6 – ANTES DE LA CAÍDA

Antes de la caída (3)Yo os he dado (Primera parte)

Y dijo Dios: He aquí, yo os he dado toda planta que da semilla que hay en la superficie de toda la tierra, y todo árbol que tiene fruto que da semilla; esto os servirá de alimento  (Génesis 1:29).

Dios creó al hombre, delegó en él su autoridad para ejercer como mayordomo de la creación, y le proveyó de los medios necesarios para su supervivencia. Todo lo hizo hermoso, conforme a su propia naturaleza abundante. Uno de los nombres de Dios en la Biblia, que revela su naturaleza y carácter, es El Shaddai, que significa «el Dios de la abundancia», literalmente «el Dios del pecho materno». Dios da vida tal y como el pecho de la madre da vida y nutrición al bebé, de donde entendemos que en Dios hay un carácter masculino y femenino.

En el texto que nos ocupa quiero resaltar: «He aquí, yo os he dado». Dios ha dado al hombre alimento. Es proveedor y sustentador. Toda la creación demuestra esta verdad. Dios ha creado todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos. La semilla que rebrota en sus ciclos adecuados está diseminada por toda la creación para reproducirse adecuadamente supliendo toda necesidad de alimento del ser humano.

En el principio no hubo carencia, Dios dio al hombre provisión abundante para todas sus necesidades, «pero ellos buscaron muchas perversiones» (Ecl.7:29). El problema de la alimentación mundial no está en Dios sino en el carácter codicioso del hombre caído.

Dios puso al ser humano en medio de la abundancia. Hashem crea, da la tarea al ser humano y provee los medios para que su propósito se cumpla. Dios no ha cambiado. Es inmutable. Ya había ocupación antes de la caída. «El Señor Dios tomó al hombre y lo puso en el huerto del Edén, para que lo cultivara y lo cuidara» (Gn.2:15). El Señor le dio al hombre una ocupación. Algunos creen que el trabajo es resultado de la maldición del pecado, pero no es así. Antes de la caída el hombre recibió el encargo de cuidar la creación, cultivarla, poner nombre a todos los animales, en definitiva, el hombre actuando como mayordomo de Dios.

La ocupación es intrínseca al ser humano. Está en nuestro ADN. Forma parte esencial de la realización personal y colectiva. Dios puso las leyes del mundo natural en marcha y dio al hombre la capacidad de cuidarlo y cultivarlo para que nunca le faltara alimento, «pero ellos se buscaron muchas artimañas» (Ecl.7:29 LBLA). Aunque eso vendría después con la caída, ahora estamos en el origen de las condiciones primigenias.

         Dios es el Dador y Hacedor de todas las cosas. Las ha hecho y dado al hombre para suplir todas sus necesidades desde el principio.

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