El don de servicio
Pero teniendo dones que difieren, según la gracia que nos ha sido dada, usémoslos… si el de servicio, en servir… (Romanos 12:7).
Aprovechando el tema del don que nos ocupa debemos decir que aunque hay dones predominantes en diferentes hermanos, eso no significa que el resto no debemos o no podemos actuar en esa dirección. El servicio es una misión de todo cristiano, hemos sido llamados a servirnos los unos a los otros, pero hay algunos hermanos que han recibido un don especial en cierto tipo de servicios. De la misma manera que todos debemos evangelizar pero no por ello somos evangelistas.
Hay un don de servicio que se ve en los hermanos que muestran una capacidad especial para servir, están dispuestos a realizar actividades que para otros son muy onerosas, pero ellos las hacen con verdadera pasión. Pienso en mujeres/hombres que muestran una capacidad especial en preparar comida para mucha gente, además tienen la habilidad de organizar eventos que para otros significan un verdadero «dolor de cabeza». Pienso en los hermanos que escogieron para servir las mesas de las viudas en la iglesia primitiva. Luego algunos de ellos evolucionaron de tal forma que se transformaron en evangelistas con la manifestación de otros dones de la lista de 1 Corintios 12 (caso de Felipe y Esteban). No podemos dejar de mencionar a Marta, la hermana de Lázaro, que siempre estaba dispuesta para las tareas domésticas, aunque ello le causara cierta aflicción, lo cual viene a enseñarnos que podemos ejercer un don sin que ello signifique que no lleguemos a experimentar cansancio y agotamiento en su uso.
En muchas congregaciones encontramos a hermanos que están siempre dispuestos a realizar cualquier tipo de trabajo a favor de otros. Siempre quieren ayudar y no escatiman esfuerzo en su realización. Manifiestan un verdadero deleite en el servicio a los demás, y esto puede manifestarse de múltiples formas, porque el servicio es siempre muy diverso.
Tal vez este don no es tan espectacular como otros dones, pero no debemos olvidar que todos son carismas, tienen un potencial sobrenatural porque proceden del Espíritu, no de nuestra propia habilidad, aunque podemos y debemos desarrollar y perfeccionar nuestros dones con práctica y esfuerzo añadido mediante un mayor aprendizaje. Los dones no son para hacer perezosos, sino que partiendo de la iniciativa del Espíritu lo perfeccionemos y desarrollemos a lo largo de nuestra vida, eso sería «negociar» con el talento recibido y no enterrarlo (Lucas 19:15).
Jesús es nuestro modelo de servicio, el don inefable por excelencia.