52 – TIEMPOS FINALES – Derramamientos del Espíritu (13)

Tiempos finalesTIEMPOS FINALES – Derramamientos del Espíritu (13)

Y temerán desde el occidente el nombre de YHVH, y desde el nacimiento del sol su gloria; porque vendrá el enemigo como un río, más el Espíritu de YHVH levantará bandera sobre él (Isaías 59:19)

Hoy el movimiento pentecostal, ampliado en el movimiento carismático, es aceptado y reconocido mayoritariamente en la Cristiandad, pero no siempre fue así. Recuerdo la tensión que produjo en mis primeros años en el evangelio mantener la comunión con la iglesia pentecostal de Lérida y la de Asamblea de Hermanos en Salamanca. Aprendí mucho de ambas. Luego me enseñaron mis maestros a estar abierto a todo el Cuerpo del Mesías. Dejando a un lado mis recuerdos, quiero reseñar, como he dicho en una meditación anterior, que todo movimiento espiritual, lo que llamamos avivamientos, mantienen una línea ondulada, con altibajos, comienza con una búsqueda sincera y quebrantada del corazón clamando por los ríos de agua viva, una vez se establecen pierden su impulso original dando lugar al estancamiento de sistemas religiosos viviendo en buena parte del pasado glorioso. Cuando disminuye la búsqueda de Dios aumentan los ídolos y los cultos extraños. La maldad crece y con ella la decadencia y apostasía de la fe. Una vez más se necesita el clamor al cielo por nuevos derramamientos del Espíritu que levanten bandera ante las fuerzas opresoras del mal. El profeta Isaías nos dice que el Espíritu del Señor levantará bandera sobre los ríos de iniquidad. Y en ese tiempo vivimos. El misterio de la iniquidad está muy presente en la sociedad actual, pero hay quien lo detiene (2 Tesalonicenses 2:7). La vida de los justos frena el proceso degenerativo de la convivencia; pero si la sal se vuelve insípida no servirá para cumplir su función. La luz y la sal de la tierra es el pueblo del Señor en un mundo a la deriva. Debemos brillar. Necesitamos para ello la llenura del Espíritu, el Consolador y Ayudador. Lo necesitaron los primeros discípulos esperándolo, por mandato del Señor, el día de Pentecostés, para poder cumplir con la misión encomendada. Nosotros no podemos ser tan arrogantes creyendo que nuestras propias fuerzas y habilidades serán suficientes en esta batalla. No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu (Zacarías 4:6), le dijo el Señor a Zorobabel gobernador de Judá. Seguimos necesitando el don de Dios en nuestros corazones. No descuidar el don, dado mediante profecía con la imposición de las manos del presbiterio, que diría Pablo a Timoteo (1 Timoteo 4:14). Avivarlo una y otra vez (2 Timoteo 1:6), porque el mal avanza, el amor se enfría, pero el Espíritu que Dios ha hecho morar en nosotros nos anhela celosamente (Santiago 4:5).

         Como está escrito: Dios desea fervientemente que el espíritu que puso dentro de nosotros le sea fiel (Santiago 4:5 NTV).

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