El profeta Jeremías sobre Edom (III)
Por tanto, oíd el plan [«consejo» RV60] que el Señor ha trazado contra Edom, y los designios que ha decretado contra los habitantes de Temán… (Jeremías 49:20).
La paciencia de Dios es mayor que la nuestra. Él es paciente esperando que procedamos al arrepentimiento. Antes de ello envía su palabra para hacernos volver del error de nuestro camino y evitar las consecuencias de nuestra resistencia a la verdad, viviendo obstinadamente aferrados a la soberbia y el orgullo que Dios resiste.
La Biblia muestra con toda claridad que una vez superados los tiempos de ignorancia, debemos proceder al arrepentimiento. La Escritura pone de manifiesto con toda claridad que podemos traspasar los límites y entrar en la extralimitación que nos conduce a un camino sin retorno. Los profetas nos advierten una y otra vez para volver y buscar a Dios mientras pueda ser hallado. El evangelio de Jesús nos ofrece un cambio de naturaleza para regresar a la cordura del arrepentimiento y la fe en Jesús. Sin ese cambio trascendental continuaremos desarrollando la naturaleza de Esaú que nos llevará al juicio de Dios, como lo encontraron los descendientes de Edom.
El profeta Jeremías declara las consecuencias. He aquí te haré pequeño entre las naciones, menospreciado entre los hombres. Tu arrogancia te engañó, y la soberbia de tu corazón… de allí te haré descender… y se convertirá Edom en desolación… como sucedió en la destrucción de Sodoma y de Gomorra y de sus ciudades vecinas, dice YHWH… (Jer.49:15-18). Observa que es un juicio que ya ha sido realizado en otras ciudades, las de Sodoma y Gomorra, así como en otras ciudades vecinas. Sin embargo, Edom no aprende.
El hombre obstinado en su arrogancia no puede ver ni aprender en «cabeza ajena». Como dijo Salomón: Aquello que fue, ya es; y lo que ha de ser, fue ya; y Dios restaura lo que pasó (Ecl. 3:15). Y otra vez dice: ¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará; y nada hay nuevo debajo del sol (Ecl. 1:9). Entonces ¿por qué el hombre moderno piensa que Dios pasará por alto su comportamiento, que no habrá consecuencias de la impiedad, y que las naciones pueden traspasar indefinidamente la ley del Rey del Universo? El profeta responde: Tu arrogancia te engañó, y la soberbia de tu corazón (Jer.49:16). Ese fue el pecado de Esaú y es el nuestro hoy.
Si desechamos al que habla desde el cielo no queda más que una expectación de juicio que nos ha de devorar (Hebreos 10:27).