbar la fe y descolocar a los hermanos. Por eso digo que Pablo parece enfriar las expectativas inminentes que algunos mantenían sobre la venida del Señor apelando a no dejarse engañar con un tema que siempre provoca cierto grado de neurosis colectiva. Las hemos vivido en distintos momentos durante las últimas décadas. Dicho esto, el apóstol Pablo relaciona algunos de los hechos que preceden a la venida del Señor, y lo inicia hablando del advenimiento de la apostasía que viene antes del fin. Este término proviene del griego y significa «colocarse fuera de»; en el sentido religioso viene a ser el abandono de la fe o la doctrina que se había abrazado. Significa abandonar o romper públicamente con la fe o doctrina que se profesa. Por tanto, la apostasía es un abandono de la fe generalizado que precede a la venida del Mesías. El mismo Señor, después de enseñar a los suyos sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar, y hacerlo mediante la parábola de la viuda que insiste a un juez injusto para que le haga justicia, reseñando que Dios sí la hará a sus escogidos que claman a él día y noche, concluye con estas enigmáticas palabras: Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra? (Lc.18:8).

         La fe que nos ha sido dada necesita ser abrazada, peleando y combatiendo ante las fuerzas hostiles que pretenden ahogarla o diluirla en un tiempo cuando la apostasía se extiende como un virus.

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TIEMPOS FINALES – Apostasía de la fe (2)

Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía… (2 Tesalonicenses 2:3)

Hemos dicho que el término apostasía significa «colocarse fuera de», que en el sentido religioso viene a ser un abandono de la fe y la doctrina que un día se abrazó. Significa abandonar o romper públicamente con la fe que se había profesado, y esto de una manera generalizada. Es una atmósfera de incredulidad. Un clima espiritual tibio cuya nota predominante es el rechazo de los valores judeocristianos. Es el abandono de la ética y la moral que ha sostenido a la sociedad durante siglos, pero que ahora se ve atacada mediante leyes que pretenden erradicar toda huella de espiritualidad cristiana de la sociedad, impulsada especialmente desde las instituciones supranacionales. En este sentido, nuestra generación, especialmente lo que llamamos Occidente, ha abandonado con violenta determinación una fe que sustentaba gran parte de la cohesión social y familiar. En términos generales, la prosperidad y el bienestar conseguidos son el resultado de una ética y moral sustentadora del comportamiento humano en unos parámetros establecidos sobre el fundamento de principios bíblicos. Hoy asistimos a la gran apostasía de la fe cristiana en Europa. Los valores que han dado forma al continente están siendo socavados progresivamente mediante el abandono de los principios que lo han sostenido. Este es el primer estado de apostasía que quiero señalar en estas meditaciones. Una apostasía que se ha acelerado en esta generación de una forma alarmante, dando lugar a un deterioro de la convivencia familiar y social de consecuencias siempre dramáticas. En la historia del reino antiguo de Israel, reseñado en la Escritura, vemos que la apostasía suele instalarse después de un tiempo de prosperidad y bienestar social. La decadencia moral y espiritual daba paso al juicio de Dios y su posterior restauración. Esos tiempos preñados de idolatría en sus múltiples manifestaciones relegaban la adoración, gratitud y alabanza al Creador y Hacedor de todas las cosas, elevando el orgullo humano como generador de los logros conseguidos. Esa es una de las grandes idolatrías a la que asistimos hoy. Como dijera el rey Nabucodonosor: ¿No es esta la gran Babilonia que yo edifiqué… con la fuerza de mi poder, y para gloria de mi majestad? (Daniel 4:30). Este rey, prototipo de las élites actuales que añoran un gobierno único y mundial, pasó siete años entre bestias, hasta que reconoció que el Señor es quien tiene el dominio en el reino de los hombres.

La soberbia que predomina en nuestros días ha producido el abandono de la fe y dependencia de Dios que nos conducirá, sino regresamos a la cordura de la fe bíblica, al juicio antes de su venida.

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TIEMPOS FINALES – Apostasía de la fe (3)

Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía… (2 Tesalonicenses 2:3)

Hemos hablado brevemente de la apostasía generacional en Europa, una sociedad que ha sido edificada sobre los valores judeocristianos, además de la filosofía griega y el derecho romano. Hoy asistimos al sueño de Juliano, llamado el apóstata, de hacer volver el paganismo a la sociedad del siglo IV. Quisiera pararme unos momentos en el caso español, la metamorfosis que ha experimentado España en las últimas décadas, abandonando su ancestral moral católica, con todos los matices que queramos ponerle, pero que ha dado forma a la nación, configurando su carácter identitario. Hemos pasado de la dictadura nacional católica, a una democracia desdibujada que nos ha conducido, mediante libertades mal entendidas, al hundimiento y disolución de una sociedad quebrada y confusa como pocas veces en su larga historia. Es evidente que una parte de las bases tradicionales de nuestro pueblo estaban fundadas sobre la arena movediza de una religiosidad impuesta desde el poder. Por otro lado, no se pueden negar las raíces profundas de un sector de la población en una fe cristiana-católica que sirve de cortafuego ante la deriva disoluta de quienes buscan su destrucción mediante el desmembramiento de la nación española. Sin embargo, asistimos perplejos a la caída de los valores y principios espirituales que han hundido a esta generación en un secularismo que pretende desalojar la fe de todos los ámbitos públicos para desterrarla al ostracismo de una manifestación mínimamente individual. Muchos han sido anegados por los tiempos postmodernos que niegan el lenguaje bíblico y toda manifestación pública de la fe. Por otro lado, si analizamos la vertiente protestante evangélica de la fe cristiana vemos con profundo dolor que tampoco aquí estamos ante una solidez de las verdades bíblicas que puedan frenar la deriva disoluta a la que asistimos. He vivido personalmente momentos de cierto despertar espiritual en algunos movimientos cristianos en España que poco a poco fueron perdiendo su vigor en las aguas procelosas de las rencillas y divisiones impidiendo la fortaleza de una iglesia sólida con voz profética en la sociedad. Nuestros líderes representativos tampoco están a la altura de la necesidad del momento decadente que vivimos. Siempre podemos consolarnos con ciertas manifestaciones de entusiasmo locales en algunas congregaciones, pero en un sentido amplio y general, veo con tristeza que la apostasía de la fe y la doctrina también nos ha traspasado a quienes pretendíamos, ingenuamente, la transformación de la sociedad.

         España también vive hoy tiempos de decadencia de la fe y los valores.

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TIEMPOS FINALES – Apostasía de la fe (4)

Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando (1 Timoteo 4:1)

El Espíritu lo dice claramente, que en los tiempos finales, habrá una apostasía de la fe y la doctrina; como también dice en otro lugar que se derramará el Espíritu sobre toda carne. El apóstol Pedro retomó el mensaje del profeta Joel el día de Pentecostés identificando el acontecimiento que tuvo lugar en Jerusalén, (una vez que Jesús fue recibido arriba, y sentado a la diestra del Padre), con la profecía del derramamiento del Espíritu Santo. Y en los postreros días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne. Ambos sucesos tienen lugar en los tiempos finales: apostasía y llenuras del Espiritu. No podemos ni debemos eludir ninguno de ellos en nuestra predicación actual. Hoy asistimos al decaimiento de la fe en países y continentes enteros, especialmente en Occidente, Europa y América; a la vez que sabemos de grandes derramamientos del Espíritu en otras naciones y continentes donde el cristianismo no tuvo históricamente un arraigo similar. Me refiero a África y Asia, donde a la vez se padece una persecución infernal a manos sobre todo de integristas islámicos que masacran a los cristianos de todas las denominaciones. Dicho esto para poner moderación y equilibro en nuestra exposición, debemos reconocer sin cortapisas, que asistimos desde hace décadas al derrumbe de la fe y la doctrina en naciones con un arraigo histórico de tradición cristiana. Y según el texto que tenemos para meditar (en el que me he parado deliberadamente a su inicio) esta apostasía se produce, o mejor dicho, penetra por el oír: Apostatarán de la fe, escuchando. Paradójicamente, la fe viene por el oír, y el oír por la palabra de Dios; como también el abandono de la fe se produce por la misma vía, por oír. Por el oído penetra la fe de Dios y también la negación de ella. Podemos oír con fe o hacerlo con incredulidad. Y si algo caracteriza a nuestra sociedad actual es por la negación de la verdad revelada en la Escritura. Esa verdad ha sido suplantada por otras fes: en la ciencia, la razón, la religión del cambio climático, adoramos a las criaturas en lugar de al Creador, hemos colocado al hombre en el epicentro de todas las cosas en nombre de un falso humanismo y unos derechos humanos que suelen ser la tapadera para cobijar corrupciones de todo tipo. El egoísmo exacerbado, la vanagloria de la vida, el amor al dinero y los placeres, la cultura hedonista que huye de cualquier experiencia que provoque dolor, abnegación y esfuerzo, han substituido la verdad de la fe revelada en las Escrituras. Y todo ello ha penetrado masivamente en el oído de esta generación produciendo apostasía.

         Un sector amplio de la iglesia actual ha abandonado la fe viva y sólida.

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TIEMPOS FINALES – Apostasía de la fe (5)

Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios (1 Timoteo 4:1)

Debemos prestar mucha atención a lo que oímos y a quién escuchamos. En palabras del Maestro: Tened cuidado de como oís (Lucas 8:18 LBLA). Uno de los indicativos de la sociedad actual es la proliferación de voces y la diversidad de altavoces para que nos lleguen todo tipo de mensajes. Cada día somos bombardeados por los medios de comunicación con mensajes repetitivos sobre los peligros de la supuesta pandemia que padecemos. Una y otra vez hemos sido expuestos a informaciones no contrastadas sobre contagios masivos y muertes atribuidas a un virus que mantiene a naciones enteras en un estado de pánico y fobia que ha penetrado en las relaciones humanas perturbándolas a unos niveles preocupantes. Lo sorprendente es que nos hemos sometido de forma servil a unas medidas restrictivas en una sociedad que alardea de mantener un régimen de libertades pero se ha plegado con ceguera sin poner en duda los mensajes unívocos de los medios de comunicación. La fascinación y el hechizo se han producido porque el temor se ha apoderado de nuestra alma… oyendo. Hay excepciones que son rápidamente calladas y estigmatizadas para imponer el relato oficial. Cuando el hombre rechaza la verdad revelada un poder engañoso toma su lugar ocupando el centro de la escena. Y no estoy negando la realidad de los hechos que nos han invadido y perturbado, estoy poniendo en duda que los gobiernos, llevados por el impulso globalista de unas élites que pretenden aprovechar el dolor y la angustia, han implantado su agenda perversa y destructiva al estilo de Nimrod en la llanura de Sinar. La fe viene por el oír; el temor también. Podemos tener fe en Dios, y, negándola, naufragar mediante otro tipo de fe que niega al Soberano Dios de Israel, entregándose a una credulidad infantil al estilo del cambio climático, con una unanimidad de los científicos falsa, y las diatribas de una adolescente sueca. La apostasía de la fe viene cuando oímos y aceptamos a espíritus engañadores y doctrinas de demonios. Los poderes espirituales que impulsan agendas de creencias globalistas son los mismos que se rebelaron contra el mandato de Dios en la antigua Babel. A estos se les unen líderes humanos que se entregan a las artimañas del error para mantener a sociedades enteras en la infantilización de quienes pretenden llevarnos, mediante vientos de doctrinas humanas, a la esclavitud de la negación de la verdad revelada en favor de ideologías destructivas que imponen mediante la prostitución del lenguaje.

         Debemos aprender a oír bien escogiendo la buena parte, como María.

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TIEMPOS FINALES – Apostasía de la fe (6)

Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios (1 Timoteo 4:1)

Si hay un denominador común que cohesiona y cimenta los tiempos finales es la mentira y la iniquidad. El apóstol de los gentiles une ambos extremos en esta  carta. Nos habla del misterio de la iniquidad que se manifestará siendo impulsado por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos, y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos (2 Tes. 2:7-10). La agenda globalista que muchos ya están poniendo de manifiesto con datos objetivos alejados de teorías conspiranóicas, es un producto elaborado en el mismo trono de Satanás (Apocalipsis 2:13), de donde emana la iniquidad sobre todas las naciones, cuyo advenimiento es por obra de Satanás, dice el apóstol, y lo hace mediante poderes, señales y prodigios mentirosos. El mundo entero vive hoy bajo la tiranía de una de esas obras poderosas, que usando el temor a la pandemia, se ha extendido y aceptado como verdad absoluta —siempre hay argumentos verosímiles en toda gran mentira— aunque ese prodigio tiene como matriz la mentira del padre del engaño. Según los medios de comunicación, la pandemia está extendida en todas las naciones, por ello hay que aceptarla sin dar lugar a ninguna crítica o pensamiento alternativo. ¿Hay mayor prodigio que poner de acuerdo a todas las naciones hechizadas y sometidas a unas medidas de aislamiento universales? ¿Los gobernantes que legislan sin pudor sobre la muerte de millones de niños en el vientre materno (aborto); que vuelven a hacerlo para que los médicos sean cómplices del suicidio de los ancianos, o quienes atraviesan una situación de máximo dolor y pretenden quitarse la vida para evitar el sufrimiento que no garantiza el descanso eterno (eutanasia); estos gobernantes, en su mayoría corruptos y llenos de sí mismos, son quienes tienen una preocupación ejemplar para evitarnos un contagio que en un 94% de los casos nos provocará algo de fiebre, tos, dolores musculares y que nos abandonarán en diez días? Realmente estamos ante un prodigio de la manipulación y el engaño. ¿Una sociedad individualista, que mayoritariamente busca sus propios intereses se ha convertido en sumisa, de la noche a la mañana, aceptando una realidad que está destruyendo la convivencia y la economía mundial? Solo un poder sobrenatural de modelo babilónico puede sustentar esta estratagema.

         Iniquidad y engaño, mentira y maldad, son dos manos de una misma estrategia impulsada por los poderes de las tinieblas.

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TIEMPOS FINALES – Apostasía de la fe (7)

Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios (1 Timoteo 4:1)

La fuerza del engaño en los tiempos finales tiene una potencia mayor que la bomba atómica. La capacidad de manipular a sociedades enteras se ha vuelto una posibilidad altamente verosímil. Los argumentos que se levantan contra el conocimiento de Dios, (léase verdades y principios judeocristianos), contienen una altivez sobrenatural capaz de neutralizar la fe que un día abrazamos. Por ese camino se filtra la apostasía. Una lluvia fina en forma de vanas imaginaciones, huecas sutilezas, filosofías, ideologías y teologías, cuya matriz está en el centro de la soberbia humana, tienen la capacidad de paralizar el desarrollo de la fe del corazón y someterlo al hechizo de los sentidos para abandonar «suavemente» la firmeza de la verdad. Todo ello es posible cuando dejamos de oír la voz de Dios entregándonos a escuchar mensajes humanistas políticamente correctos y la suavidad de argumentos con apariencia de piedad que neutralizan los fundamentos sólidos de la verdad revelada. El lenguaje se ha vuelto inclusivo, falsario, prostituyendo el sentido original de las cosas para darle otro totalmente distinto, aunque al oírlo tenga la apariencia de piedad y bondad sin que percibamos el engaño que esconde. De esta manera, una de las doctrinas de demonios ampliamente aceptada hoy, y legislada mediante leyes aprobadas por mayorías parlamentarias, es la llamada ideología de género que pretende, entre muchas otras iniquidades y algunas reivindicaciones equitativas, negar la propia naturaleza del ser humano, oponiéndose a la biología que determina el sexo por una elección caprichosa al gusto del consumidor. Es un ataque frontal a la creación de Dios. Como Nimrod, vigoroso en oposición a Dios. Prepotente, emancipado del Creador, como al principio (seréis como dioses), para levantar un reino universalista, globalista, de gobierno e ideología única, asentado en la ciudad ramera, cuyo modelo se extendió a todas las naciones después del juicio de Dios. Como está escrito: Y Cus engendró a Nimrod, primer prepotente en la tierra. Este era intrépido cazador enfrentado a Adonai Elohim (Génesis 10:8,9 BTX IV Edición). Hoy tenemos esa misma potestad establecida desde la ONU, un organismo mundial, cuyas instituciones supranacionales son el mayor impulsor de la agenda mundialista. Pensemos. No es posible tanta unanimidad en una agenda global a la que se han sometido la mayoría de las naciones sin que haya un dominio espiritual que las sustente, como se hizo en Babel.

         Asistimos a la simplificación del engaño produciendo apostasía mundial.

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TIEMPOS FINALES – Apostasía de la fe (8)

Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios (1 Timoteo 4:1)

La Escritura enseña taxativamente que el corazón del hombre es engañoso, por tanto, proclive a la mentira y el autoengaño. Es más fácil aceptar una mentira que combatirla para entresacar la verdad de la inmensidad de argumentos humanos. Y cuando las sociedades entran en la deriva de entregarse a los placeres, viviendo está muerta (1 Timoteo 5:6). Por tanto, desconfiemos de ideologías mayoritarias que no aceptan otra forma de pensar. La apostasía puede manifestarse de forma abrupta oponiéndose a la verdad radicalmente, combatiéndola, como Janes y Jambres (2 Timoteo 3:8), hombres corruptos de entendimiento, réprobos en cuanto a la fe, pretendiendo apartar a otros de la verdad para que fueran salvos; como Elimas el mago trataba de impedir que el procónsul Sergio oyera la palabra en boca de Bernabé y Saulo, procurando apartarle de la fe;  o bien, de manera sutil y progresiva calando mediante una lluvia fina que permea el pensamiento, atrapa el alma en una red sentimental, y ahoga el espíritu para que no pueda reaccionar frente a los argumentos de apariencia de piedad a los que ha sido expuesto mediante un largo proceso de asimilación. Los patrocinadores de la ingeniería social a la que asistimos en las últimas décadas han optado por esta última estrategia. Habiendo infiltrado los colegios y universidades, los medios de comunicación y el poder judicial, solo han tenido que empujar levemente a los gobernantes títeres de las naciones para que acepten su pensamiento único sometiéndose bajo la sutileza de argumentos democráticos y derechos humanos. De esta forma tenemos un abanico de doctrinas que han alcanzado el nivel de verdades absolutas como el cambio climático, la ideología de género, el matrimonio homosexual, el aborto, la eutanasia, la inmigración ilegal impulsora de verdaderos asaltos a la convivencia y los recursos de una Europa rica endeudada de por vida y para varias generaciones, destruir las identidades nacionales en un carrusel de multiculturalismo falso, la destrucción de la familia tradicional, el papel de los padres y su autoridad sobre los hijos, el desprecio del cristianismo en paralelo a la invasión del islam, pretendiendo despojar a los pueblos de su cultura tradicional y conservadora de los valores esenciales que han forjado nuestra historia. Todo ello mediante un lenguaje altamente inclusivo, modulado, buenista y falso a la misma vez. Una vez aceptados los argumentos, la tibieza y el relativismo moral socaban la fe y levantan la apostasía.

         El engaño globalista es masivo, pero la verdad nos hará libres.

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TIEMPOS FINALES – Apostasía de la fe (9)

Llegará el tiempo en que la gente no escuchará más la sólida y sana enseñanza. Seguirán sus propios deseos y buscarán maestros que les digan lo que sus oídos se mueren por oír. Rechazarán la verdad e irán tras los mitos (2 Timoteo 4:3,4 NTV)

Y ese tiempo ha llegado. Sí, me dirás, pero ha habido muchos momentos anteriores cuando las gentes han hecho exactamente lo mismo que expresa este texto. Sin duda. No hay nada  nuevo debajo del sol. La diferencia está, creo yo, en que hace tan solo unas décadas, la velocidad de transmisión del error ocupaba más tiempo, el mundo era más grande; hoy la globalización lo ha achicado de tal forma que de la misma manera que podemos conseguir un mejor precio de algunos productos al otro lado del globo, también podemos ser expuestos a la falsedad y las doctrinas de demonios que tienen su origen a miles de kilómetros. Los avances tecnológicos, internet, redes sociales, la digitalización, etc. han conseguido que podamos ser expuestos a una masificación de la información, todo tipo de mensajes, que nos abruman por un lado, y por el otro, debidamente manipulados por las élites globalistas que dominan los medios con su financiación, unifiquen sus contenidos de tal forma que tenemos naciones y continentes enteros pensando lo mismo y aplicando las mismas políticas y doctrinas. Por las mismas vías corre también todo tipo de enseñanzas que alimentan la soberbia de los sentidos y placeres, asimilando nuestro oído a un mensaje placentero, exitoso, positivista que engorda nuestro ego para destruir el alma y matar el espíritu. La sana doctrina o enseñanza de nuestro texto son los fundamentos de la doctrina de la piedad. No se trata de predicadores doctrinarios y sectarios. Son los fundamentos que una vez destruidos ¿qué ha de hacer el justo? (Salmos 11:3). Estas son las autopistas por donde viajan la disipación, disolución y apostasía. La iglesia actual está sometida a una tensión infernal. Hay muchos mensajes que tienen gran audición, el oído dispuesto, pero falsos como un euro de madera. El liberalismo doctrinal ha socavado los fundamentos de la fe, incluso hay quienes dudan en el ámbito evangélico de la autoridad de las Escrituras. Se han amontonado maestros con cierto carisma que arrastran a masas ingentes al error. Hemos abandonado la necesidad de un carácter probado. Los líderes que un tiempo fueron referentes se vuelven en algunos casos promotores de la dispersión de la grey de Dios. La sana doctrina se ha vuelto arcaica, anacrónica, y hemos buscado nuevos modelos conformados al sistema de este mundo. Todo ello nos ha debilitado asimilando gran parte de la apostasía generalizada de la fe.

         Escoger bien qué y a quién oímos es vital para no caer de la firmeza.

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TIEMPOS FINALES – Engaño masivo (1)

Jesús les dijo: No dejen que nadie los engañe, porque muchos vendrán en mi nombre y afirmarán: Yo soy el Mesías, y engañarán a muchos… Aparecerán muchos falsos profetas y engañarán a mucha gente (Mateo 24:4,5,11 NTV)

Asistimos casi impasibles en los últimos tiempos a la proliferación de la mentira como norma. Hay verdaderas autopistas bien asfaltadas por donde corre el engaño a una velocidad de vértigo. Las noticias falsas están de moda. Incluso quienes más las impulsan se permiten ser los verificadores que dictaminan lo que es verdadero y falso. La mezcla es de tal magnitud que una verdadera ceremonia de la confusión se ha apoderado de nuestras sociedades aturdidas por el espectáculo lamentable de competir por saber colocar la mejor mentira con la mayor apariencia de verdad. Los mensajes van y vienen. De un día para otro quedan obsoletas informaciones que nos mantuvieron hechizados y atrapados durante horas. Nuestros políticos han perfeccionado el arte de la mentira de tal forma que los mejores consejeros son aquellos que pueden armonizar el mejor relato haciendo verosímil cualquier estrategia engañosa. En medio de semejante ceremonia de la confusión las palabras del Maestro resuenan una vez más: No dejen que nadie los engañe. Asistimos a una batalla irrenunciable para combatir la masificación de la mentira aferrándonos a la firme decisión de no ser engañados. ¿Pero cómo lo hacemos? ¿Cuál es la vara de medir que debemos usar para diferenciar las falsificaciones del original? Jesús dice que muchos vendrán, —se levantarán—, afirmando ser portadores de un mensaje redentor y liberador, incluso ser el mismo Mesías, y lo llamativo, dice el Maestro, es que a muchos engañarán, siendo arrastrados a una falsa esperanza de redención y liberación. El deseo por oír aquello que anhelan enlazará sus almas atándolas a un engaño por el que estarán dispuestos a despreciar a quienes pretendan hacerles despertar de la ensoñación. El hechizo se ha producido. La conexión establecida. Los vínculos se afirmarán con un sinfín de repeticiones del mismo mensaje, una y otra vez, hasta que asimilado y digerido se volverán autómatas convencidos que su mesías-libertador ha llegado. Esos mensajes predominantes tienen hoy como base una esperanza antropocéntrica, el hombre y sus potencialidades como eje de su acción. La autorrealización personal a cualquier precio. La cultura del placer y los deleites temporales del pecado como base del sentido verdadero de la existencia. Cuya conducta demuestra que son verdaderos enemigos de la cruz de Cristo. Van camino a la destrucción. Su dios es su propio apetito, se jactan de cosas vergonzosas y solo piensan en esta vida terrenal (Fil.3:18-19 NTV).

         El engaño penetra con aparente placer culminando en decepción.

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TIEMPOS FINALES – Engaño masivo (2)

Jesús les dijo: No dejen que nadie los engañe, porque muchos vendrán en mi nombre y afirmarán: Yo soy el Mesías, y engañarán a muchos… Aparecerán muchos falsos profetas y engañarán a mucha gente (Mateo 24:4,5,11 NTV)

Una de las cosas que me llaman poderosamente la atención de las palabras de Jesús en nuestro texto es que la mentira tiene la capacidad potencial de conseguir sus objetivos. Parece haber una predisposición en el alma humana a ser engañado. No en vano dice el profeta: El corazón humano es lo más engañoso que hay, y extremadamente perverso (Jeremías 17:9 NTV). Una vez más encontramos que la iniquidad y la mentira caminan juntas, establecen la injusticia y levantan un gobierno despótico que tiraniza a las naciones. El apóstol Pablo dice que hay hombres perversos y malos alejados de la fe (2 Tes.3:2). Estas personas, sin temor de Dios en sus corazones, rebeldes y contumaces, con apariencia de piedad pero negando su eficacia, son a menudo los gobernantes que dirigen los destinos de los pueblos llevándolos a su propia destrucción. Por eso nos exhorta el Maestro a que no nos dejemos engañar. En primer lugar del engaño de nuestro propio corazón, para lo cual el evangelio nos impele a arrepentirnos y venir bajo el señorío del Mesías verdadero que gobierne nuestras vidas desde lo hondo de nuestro ser mediante su Espíritu, la nueva vida que brota de la redención del justo redentor. Y una vez librados del vicio de la mentira, —como dice el apóstol a los fieles seguidores de Jesús en la ciudad de Éfeso: desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo (Efesios 4:25) —, estamos en disposición de discernir las obras de cada uno, distinguir las palabras separando lo precioso de lo vil para no ser arrastrados por el error de los inicuos, cayendo de vuestra firmeza (2 Pedro 3:17). Sin embargo, el potencial del engaño seguirá ejerciendo su fascinación y hechizo sobre aquellos que no aman la verdad. Jesús es la verdad; el Espíritu de Dios es la verdad, su palabra es verdad. El salmista David supo verdaderamente lo fácil que puede llegar a ser desplomarse subyugado por los sentidos, doblegado por los deseos de los ojos, para que una sucesión irresistible de pecado neutralizara momentáneamente la verdad de su corazón quedando a merced de la soberbia que se había enseñoreado de él (Salmos 19:12,13). Una vez hizo confesión de sus pecados, inscritos a fuego en las páginas de la Escritura, supo que el Señor ama la verdad en lo íntimo, y en lo secreto del ser nos hace comprender la sabiduría para librarnos de la muerte (Salmos 51:6). El engaño puede ser temporal o eterno. La mentira nos puede vencer momentáneamente o gobernar nuestras vidas hasta el final.

         Escapemos de las garras del error viniendo al Mesías Redentor y Rey.

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TIEMPOS FINALES – Engaño masivo (3)

Ese hombre vendrá a hacer la obra de Satanás con poder, señales y milagros falsos. Se valdrá de toda clase de mentiras malignas para engañar a los que van rumbo a la destrucción, porque se niegan a amar y a aceptar la verdad que los salvaría. Por lo tanto, Dios hará que ellos sean engañados en gran manera y creerán esas mentiras. Entonces serán condenados por deleitarse en la maldad en lugar de creer en la verdad (2 Tesalonicenses 2:9-12 NTV)

Cuando una persona, familia, sociedad o generación se niega obstinadamente a aceptar la verdad natural de las cosas, y tuerce con injusticia la verdad revelada está abriendo su mente y corazón a cualquier tipo de creencias. Un poder engañoso toma lugar contradiciendo neciamente hasta las cosas más elementales. Y aquí aparece en escena la llamada ideología de género (una de las peores aberraciones que ha dado a luz nuestra generación) que pone en duda la realidad del ser humano negándole la evidencia biológica de la naturaleza que ha recibido al nacer. De tal forma, que ya hay padres que se niegan a reconocer el sexo natural de sus hijos hasta que estos decidan si quieren ser hombre, mujer o neutro cuando tengan capacidad para decidir. En España, especialmente los gobiernos autonómicos, han legislado esta aberración apoyada por todos los partidos políticos del arco parlamentario, sean de izquierdas o derechas. Y todo ello en nombre de la libertad, la democracia, los derechos humanos y la no discriminación. Este nivel de alteración de la ley natural va radicalmente en contra de la creación de Dios y tiene unas consecuencias dramáticas para nuestra sociedad. Cuando los gobiernos legislan para cambiar la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador… Dios los entrega a pasiones vergonzosas, y a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen (Romanos 1:23-28). Es el mismo principio que aparece en los textos que tenemos para meditar. Negar la verdad de Dios nos introduce en la creencia de la mentira. Somos engañados como resultado de habernos entregado a la inmundicia, para que un poder espiritual tome el control de nuestras mentes y razonamientos contra el sentido común y elemental de las cosas. Y ese poder engañoso toma el control de los gobiernos que establecen leyes contra natura legalizando la perversidad. Si un gobernante presta atención a los mentirosos, todos sus consejeros serán perversos (Proverbios 29:12 NTV). Llevamos años asistiendo a esta ceremonia de la confusión y destrucción de la sociedad en nombre de unas libertades que no son más que la mayor de las esclavitudes: el engaño masivo.

         Una sociedad cuyos gobernantes se instalan en la mentira ha dado entrada a poderes espirituales que destruirán la convivencia y bienestar.

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TIEMPOS FINALES – Engaño masivo (4)

La justicia engrandece a la nación, pero el pecado es la deshonra de cualquier pueblo (Proverbios 14:34 NTV)

En las Escrituras encontramos en muchas ocasiones los contrastes que toda sociedad pone de manifiesto. Hay una tensión continua para establecer formas de gobierno que defienden la libertad y la justicia frente a la tiranía y la opresión, los ejemplos llenan las páginas de los libros de historia. Mayoritariamente predominan los gobiernos que halagando a su electorado hasta conseguir asentarse en el poder luego establecen patrones que pretenden consolidar su dominio permanente. Por ello se nos insta una y otra vez a los hijos de luz a ser luz, brillar, ser sal, salar, y orar por aquellos que ocupan puestos de relevancia para que podamos vivir quieta y reposadamente, con toda piedad y honestidad. Esa es la voluntad de Dios. Hoy la política ha tomado un papel relevante en muchos ámbitos eclesiásticos, los creyentes participan en los debates políticos en las redes sociales, en muchas ocasiones para empeorar las cosas con palabrería y discusiones interminables que solo añaden confusión al panorama general. Sin embargo, la iglesia del Señor debe ser voz en medio de la maldad. Debe alzar la voz para anunciar la justicia del reino de Dios. En esto los profetas de Israel son un modelo evidente para alzarse contra las injusticias sociales. Como está escrito: Mas yo estoy lleno de poder del Espíritu de YHVH, y de juicio y de fuerza, para denunciar a Jacob su rebelión, y a Israel su pecado (Miqueas 3:8). En muchas ocasiones la voz del profeta tenía como destinatario a los gobernantes que dirigían los destinos de la nación, porque de un gobierno justo bajo el temor de Dios había bendición y provecho, mientras que el pecado institucionalizado afrentaba al pueblo y lo llevaba al desastre. El libro de Proverbios nos da muchos ejemplos de este principio. Leamos. Cuando hay corrupción moral en una nación, su gobierno se desmorona fácilmente. En cambio, con líderes sabios y entendidos viene la estabilidad (28:2 NTV). Cuando los justos triunfan, todo el mundo se alegra. Cuando los perversos toman el control, todos se esconden (28:12 NTV). Cuando los justos gobiernan, el pueblo se alegra. Pero cuando los perversos están en el poder, el pueblo gime (29:2 NTV). Cuando los perversos están en autoridad, el pecado abunda, pero los justos vivirán para verlos caer (29:16 NTV). La pasividad en nuestra misión profética no denunciando el pecado de los gobernantes solo permitirá el avance del mal y su dominio sobre las naciones. Hemos sido llamados a levantarnos y resplandecer con luz y gloria.

         Aunque seamos extranjeros y peregrinos en la tierra no debemos renunciar a nuestra misión denunciando el pecado que destruye a los pueblos.

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TIEMPOS FINALES – Engaño masivo (5)

Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él (Apocalipsis 12:9)

¿Puede ser posible que una mentira tenga la fuerza y el potencial de alcanzar a todas las naciones de la tierra? ¿Es sensato o verosímil poner en duda una supuesta verdad que aceptan como tal gobiernos, naciones y la mayoría de Las gentes del mundo? Podríamos hacer algunas preguntas más en la misma dirección y la respuesta sería la misma: Sí. Sí, es posible engañar al mundo entero. Es posible hacer creer a naciones enteras una corriente de pensamiento, una verdad única, una ideología mayoritaria. La historia de la humanidad contiene diversos intentos para conseguirlo, iniciándose en la llanura de Sinar y el comienzo del reino de Babel en los días de su primer líder llamado Nimrod, cuyo modelo se extendió a todas las naciones de la tierra. Lo anormal es no creer que semejante estrategia sea posible. La Biblia dice que el mundo entero está bajo el maligno (1 Juan 5:19), por tanto, bajo su influencia engañosa, porque el diablo es mentiroso y padre de la mentira. La Escritura enseña con claridad que la muerte espiritual, producida por el pecado en el que hemos nacido, permite ser arrastrados por corrientes de pensamiento mundanas, que a su vez son impulsadas por el príncipe de la potestad del aire, el espíritu que opera en los hijos de desobediencia; esa influencia engañosa y perversa se mantiene activada mientras la persona no ha sido regenerada (incluso después de nacer de nuevo su influencia puede alcanzarnos, recordar el ejemplo de los gálatas y su hechizo posterior a la predicación del apóstol Pablo), por lo cual, lo normal es que nuestros gobernantes acepten planteamientos ideológicos que se han establecido como verdad absoluta y han sido impuestos en sociedades supuestamente democráticas. Vivir bajo el dominio de la potestad de las tinieblas (Colosenses 1:13) permite que se establezcan agendas ideológicas contrarias a la verdad de Dios, impulsadas por Satanás y los ángeles que fueron arrojados con él a la tierra. Sobre la pandemia que nos azota la mayoría de naciones han aceptado las tesis de la OMS a pesar de que existen dudas razonables y ocultaciones sospechosas sobre su estrategia; las medidas desproporcionadas que se han tomado que en muchos casos están produciendo mayores daños que el propio virus. El supuesto remedio peor que la enfermedad. Sin embargo, mayoritariamente se aceptan  creyendo los débiles y contradictorios argumentos que los sustentan.

         No nos engañemos. Es posible manipular a todas las naciones atrapándolas mediante un poder demoníaco mundial que las hechiza.

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TIEMPOS FINALES – Engaño masivo (6)

[…] Ven acá, y te mostraré la sentencia contra la gran ramera, la que está sentada sobre muchas aguas; con la cual han fornicado los reyes de la tierra, y los moradores de la tierra se han embriagado con el vino de su fornicación […] La mujer estaba vestida de púrpura […] y en su frente un nombre escrito, un misterio: BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA […] Me dijo también: Las aguas que has visto donde la ramera se sienta, son pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas (Apocalipsis 17:1,2,4,5,15)

Hemos hablado brevemente de la fuente de donde emana toda mentira. Jesús lo identificó como el padre de la mentira, y cuando miente lo hace como parte esencial de su propia naturaleza, porque es mentiroso y padre de la mentira (Juan 8:44). Los creyentes sabemos esto de forma mecánica, como una frase hecha, sin embargo, no nos paramos a pensar mucho sobre las consecuencias que ello tiene en nuestro diario vivir. Y cuando miramos a los gobiernos del mundo vemos que mayoritariamente están sostenidos por la mentira, la manipulación, campañas de acoso al disidente, persecución de todo aquel que no acepte las ideas predominantes que se establecen en cada tiempo y ocasión. Pues bien, la Escritura nos habla de una ciudad ramera, una capital que se constituyó en reino, ejerciendo un poder hechicero y carismático sobre el mundo antiguo que hizo posible unificar a todos bajo un liderazgo, una agenda, una idea, un proyecto, me estoy refiriendo a la ciudad levantada en la llanura de Sinar, la antigua Mesopotamia, y que conocemos con el nombre de Babel. El proyecto que intentaban en oposición a Dios y su propósito original de que se extendieran por todo el mundo quedó frustrado por la confusión y el juicio. Sin embargo, el modelo de gobierno se expandió a todas las naciones impulsado por el príncipe de este mundo, el que opera en los hijos de desobediencia, y cuyas corrientes de pensamiento alcanzan la mente humana, especialmente los gobernantes, para expandir la naturaleza de esa ciudad ramera y fornicaria. Una ciudad con dos vertientes, una física y geográfica en la llanura de Sinar (Mesopotamia, el actual Oriente Medio), y otra, una concepción espiritual que se ramifica en múltiples manifestaciones, todas ellas bajo el modelo de rebelión que impulsó el origen de esta ciudad. El apóstol Juan quedó perplejo por el misterio de esta ciudad. Se le mostró que su poder hechicero, fornicario, inmoral e idólatra sería implantado bajo su influencia sobre pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas. ¿Por qué nos sorprendemos que haya un intento de gobierno mundial muy avanzado en nuestros días?

         Un engaño masivo y múltiple está zarandeando a todas las naciones.

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TIEMPOS FINALES – Engaño masivo (7)

Nunca más brillará en ti la luz de una lámpara ni se oirán las felices voces de los novios y las novias. Pues tus comerciantes eran los grandes del mundo, y tú engañaste a las naciones con tus hechicerías (Apocalipsis 18:23 NTV)

En este capítulo del libro de Apocalipsis se anuncia el juicio final sobre la ciudad que ha hechizado a todas las naciones. El hechizo es un poder espiritual que neutraliza los sentidos, la razón y las convicciones. Desarma a una persona o sociedad de principios morales y éticos. Es la caída de una gran oscuridad sobre la razón y el sentido común de los hombres. Una mente reprobada que no pasa la prueba naufraga en su misión de dirigir al cuerpo humano. Sus pensamientos han sido perturbados, paralizados y mortalmente engañados. El hechizo nos convierte en autómatas. Somos subyugados, abducidos y llevados como ovejas al matadero. La ciudad de Jerusalén quedó hechizada, —a oscuras—, cuando una tenebrosa oscuridad se aposentó sobre ella días antes de la redención (Lucas 22:53). El hechizo es como el lazo del cazador (Salmos 91:3). Como la mujer inmoral que caza la preciosa alma del varón (Proverbios 6:26). Son las vendas mágicas para cazar el alma humana (Ezequiel 13:18-20). Hay hechizos que alcanzan a naciones enteras. Alemania quedó hipnotizada ante el embrujo de un poder satánico que actuó como el antiguo liderazgo de Nimrod en la vida de Adolf Hitler, y su fascinación neutralizó la rica cultura alemana y su capacidad de razonar con sensatez. Hoy ese mismo hechizo es producido por las grandes corporaciones multinacionales. Una sociedad embriagada de placeres,  promiscuidad y seducción por las riquezas fáciles cae pronto en un endeudamiento cuyos acreedores la esclavizarán de por vida. La deuda pública española es alarmante pero no parece preocuparnos. Vivimos hechizados por el brillo de Babilonia. La fascinación por un buen negocio oculta cualquier capacidad de discernimiento. El afán por las riquezas, las fiestas (cumpleaños, bodas, bautizos, comuniones, aniversarios) y el lujo justifican cualquier comportamiento inmoral que una ciudad ramera impulsa con su hechizo en todas las naciones. Como en los días de Noé y Lot: comían, bebían, se casaban, compraban, vendían (Lucas 17:26-30). Entregados al desenfreno y la disolución hasta momentos antes del juicio. El hechizo paralizador de las verdades eternas había conseguido su propósito. Tus comerciantes eran los grandes del mundo, y tú engañaste al mundo con tus hechizos. Como dice también el profeta: Babilonia ha sido como copa de oro en las manos del Señor, copa que hizo emborrachar a todo el mundo. Las naciones bebieron del vino de Babilonia y se enloquecieron (Jeremías 51:7). Asistimos a esa locura incontrolada.

         El hechizo y control de las corporaciones paralizan la sensatez y la razón.

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TIEMPOS FINALES – Engaño masivo (8)

Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado, pues Aquel que fue engendrado por Dios le guarda, y el maligno no le toca. Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el maligno (1 Juan 5:18,19)

Hay frases en la Escritura que son determinantes, categóricas. Una de ellas la encontramos en la carta de Juan: el mundo entero está bajo el maligno. O como dice otra versión: el mundo que nos rodea está controlado por el maligno. Y en otro lugar se nos exhorta a no conformarnos al sistema de este mundo, sino ser transformados. Ese dominio que ejerce su tiranía sobre el mundo entero lo hace especialmente sobre aquellos que practican el pecado viviendo alejados de la ley de Dios. El pecado es infracción de la ley. Lo encontramos en la misma carta de Juan. Todo el que peca viola la ley de Dios, porque todo pecado va en contra de la ley de Dios (1 Juan 3:4). Cuando vivimos trasgrediendo las leyes divinas nos ponemos bajo la tiranía del maligno que tendrá derecho legal de actuar sobre nuestras vidas con todo su potencial destructor. Nuestra sociedad no solo se ha alejado de la ley de Dios, sino que la resiste, la combate con obstinación, y persigue a quienes deciden obedecerla. Esta actitud coloca nuestras naciones a merced de los poderes de las tinieblas que no dudarán en destruirlas. La historia nos enseña que las naciones antiguas siempre respetaban sus dioses, eran temerosos de provocarlos, entendían que hacerlo los ponía en desventaja y derrota. Fue la actitud que tomaron en el barco que transportaba a Jonás. Cuando se desató la tormenta, los desesperados marineros pedían ayuda a sus dioses, mientras tanto Jonás dormía. Cuando se dieron cuenta de su negligencia le gritaron: ¡Levántate y ora a tu dios! Quizá nos preste atención y nos perdona la vida (Jonás 1:4-6). Hasta la llegada del racionalismo y la ilustración las naciones de la tierra eran conscientes de su fragilidad y necesidad de los poderes celestiales. Cada pueblo tenía su mitología y entendían, con mejor o peor acierto, que los dos mundos, el visible y el invisible están conectados siendo vasos comunicantes. El pecado atrae la ira de un Dios justo que desarma a las naciones ante los ataques de infortunio producidos por el maligno. Una nación sin protección espiritual es peor que no tener fuerzas armadas para su defensa. Hemos caído en la insensatez y soberbia de apoyarnos en nuestras propias limitaciones quedando a merced del maligno que nos zarandea como a trigo. Vivimos el resultado de la acción del diablo en colaboración con hombres malvados.

         Ignorar al que viene a robar, matar y destruir entregándonos al desenfreno provoca la ruina de nuestras sociedades. Volvamos a Dios.

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TIEMPOS FINALES – Engaño masivo (9)

Os he escrito esto sobre los que os engañan (1 Juan 2:26). Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo… (1 Juan 4:1)

La batalla está servida. Si un campo se deja de cultivar y cuidar pronto le crecerán malas hierbas que harán más difícil volver a preparar la tierra para una nueva cosecha. Nuestra mente es un campo que hay que cultivar y proteger continuamente, de lo contrario las corrientes de pensamiento aflorarán de cualquier parte y seremos objetivo fácil de sus engaños. La pereza mental hará crecer rastrojos y ajenjo. El apóstol escribe su carta pensando en aquellos que vienen a engañar a quienes un día aceptaron la verdad, pero que descuidando el discernimiento pronto son arrastrados por el engaño de falsos profetas. Hay que probar los espíritus. No creer cualquier cosa aunque se ponga de moda y el mundo entero acepte sus demandas. Se han levantado ideologías que actúan como nuevas religiones pretendiendo suplantar la verdad del evangelio. La ideología de género se quiere imponer como dogma de fe. El nacionalismo ha tomado el lugar de las viejas tradiciones religiosas para substituirlas. El cambio climático tiene los mismos componentes de una nueva religión. Se ha establecido un credo universal que debe ser aceptado por todas las naciones aunque solo sea una teoría. Parece más fácil que nunca llevar a pueblos enteros a unas creencias universales. Por otro lado, el evangelio sigue encubierto por el dios de este mundo que ha cegado el entendimiento de los incrédulos para no ver la luz del evangelio (2 Co.4:3,4). La vanidad de la mente mantiene el entendimiento entenebrecido (sin luz) porque la dureza de sus corazones los mantiene en la ignorancia espiritual que lleva a perder toda sensibilidad y entregarse con avidez a cometer toda clase de inmoralidades (Efesios 4:17-19). Es el resultado de resistir la verdad revelada en la persona del Mesías, quien nos redimió del presente siglo malo para que la luz resplandezca en nuestros corazones. Obstinarnos en el error con soberbia solo conducirá a allanar el camino del engaño y la mentira en sus múltiples manifestaciones. Hoy la mentira corre más rápido porque vivimos en un mundo globalista; las autopistas para el engaño y el error están bien pavimentadas por los medios de información mundiales, que por otro lado, están en pocas manos. Unas pocas compañías controlan el flujo informativo a su interés y antojo. Esto facilita en gran medida el adoctrinamiento mundial. Debemos salir de la ciudad de destrucción, como Lot, y ponernos a salvo en la ciudad del gran Rey.

         Rendirnos a la verdad del evangelio nos hará libres del dominio del maligno y quienes engañan al mundo entero.

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TIEMPOS FINALES – Derramamientos del Espíritu (1)

El Señor de los Ejércitos Celestiales dice: Dentro de poco, haré temblar los cielos y la tierra, los océanos y la tierra firme una vez más. Haré temblar a todas las naciones y traerán los tesoros de todas las naciones a este templo. Llenaré este lugar de gloria […] La futura gloria de este templo será mayor que su pasada gloria […] y en este lugar, traeré paz. ¡Yo, el Señor de los Ejércitos Celestiales, he hablado (Hageo 2:6-9 NTV)

Cuando Jesús asistió a la boda de Caná de Galilea, después de haber convertido el agua en vino, el maestro de ceremonias dándose cuenta de lo que había ocurrido le dijo al novio: normalmente se sirve el mejor vino primero, y una vez que todos han bebido bastante, comienza a ofrecer el vino más barato. ¡Pero tú has guardado el mejor vino hasta ahora! Esta fue la primera vez que el Mesías manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en él (Juan 2:6-11). Parece haber aquí un principio que se repite a lo largo de toda la Escritura. El Señor deja lo mejor de su plan para el final. Los procesos que se suceden en el recorrido bíblico nos muestran que en primer lugar aparece lo de inferior calidad para avanzar hacia el culmen, la apoteosis final que pone el sello de la gloria de Dios en una dimensión plena. Caminamos hacia la plenitud. La vida del justo es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto (Proverbios 4:18). Hemos ido viendo a lo largo de esta serie algunas de las señales que preceden la venida del Señor. Hemos hecho un breve recorrido anotando algunos de los acontecimientos cargados de aflicción que van delante de la manifestación de su reino. Como dice el apóstol Pedro: Los profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros, inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación, escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos (1 Pedro 1:10-11). Primero los sufrimientos, después las glorias que le siguen. Ahora veremos, al finalizar esta serie sobre señales de los tiempos finales, cómo en esos mismos tiempos de aflicción y angustia hay una señal anunciada también para el mismo periodo: derramamientos del Espíritu sobre toda carne. Tendremos ocasión de meditar en algunos textos relevantes al respecto, pero ahora quiero enfatizar el principio al que me refería anteriormente y que aparece como un modelo divino en el devenir de la historia de la redención y su proceso ascendente hasta la plenitud final de los tiempos. Encontramos al inicio de la revelación de Dios, en el libro de Génesis, que había caos y vacío hasta que la voz creadora del Rey del Universo lo puso en orden.

         Tras las obras de la carne aparece el fruto del Espíritu derramado.

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TIEMPOS FINALES – Derramamientos del Espíritu (2)

El Señor de los Ejércitos Celestiales dice: Dentro de poco, haré temblar los cielos y la tierra, los océanos y la tierra firme una vez más. Haré temblar a todas las naciones y traerán los tesoros de todas las naciones a este templo. Llenaré este lugar de gloria […] La futura gloria de este templo será mayor que su pasada gloria […] y en este lugar, traeré paz. ¡Yo, el Señor de los Ejércitos Celestiales, he hablado (Hageo 2:6-9 NTV)

El profeta Hageo desarrolló su ministerio en días cuando el antiguo templo de Salomón había sido destruido y uno nuevo estaba siendo edificado. La restauración del culto se estaba abriendo camino en medio de un gran conflicto para impedir los tiempos de restauración del viejo templo. La voz de Hageo y Zacarías se elevaron ante el pueblo de Judá para alentar su edificación en Jerusalén. Este nuevo edificio no alcanzaría el esplendor de aquel otro construido por el rey Salomón en tiempos de paz y prosperidad nunca antes vistos en Israel. Aún así, los judíos venidos del exilio babilónico sabían que una parte esencial de su reconstrucción nacional pasaba por el levantamiento del templo como eje central de su actividad espiritual. El culto debía ser restaurado. El altar levantado. Los sacrificios ofrecidos. Todo ello como parte vital de los nuevos tiempos para la nación judía. Sin embargo, la voz profética, con su alcance intemporal y eterno, anunciaba otro tiempo aún más glorioso para el futuro. La gloria postrera de esta casa, el templo reconstruido en Sión en medio de gran oposición, era presagio de un tiempo aún por venir cuya gloria futura sería inmensamente mayor que lo vivido hasta ese momento por el pueblo de Israel. La futura gloria de este templo será mayor que su pasada gloria. Si hacemos en este punto un paralelismo del nuevo templo que Jesús levantaría en tres días (Juan, 2:18-22), viéndonos como piedras vivas del nuevo templo, cuya gloria postrera será mayor que la primera, y pensamos en el cuerpo terrenal como gloria pasajera temporal, y el cuerpo espiritual como gloria eterna e inmortal, sabremos que la mayor gloria está aún por llegar llenándonos de esperanza en medio de las aflicciones del tiempo presente. Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas (2 Corintios 4:16-18).

         La gloria postrera de nuestros cuerpos mortales tendrá un peso mayor de gloria y eternidad en la redención final del cuerpo (Romanos 8:23).

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TIEMPOS FINALES – Derramamientos del Espíritu (3)

El Señor de los Ejércitos Celestiales dice: Dentro de poco, haré temblar los cielos y la tierra, los océanos y la tierra firme una vez más. Haré temblar a todas las naciones y traerán los tesoros de todas las naciones a este templo. Llenaré este lugar de gloria […] La futura gloria de este templo será mayor que su pasada gloria […] y en este lugar, traeré paz. ¡Yo, el Señor de los Ejércitos Celestiales, he hablado (Hageo 2:6-9 NTV)

Sigamos un paso más en este importante texto del profeta Hageo. Hemos dicho que hay un principio en la Escritura que pone de manifiesto el orden de la creación de Dios. También en el proceso de la redención. Génesis comienza con caos y vacío, —seguramente después de una batalla cósmica no revelada salvo en algunos detalles del contenido bíblico—, para reiniciar (palabra de moda que algunos pretenden imitar haciéndose pasar por dioses, me refiero al Foro de Davos y su estrategia de control de las naciones) el plan de Dios comenzando con la creación del mundo material para culminar ese primer desarrollo con el aliento de vida en el ser humano, —sello de la creación de Dios, creado a su imagen y semejanza—, es decir, la dimensión espiritual que sigue a la física. La creación terrenal y natural del hombre para avanzar a la regeneración, el nuevo hombre (el que algunas ideologías también quieren imitar en oposición a Dios, con prepotencia y rebelión, léase el humanismo, el comunismo y más recientemente el transhumanismo, la supuesta creación por el hombre de un ser mitad humano mitad máquina tecnológica), sacado a luz por la redención del Mesías: la inmortalidad. En palabras del apóstol: Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante. Mas lo espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo espiritual. El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo. Cual el terrenal, tales también los terrenales; y cual el celestial, tales también los celestiales. Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial (1 Corintios 15:45-49). Podemos ver que es el mismo mensaje del profeta Hageo. La futura gloria de este templo será mayor que la primera, y todo ello en múltiples verdades que desembocan siempre en lo mejor al final. Cuando Pablo escribe a los gálatas hace el recorrido de las obras de la carne en primer lugar siguiéndole el fruto del Espíritu. Primero nació Ismael, el hijo de la carne, luego vino Isaac el hijo de la promesa. Primero la sombra de lo que había de venir, en referencia a la ley dada a Moisés, luego la imagen misma de su sustancia en la persona del Mesías. La futura gloria viene después o en medio de gran tribulación.

         Aceptemos los procesos divinos y el orden establecido para lo mejor.

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TIEMPOS FINALES – Derramamientos del Espíritu (4)

El Señor de los Ejércitos Celestiales dice: Dentro de poco, haré temblar los cielos y la tierra, los océanos y la tierra firme una vez más. Haré temblar a todas las naciones y traerán los tesoros de todas las naciones a este templo. Llenaré este lugar de gloria […] La futura gloria de este templo será mayor que su pasada gloria […] y en este lugar, traeré paz. ¡Yo, el Señor de los Ejércitos Celestiales, he hablado (Hageo 2:6-9 NTV)

Antes de la regeneración de todas las cosas viene un temblor divino que hace estremecer y remueve todas las cosas creadas. El Señor, dice el profeta, hará temblar los cielos, la tierra, los océanos y a todas las naciones. Es el mismo mensaje del autor de la carta a los Hebreos cuando dice: La voz del cual conmovió entonces la tierra, pero ahora ha prometido, diciendo: Aún una vez, y conmoveré no solamente la tierra, sino también el cielo. Y esta frase: Aún una vez, indica la remoción de las cosas movibles, como cosas hechas, para que queden las inconmovibles. La voz de Dios conmovió primeramente al pueblo de Israel en el monte Sinaí, donde estaban espantados y asustados al oír el estremecimiento del monte cuando el Señor se manifestó a Moisés. Ahora se anuncia un estremecimiento mayor sobre toda la creación antes de la manifestación de su reino, porque añade el mismo autor: Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia (Hebreos 12:26-28). Y esto concuerda con las palabras del apóstol Pedro cuando escribe que en el día del Señor los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán desechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas; luego insta a los hijos de Dios a vivir de manera santa y piadosa, esperando la venida del Señor, cuando los cielos, encendiéndose serán desechos, y los elementos se fundirán por el fuego, y añade: Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia (2 Pedro 3:13). Es la regeneración final. La consumación de los tiempos. La transformación del cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya (Filipenses 3:21). Esa es la gloria postrera. La gloria que le pidió el Señor al Padre en su oración sacerdotal por los suyos: Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado (Juan 17:24). Cuando miramos al Señor cada día de nuestra vida en medio de las aflicciones del tiempo presente, somos transformados de gloria en gloria a su misma imagen por medio del Espíritu del Señor (2 Corintios 3:18). Avancemos a esa gloria siempre mayor.

         Los temblores de Dios preceden a la gloria postrera de la casa.

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TIEMPOS FINALES – Derramamientos del Espíritu (5)

El Señor de los Ejércitos Celestiales dice: Dentro de poco, haré temblar los cielos y la tierra, los océanos y la tierra firme una vez más. Haré temblar a todas las naciones y traerán los tesoros de todas las naciones a este templo. Llenaré este lugar de gloria […] La futura gloria de este templo será mayor que su pasada gloria […] y en este lugar, traeré paz. ¡Yo, el Señor de los Ejércitos Celestiales, he hablado (Hageo 2:6-9 NTV)

Una de las manifestaciones evidentes cuando queda establecido el reino de Dios en el corazón de una persona es la paz. También lo será cuando la tierra sea llena del conocimiento de la gloria del Señor. La paz de Dios supera el entendimiento y los pensamientos, traspasa las circunstancias introduciéndonos en la dimensión del reino inconmovible, los poderes del siglo venidero. Es la paz que se establece después de una batalla. Cuando el Señor se presentó a los suyos una vez que había bajado a los infiernos, tras haber sido escarnecido en la cruz, sepultado, y tras la angustia de la muerte, clamando al que le podía librar de ella (Hebreos 5:7), lo hizo con este mensaje: Paz a vosotros (Juan 20:21,26). Tras la batalla que había sido librada, finalmente se impuso la paz del vencedor sobre todos los poderes de las tinieblas. Por tanto, la paz viene después de la victoria final. El reino de Dios es paz. No es comida ni bebida bajo los rudimentos de este mundo, sino justicia, paz y gozo en el Espiritu Santo (Romanos 14:17). El Maestro anunció a los suyos que en el mundo tendrían aflicción, pero él vencería los poderes de este mundo para poder establecer la paz del cielo en el corazón de los hombres (Juan 16:33). Una y otra vez nos encontramos que antes de su venida hay aflicción y dolor; primero nacemos en un mundo hostil, cuyos parámetros son violentos y convulsos. La tierra está llena de oscuridad, los dolores de parto anuncian el alumbramiento del nuevo día; el aumento de la maldad precede al derramamiento del Espíritu. El hastío de las injusticias levanta un clamor por la verdad, la justicia y la libertad. La creación gime por su redención, nosotros también gemimos por el advenimiento del nuevo día. El caos y la confusión dan lugar al orden de la palabra de Dios y la misericordia que nos guía todos los días de nuestras vidas. La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella (Juan 1:5). Todo para recordarnos que las señales de tribulación y angustia antes de su venida son la antesala del día con más luz. Pero además en esos días también convergen los derramamientos del Espíritu Santo sobre toda carne como veremos en próximas meditaciones.

         La paz del reino viene después de la batalla por la justicia y la verdad duraderas. Solo así quedará establecida firmemente en nuestros corazones.

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TIEMPOS FINALES – Derramamientos del Espíritu (6)

Entonces, después de hacer todas esas cosas, derramaré mi Espíritu sobre toda la gente. Sus hijos e hijas profetizarán. Sus ancianos tendrán sueños, y sus jóvenes tendrán visiones. En esos días derramaré mi Espíritu aun sobre los sirvientes, hombres y mujeres por igual. Y haré maravillas en el cielo y en la tierra… (Joel 2:28,29,30 NTV)

El mensaje de los profetas de Israel contiene generalmente una parte de juicio y denuncia por el pecado, y otra de restauración cuando el pueblo se vuelve a su Dios; o bien tras el juicio inevitable por falta de arrepentimiento. La maldad, iniquidad e injusticias que se derivan de ella acaban en hartazgo cuando la opresión hace gemir el alma humana levantando un clamor para luchar por su liberación. La Escritura enseña con claridad esta verdad, aunque el clamor no sea generalizado, sino el de un remanente fiel que angustiado ante las injusticias insoportables de hombres perversos y malos levantan su intercesión al cielo en busca de justicia y paz. Entonces, después de soportar con paciencia el juicio decretado por sus pecados, y una vez concluida la sentencia, el Señor se levanta en favor de su pueblo derramando su Espíritu sobre toda carne. Es lo que anuncia el profeta Joel tras haber llamado a la nación a reunirse en ayuno y clamor por el juicio de la oruga, el saltón y la langosta que los había devorado. Lo vemos en Egipto cuando el pueblo de Israel quedó atrapado bajo la tiranía de Faraón y los hebreos eran afligidos bajo el látigo de sus capataces. Una vez elevado el clamor al cielo el Señor envió a Moisés para establecer un proceso de redención que culminaría con la salida de Egipto y una nueva vida en libertad. Los últimos tiempos tienen también algo de todo lo que acabamos de decir. En medio de angustias y opresiones diversas, el Señor derrama su Espíritu sobre mucha gente y pueblos capacitándoles para afrontar los días de adversidad y oprobio. Estos derramamientos del Espíritu también levantan a muchas personas sencillas y anónimas que salen por todas partes anunciando la buena nueva a los afligidos.  Fue lo que ocurrió el día de Pentecostés en Jerusalén cuando el apóstol Pedro identificó la profecía de Joel con aquellos días. Partiendo de Jerusalén el evangelio fue anunciado por todas aquellas regiones primeramente, para luego extenderse a todas las naciones. Y se hizo en medio del dominio romano sobre Israel. A pesar de la opresión romana sobre Judea, el Espíritu de Dios capacitó a muchos mensajeros para llevar el mensaje liberador a las naciones. El poder del reino de Dios manifestado por su Espíritu produjo gran refrigerio.

         El evangelio siempre ha avanzado en medio de gran oposición mediante derramamientos del Espíritu sobre toda carne.

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TIEMPOS FINALES – Derramamientos del Espíritu (7)

Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen […] Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare (Hechos 2:4,38,39)

La historia del pueblo de Dios es como una línea ondulada, con altibajos, tiempos de plenitud con avances del reino de Dios, y otros de estancamiento, decadencia, clamor y avivamientos. Lo vemos primeramente en la historia antigua del pueblo de Israel. Después de salir de la opresión y esclavitud en Egipto, donde el faraón había amargado su existencia mediante un régimen laboral opresor, Israel pasó el mar Rojo (figura del bautismo en agua) y fueron bautizados en la nube de día y el fuego de noche 1 Corintios 10:2 (figura del bautismo en el Espíritu Santo) que los acompañó y estuvo con ellos todo el camino por el desierto. La redención dio lugar a un día de alabanza y júbilo por la victoria sobre los dioses de Egipto que los habían tiranizado. Pero pronto comenzaron las quejas por la escasez de alimentos y agua. Moisés tuvo que lidiar con un pueblo que habiendo visto las grandes señales que Dios había hecho en Egipto y seguía haciendo en el desierto, no impidieron la murmuración y el desorden de los apetitos carnales. De tal forma que toda aquella generación no pudo entrar en la tierra prometida. Fue la siguiente, junto con Caleb y Josué, remanente siempre presente en el pueblo de Dios, quienes entraron y conquistaron las promesas que eran para ellos, sus hijos y las siguientes generaciones. Este es el patrón que encontramos en el devenir de Israel a lo largo de la Biblia: Tiempos de avance de la voluntad de Dios mediante el pueblo elegido para sus propósitos, y otros de decadencia donde se paralizan los planes del Señor hasta la llegada de otra generación que le busca y sobre quienes vuelve a derramar su Espíritu reiniciando así el propósito al que fueron llamados. Esta misma secuencia la encontramos en la historia de la iglesia a lo largo de los últimos dos milenios. Después de Pentecostés, donde todos fueron llenos del Espíritu, salieron a todas las naciones con el evangelio que es poder de Dios. Pero pronto el impulso inicial se perdió y encontramos en la carta de Pablo a Timoteo la exhortación a avivar el fuego del don de Dios que estaba en él (2 Timoteo 1:6). En esa misma carta el apóstol anunció tiempos peligrosos por el carácter perverso de los hombres en los postreros días, de ahí la necesidad de avivar el fuego del don de Dios.

         Necesitamos volver a ser llenos del Espíritu Santo como en Pentecostés.

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TIEMPOS FINALES – Derramamientos del Espíritu (8)

Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen […] Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare (Hechos 2:4,38,39)

Toda experiencia de derramamiento del Espíritu en una congregación levanta dudas, burlas y persecución. El hombre natural no percibe las cosas de Dios. Por su parte el hombre religioso prefiere la seguridad de una estructura eclesiástica que levante un edificio en el que pueda sentirse cobijado y cuyos límites no se traspasen perturbando su tranquilidad. Así fue el día de Pentecostés en la ciudad de Jerusalén. La experiencia plena de los apóstoles fue perturbadora en la ciudad. El pueblo se juntó viendo el estruendo provocado por el suceso que previamente había anunciado el Maestro a sus discípulos. La multitud se mostró confusa, atónita y maravillada. Todo ello en la misma masa de gente. Siempre es así en los distintos avivamientos que han surgido a lo largo de la historia. La perplejidad de los espectadores dio paso al primer discurso del apóstol Pedro. Al hacerlo, identificó la experiencia que acaban de tener con la profecía de Joel. En los postreros días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne (Hechos 2:17). Las consecuencias de ese derramamiento serían: profecías, visiones, sueños, prodigios, señales y salvación mediante la invocación del nombre del Señor para ser salvo. La multitud, después de oír al apóstol encararlos con su propia responsabilidad en la muerte del Mesías, fue herida en su conciencia, y compungidos de corazón dijeron: Varones hermanos, ¿qué haremos? La respuesta fue inmediata: Arrepentíos, bautizaos y recibiréis el don del Espíritu Santo. Tres mil personas respondieron al llamamiento de Pedro recibiendo la palabra anunciada, y a partir de ese momento sus vidas quedaron unidas a la comunión que se había producido como consecuencia del derramamiento del Espíritu Santo. Los postreros tiempos habían comenzado. El Imperio Romano seguía dominando el mundo conocido. Israel estaba subyugado políticamente al yugo de Roma pero algo nuevo había tenido lugar y ese movimiento sobrenatural superaría las adversidades llegando a cada rincón del mundo conocido. Hoy también los días son malos. Vivimos sometidos en gran medida a una tiranía globalista; los nuevos faraones pretenden someternos a esclavitud y opresión, pero el derramamiento del Espíritu de Dios sigue siendo nuestra mayor necesidad.

         El don del Espíritu nos pondrá a salvo de esta generación perversa.

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TIEMPOS FINALES – Derramamientos del Espíritu (9)

Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen […] Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare (Hechos 2:4,38,39)

No hay exclusividad en el don del Espíritu. La promesa no era solamente para los apóstoles, ni para el día del Pentecostés, el apóstol Pedro lo dejó claramente asentado: la promesa es para vosotros (judíos en la ciudad de Jerusalén del siglo I), es también para vuestros hijos (la siguiente generación); y para todos los que están lejos (en la diáspora judía), pero no solo para ellos, sino también para cuantos el Señor nuestro Dios llame de toda lengua, pueblo o nación en todas las generaciones. Porque el llamamiento de Dios sigue vigente, no ha cesado, por tanto, la promesa de recibir el don del Espíritu Santo como en el día de Pentecostés es para todos los que se arrepienten, se bautizan, invocan su nombre en todo lugar; y recibiréis el don del Espíritu Santo. Fue lo que aconteció y vemos relatado ampliamente en el libro de los Hechos en la ciudad de Samaria cuando predicó Felipe. Lo vemos en la casa de Cornelio: el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían el mensaje, como sobre nosotros al principio (Hechos 11:15), dijo el apóstol Pedro cuando tuvo que dar explicaciones a los hermanos de la congregación judía en Jerusalén. Y también ocurrió sobre los discípulos de la ciudad de Éfeso que habiendo creído parte del evangelio no habían recibido el don del Espíritu hasta que el apóstol Pablo impuso sobre ellos las manos (Hechos 19:6). En todas estas experiencias la evidencia fue que hablaban en lenguas y profetizaban tal y como había anunciado el profeta Joel. Pero pronto, como en la salida de Egipto, comenzaron las quejas, los razonamientos altivos, la frialdad de un corazón tibio, el temor a confiar y obedecer la acción del Espíritu y así los ríos de agua viva se convirtieron en sequedades de verano. De forma gradual los debates teológicos ocuparon gran parte de la comunión de la iglesia, las peleas dogmáticas sobre palabras y tecnicismos coparon gran parte del dinamismo inicial, por ello la manifestación del Espíritu y una fe vibrante fue suplantada y en gran medida cesaron; no porque esa fuera la voluntad de Dios; recuerda: la promesa es para los hijos, los que están lejos y todos aquellos que el Señor llama; sino por la desobediencia y la incredulidad, como la generación en el desierto. Por ello necesitamos siempre nuevos derramamientos del Espíritu.

          La promesa del Espíritu sigue vigente también para nuestros días.

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TIEMPOS FINALES – Derramamientos del Espíritu (10)

¿Cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los que oyeron, testificando Dios juntamente con ellos, con señales y prodigios y diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo según su voluntad (Hebreos 2:3,4)

La carta a los Hebreos es una advertencia a no volver atrás. La historia antigua de Israel es un ejemplo claro de que podemos ser redimidos, escogidos con un propósito, y perder en su desarrollo el contenido esencial del plan de Dios. Una y otra vez el pueblo se alejaba del camino, los profetas eran enviados para que regresaran, a veces los oían y otras muchas eran maltratados y despreciados. ¿Por qué creemos que en la iglesia es diferente? La historia nos demuestra que hemos cometido los mismos errores; precisamente el apóstol de los gentiles nos advierte que estas cosas están escritas como ejemplo para nosotros, y para amonestarnos y reconducirnos (1 Corintios 10:6,11). El autor de la carta a los Hebreos nos advierte que podemos descuidar nuestra salvación, ¿cómo? mediante incredulidad y desobediencia, por volver una y otra vez a los rudimentos de la doctrina en lugar de avanzar y madurar ejercitándonos en el discernimiento del bien y del mal; por abandonar la fe inicial y mezclarla con cualquier tipo de religiosidad suplantadora. Volver al origen es regresar a la necesidad de ser llenos del Espíritu, guiados por el Espíritu, obedecerle y seguirle más que a las estructuras eclesiásticas. A lo largo de nuestra historia hemos hecho exactamente lo opuesto. Descuidar la salvación incluye no tener en cuenta que Dios ha dado testimonio mediante señales, prodigios y diversos milagros y estos nunca han cesado en su perfecta voluntad; (si no los experimentamos es en gran medida por causa de incredulidad y argumentos altivos); incluyendo repartimientos del Espíritu que siguen siendo la voluntad de Dios para su pueblo. Todo ello y mucho más es descuidar nuestra salvación. Quienes argumentan su cesacionismo están negando la voluntad de Dios. Él no cambia, ni hay sombra de variación en Él. La promesa es para todos cuantos el Señor llamaré aunque ciertas teologías hayan negado la obra de Dios y se hayan opuesto a que el pueblo busque nuevas llenuras y repartimientos del Espíritu según su voluntad. Todo el libro de los Hechos de los Apóstoles es el acompañamiento del Señor, mediante su Espíritu, en el avance del evangelio del reino en la tierra, y esto no ha cesado, ni siquiera en los tiempos finales que vivimos. Hoy también Dios testifica mediante señales, milagros y repartimientos del Espíritu a pesar de las falsificaciones que no pueden invalidar la verdad.

         No debemos descuidar la salvación impidiendo la llenura del Espíritu.

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TIEMPOS FINALES – Derramamientos del Espíritu (11)

Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia (1 Corintios 1:26-29)

El evangelio es poder de Dios aunque muchos han pretendido usar ese poder para dominar a otros. La iglesia pronto se apartó del modelo Jerusalén para seguir el modelo griego y romano. La sabiduría y filosofía griega y el potencial romano para establecer estructuras de poder se infiltró temprano en la iglesia uniendo política, racionalismo y espiritualidad; de tal forma que durante siglos gran parte de la actividad eclesiástica giró en torno a debates interminables sobre tecnicismos teológicos con palabras latinas o griegas para asentar el dogma. Por supuesto, siempre hubo un remanente, como en la historia de Israel, que mantenía la llama de la fe viva, aunque muchos de ellos fueran desconocidos, vivieran en desiertos y sus nombres no figuren entre los llamados «padres» de la iglesia. Por ese camino se abandonó la dependencia del Espíritu ocupando su lugar la intelectualidad mezclando el evangelio con filosofía griega que le daba al mensaje un aire más atractivo para los intelectuales de la época. Estos procedimientos nunca han cambiado excesivamente a lo largo de los siglos. El modelo de Dios sigue siendo el mismo: avergonzar a los sabios y fuertes escogiendo lo necio, vil y menospreciado del mundo. El gravísimo problema es que muchas de estas personas que comienzan siendo menospreciadas y que con humildad dependen del Espíritu de Dios, pronto se vuelven sofisticadas abandonando su sencillez inicial y abrazando el reconocimiento de los hombres que los vuelven débiles en el Espíritu y fuertes en su propia potencialidad impostada. Hay excepciones. Pocas. No reconocidas. Pero ellos serán los desconocidos valientes de David que ganarán batallas esenciales para todo el pueblo. Dios no quiere arrogantes en su presencia. Él resiste a los soberbios y da gracia a los humildes. Por ello, uno de los movimientos más transformadores de la iglesia en los últimos tiempos se inició en una casa desvencijada de la calle Azusa, en los Ángeles, California, cuyo más conocido exponente fue un predicador negro llamado William J. Seymour. Se iniciaba el año 1906 y comenzaba así el movimiento pentecostal. Este movimiento, denostado y maltratado ampliamente, sería la espoleta para un crecimiento espiritual nunca antes visto.

         Dios avergüenza y deshace para que nadie se jacte en su presencia.

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TIEMPOS FINALES – Derramamientos del Espíritu (12)

Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados (Isaías 57:15)

Mis primeras experiencias transformadoras tuvieron lugar en una pequeña iglesia pentecostal de Lérida. Avanzaba el año 1980 y estaba cumpliendo mi servicio militar. La combinación de mi propia búsqueda personal, la lectura del Nuevo Testamento y el encuentro con esta congregación, cuyo origen se debía en gran medida al apoyo de las iglesias pentecostales suecas, pusieron las bases de mi crecimiento y desarrollo espiritual posterior. Eran años cuando llegaban a España algunos ministerios avalados por una gran experiencia carismática en otros lugares. Los cultos se volvieron más espontáneos, la oración predominaba, el ayuno era habitual, y la alabanza brotaba de muchos corazones ansiosos de la presencia de Dios y el derramamiento del Espíritu. En sus inicios, el movimiento pentecostal creció entre la gente más humilde, los parias entre los evangélicos y denominaciones tradicionales, que por otro lado hicieron todo lo posible por frenar aquel avance imparable del evangelio. Eran gentes sencillas, humildes, quebrantados de corazón, sin grandes recursos ni talento, pero fue entre ellos que se reinició la profecía de Joel en los últimos tiempos. Desde una casa semi-abandonada en la calle Azusa de los Ángeles se volvieron a oír cristianos que hablaban en nuevas lenguas y profetizaban. Los milagros no tardaron en aparecer y pronto el mover se extendió por todas las naciones. Como una semilla de mostaza el mensaje de ser bautizados en el Espíritu Santo con la manifestación de hablar en nuevas lenguas se abrió camino entre la tibieza generalizada y un nuevo mover de santidad, que ya se había iniciado con anterioridad, invadió el mundo cristiano llegando incluso a la Iglesia Católica con el movimiento carismático posterior. La mayor explosión de crecimiento del evangelio de toda la historia del cristianismo ha tenido lugar en los últimos cien años motivada por el impulso pentecostal. Los datos hablan de alrededor de setecientos millones de personas convertidas al evangelio desde aquel mítico año 1906 en la calle Azusa. Es evidente que junto con el trigo crece la paja, y con la palabra sembrada también la cizaña. No todo ha sido, ni es, romántico en las iglesias pentecostales. Ha habido excesos, comportamientos indeseables, sí, pero lo que ha caracterizado este movimiento en sus orígenes ha sido un corazón quebrantado buscando al Señor, de ello fui testigo, como he dicho, en los primeros años de mi conversión.

         Dios vivifica, también en tiempos finales, el corazón de los quebrantados.

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TIEMPOS FINALES – Derramamientos del Espíritu (13)

Y temerán desde el occidente el nombre de YHVH, y desde el nacimiento del sol su gloria; porque vendrá el enemigo como un río, más el Espíritu de YHVH levantará bandera sobre él (Isaías 59:19)

Hoy el movimiento pentecostal, ampliado en el movimiento carismático, es aceptado y reconocido mayoritariamente en la Cristiandad, pero no siempre fue así. Recuerdo la tensión que produjo en mis primeros años en el evangelio mantener la comunión con la iglesia pentecostal de Lérida y la de Asamblea de Hermanos en Salamanca. Aprendí mucho de ambas. Luego me enseñaron mis maestros a estar abierto a todo el Cuerpo del Mesías. Dejando a un lado mis recuerdos, quiero reseñar, como he dicho en una meditación anterior, que todo movimiento espiritual, lo que llamamos avivamientos, mantienen una línea ondulada, con altibajos, comienza con una búsqueda sincera y quebrantada de corazón clamando por los ríos de agua viva, una vez se establecen pierden su impulso original dando lugar al estancamiento de sistemas religiosos viviendo en buena parte del pasado glorioso. Cuando disminuye la búsqueda de Dios aumentan los ídolos y los cultos extraños. La maldad crece y con ella la decadencia y apostasía de la fe. Una vez más se necesita el clamor al cielo por nuevos derramamientos del Espíritu que levanten bandera ante las fuerzas opresoras del mal. El profeta Isaías nos dice que el Espíritu del Señor levantará bandera sobre los ríos de iniquidad. Y en ese tiempo vivimos. El misterio de la iniquidad está muy presente en la sociedad actual, pero hay quien lo detiene (2 Tesalonicenses 2:7). La vida de los justos frena el proceso degenerativo de la convivencia; pero si la sal se vuelve insípida no servirá para cumplir su función. La luz y la sal de la tierra es el pueblo del Señor en un mundo a la deriva. Debemos brillar. Necesitamos para ello la llenura del Espíritu, el Consolador y Ayudador. Lo necesitaron los primeros discípulos esperándolo, por mandato del Señor, el día de Pentecostés, para poder cumplir con la misión encomendada. Nosotros no podemos ser tan arrogantes creyendo que nuestras propias fuerzas y habilidades serán suficientes en esta batalla. No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu (Zacarías 4:6), le dijo el Señor a Zorobabel gobernador de Judá. Seguimos necesitando el don de Dios en nuestros corazones. No descuidar el don, dado mediante profecía con la imposición de las manos del presbiterio, que diría Pablo a Timoteo (1 Timoteo 4:14). Avivarlo una y otra vez (2 Timoteo 1:6), porque el mal avanza, el amor se enfría, pero el Espíritu que Dios ha hecho morar en nosotros nos anhela celosamente (Santiago 4:5).

         Como está escrito: Dios desea fervientemente que el espíritu que puso dentro de nosotros le sea fiel (Santiago 4:5 NTV).

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TIEMPOS FINALES – Derramamientos del Espíritu (14)

Estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad gracias en todo, porque ésta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús. No apaguéis el Espíritu. No menospreciéis las profecías. Examinadlo todo; retened lo bueno (1 Tesalonicenses 5:16-21)

Las malas experiencias nos paralizan, las buenas nos impulsan y transforman. Los desequilibrios y contradicciones que se presentan en todo ser humano tienen el potencial de desestabilizarnos y llevarnos  a una vida zarandeada que impida el cumplimiento del plan de Dios. El sabor amargo que dejan las decepciones o el ser defraudados y traicionados puede marcar el rumbo de nuestras vidas irremediablemente. También en las congregaciones y movimientos espirituales. Cuando hablamos de manifestaciones del Espíritu aparecen con rapidez los ejemplos de fraude y falsificación, que los hay, y con ello el temor paralizante que nos roba la superación de los escollos y el desarrollo hasta su culminación. He sido parte de diversos movimientos del Espíritu en congregaciones locales que impulsaron un tiempo de refrigerio espiritual y una libertad gloriosa del Espíritu donde fluían los dones y la comunión edificante de los hermanos. Luego, sin saber bien como (en algunos casos están bien definidos) surgen pequeñas zorras que echan a perder la cosecha (Cantares 2:15). La división mediante las obras clásicas de la carne apaga la dinámica inicial y pronto perdemos el ánimo con la siguiente dispersión de la grey. Estos ciclos se han repetido demasiadas veces en nuestro país. También aparecen experiencias espurias con actitudes de dominio y abuso de ciertos líderes que imponen una pesada carga de control dejando un regusto amargo que defraudará a muchos. Seguramente todo ello viene como consecuencia de no seguir las directrices apostólicas registradas en nuestro texto. Perdemos el gozo, dejamos de orar con fervor, la gratitud nos abandona olvidando fácilmente los beneficios del evangelio, apagamos el Espíritu, menospreciamos las profecías, y sobre todo, al examinar la situación nos quedamos solo con los malos ejemplos, las decepciones, sin retener todo lo bueno que hemos acumulado durante ese tiempo. Es evidente que hay experiencias traumáticas que provocan un daño irreparable en las personas. La libertad del Espíritu en ocasiones produce todo tipo de excesos indeseables; la inmadurez de muchos, especialmente de los líderes, echa a perder la obra original del Espíritu y así entramos en una dinámica de edificar y destruir que se repite en forma de círculos viciosos con pérdida para todos. Sin embargo, podemos volver a levantarnos con gozo, oración y gratitud mediante el Espíritu.

         No debemos cansarnos de hacer el bien y buscar la fuente de vida.

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TIEMPOS FINALES – Derramamientos del Espíritu (15)

Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención… Antes bien sed llenos del Espíritu  (Efesios 4:30 y 5:18)

Las malas experiencias no anulan la verdad de Dios. Los múltiples casos de falsificaciones espirituales nunca podrán impedir nuevos derramamientos del Espíritu de Dios. Está profetizado. Es palabra de Dios que permanece para siempre en el cielo (Salmos 119:89). En los postreros tiempos derramaré de mi Espíritu sobre toda carne. La multiplicación de la maldad no podrá vencer el poder de la gracia, porque donde abundó el pecado sobreabundó la gracia. Incluso aunque el Señor solo encuentre un justo, Noé, y toda su generación esté corrompida y llena de violencia, el Dios de toda gracia hará reverdecer la justicia y la equidad una vez más. Aunque Moisés esté solo ante un pueblo quejoso, incrédulo y desobediente; a pesar de sus múltiples sinsabores en el desierto, el Señor volverá a abrir caminos en el desierto y ríos en la soledad (Isaías 43:19). Es la fuerza de la luz y la vida sobre las tinieblas y la muerte. La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella (Juan 1:5). El cielo y la tierra pasarán, pero su palabra eterna nunca pasará. Las tinieblas llenan la tierra sobre naciones gobernadas por poderes babilónicos mediante un pretendido gobierno mundial, pero sobre Jerusalén aparecerá el Señor, el reino es del Señor, la justicia será establecida en la tierra porque habrá un justo que gobierne. Por tanto, no debemos entristecer al Espíritu con temor, incredulidad y ansiedades; sino buscarlo con pasión como la novia del Cantar de los Cantares busca a su amado en circunstancias a veces muy desfavorables. Pero el amor es más fuerte que la muerte. El sello del Espíritu con el que fuimos sellados para el día de la redención final de nuestros cuerpos mortales nos recuerda que somos extranjeros y peregrinos en la tierra, que buscamos una patria celestial, y ahora la saludamos, creyendo, confesando y degustando los poderes del siglo venidero (Hebreos 11:13-16 y 6:4,5). Hemos sido hechos partícipes del Espíritu Santo, la promesa del Padre, la cual recibimos por fe, y no debemos ser como los gálatas insensatos fascinados y hechizados por el brillo de doctrinas falsas, sino saber que recibimos el Espíritu por el oír con fe (Gálatas 3:1-3). Hemos comenzado por el Espíritu. La vida cristiana es Cristo en nosotros, —la perla de gran precio—; no seamos engañados con otras piedras sin brillo, perecederas, que nunca edifican nuestras vidas sobre la Roca, el edificio de Dios, sino sobre heno paja y hojarasca. Los tiempos pueden ser malos, (y lo son), pero sobre ti amanecerá el Señor y sobre ti será vista su gloria.

         Nuestra verdadera necesidad sigue siendo ser llenos del Espíritu de Dios.

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TIEMPOS FINALES – Derramamientos del Espíritu (16)

Oh Señor, he oído lo que se dice de ti y temí. Aviva, oh Señor, tu obra en medio de los años, en medio de los años dala a conocer; en la ira, acuérdate de tener compasión (Habacuc 3:2 LBLA)

Quiero culminar esta serie sobre tiempos finales con la oración del profeta Habacuc. Un breve análisis de este libro profético nos muestra que su mensaje fue previo al inminente juicio de Dios sobre Judá a manos del Imperio Babilónico. La atmósfera espiritual de los días de Habacuc era de decadencia y juicio, muy similar a los nuestros. Comienza preguntándose por qué su oración no ha sido oída, por qué permite el Señor que la iniquidad predomine y la opresión sea generalizada. El impío asedia al justo. Además, comprende que el Señor usará la vara de Babilonia para juzgar a su pueblo. En esa tesitura, el profeta se coloca en su puesto de guardia, sobre la fortaleza velará para ver en qué consiste la respuesta del Señor. Entiende que el juicio sobre Judá es irreversible, por tanto, esperará confiado y tranquilo el día de la angustia, al pueblo que se levantará para invadirlos (3:16 LBLA). Para culminar con un canto de esperanza y fortaleza en el Dios de su salvación, aunque al presente las circunstancias sean muy desfavorables: Ni la higuera, ni las viñas, ni el olivo producen alimento, faltan las ovejas y las vacas en los establos, a pesar de ello se alegrará en el Señor, se regocijará en el Dios de su salvación, porque el Señor Dios es la fortaleza que lo sostiene en medio de una situación tan adversa (3:17-19 LBLA). Antes, al inicio de su oración en tono de Sigionot,  (canto vehemente), expresa su conocimiento del Señor: He oído lo que se dice de ti y temí. Conoce el carácter justo del Dios de pacto, y ese pacto ha sido quebrantado, por tanto, es consciente de las consecuencias que se derivan de ello. Eleva un clamor para que se avive su obra, que en este caso es de juicio y no de avivamiento como habitualmente se ha interpretado. Porque el Señor no tendrá por inocente al culpable, tampoco debemos imaginar otro escenario en la presente generación. Hemos transgredido la ley y sobrepasado todos los límites de la paciencia de Dios. Somos culpables. Por ello, el juicio sobre las naciones es inevitable. Pero el profeta hace un quiebro en su oración apelando a la misericordia de Dios sin eludir su ira contra la impiedad, por ello levanta un último clamor en favor de aquella generación y que podemos hacer nuestro para este tiempo: En la ira, acuérdate de tener compasión. En medio de los tiempos finales llenos de maldad y la manifestación justa de la ira de Dios, podemos apelar a su compasión, a derramamientos del Espíritu Consolador, para superar este tiempo oscuro y alcanzar la restauración venidera.

         La compasión de Dios estará presente en medio del juicio inevitable.

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