1 – ANTES DE LA CAÍDA

Antes de la caída (3)

Introducción

Hemos iniciado este tema, bajo el título general ¿Qué es el hombre? con la relación que hace el apóstol Pablo del carácter de los hombres en los últimos tiempos. Luego hemos continuado con el carácter de los hombres de Dios, y hemos visto que ese carácter tiene como base fundamental la palabra de Dios, es un hombre de la palabra. Ser un hombre de la palabra es recuperar el propósito original de Dios.

La desobediencia del hombre, en el principio, fue hacia la palabra de Dios. Adoptó una postura independiente, de autodeterminación, ante la ordenanza divina. Volver a la casa del Padre es regresar a las directivas del reino, vivir bajo su autoridad, sometidos a su voluntad y disfrutar de la abundancia de su casa.

En esta tercera serie de nuestro tema queremos regresar al principio. Ver la vida del hombre antes de la caída en pecado y el surgimiento del gran cataclismo que afectó a todas las cosas. El hombre en su estado primigenio. No sabemos mucho al respecto, pero algo sabemos, lo suficiente para darnos cuenta que la caída levantó un gran abismo entre el Creador y sus criaturas.

La caída en pecado trastornó y deformó la vida del hombre y la mujer en su totalidad. La búsqueda del Paraíso perdido ha sido y seguirá siendo una máxima en el corazón del hombre. Algo ha quedado impregnado en el alma humana para que haya anhelado intrínsecamente el regreso a sus orígenes. Se ha especulado, imaginado, argumentado, deseado y buscado de muchas formas y maneras la posibilidad de recuperar el mundo perdido que nunca hemos vuelto a ver y que siempre deseamos encontrar. ¿Cómo era ese mundo? ¿Cuánto tiempo vivió el hombre en ese estado? ¿Por qué se truncó? ¿Cómo es posible que un mundo tan maravilloso incluyera en sus entrañas la simiente de su propia destrucción? Encontraremos respuestas a estas y otras muchas preguntas al adentrarnos, aunque sea por un momento, en los confines del más allá de nuestra era presente.

En esta nueva serie no miraremos al futuro, sino al pasado más remoto. Lo haremos de la mano de las Escrituras, por lo que le pedimos a Su Autor principal, el Espíritu Santo, nos guíe y conduzca en este recorrido hasta donde quiera llevarnos. Nuestra esperanza no está en lo que perdimos, sino en aquel que ha hecho posible su recuperación y regeneración: Jesucristo, el Hijo de Dios, el Alfa y Omega, el principio de la creación de Dios, el Autor de la vida, en el que están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento, y en quién estamos completos.

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