265 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoEn Apocalipsis (VI) – El milenio (1)

Vi a un ángel que descendía del cielo, con la llave del abismo, y una gran cadena en la mano. Y prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás, y lo ató por mil años; y lo arrojó, y lo encerró, y puso su sello sobre él, para que no engañase más a las naciones, hasta que fuesen cumplidos mil años; y después de esto debe ser desatado por un poco de tiempo (Apocalipsis 20:1-3)

         La revelación que recibió el apóstol Juan sobre los acontecimientos finales nos abre una ventana amplia sobre algunos aspectos que solo se encuentran en este libro. Uno de ellos es la concreción del tiempo que durará el reino mesiánico en la tierra: mil años. No hay motivo para dudar de su literalidad. Se enfatiza en varias ocasiones. Un periodo de tiempo único en la historia del mundo. Lo tenemos por delante.

El discípulo que dio testimonio de ello nos muestra en este pasaje de Apocalipsis algunos aspectos relevantes de este evento mundial. En el milenio el diablo, Satanás, la serpiente antigua, estará atado, por lo que sus operaciones quedarán neutralizadas. Este solo hecho hace de él un periodo único en la historia. Me llama la atención que fue un ángel que descendió del cielo, con la llave del abismo y una gran cadena en su mano, quien prendió al dragón atándolo por mil años. Lo arrojó y encerró para que no engañase a las naciones durante ese tiempo. Podemos deducir de ello que hay ángeles en el cielo que son más fuertes que el mismo Lucifer.

De esta forma el padre de la mentira fue neutralizado. El que había engañado a las naciones, mediante argumentos altivos que se levantan contra el conocimiento de Dios, fue atado para no poder actuar sobre los gobiernos de las naciones. El príncipe de este mundo queda fuera de la escena ante el hecho glorioso del reino del Mesías. Podemos imaginar el cambio de atmósfera espiritual que se producirá.

La «máquina» de mentir y manipular que engaña al mundo entero (Ap.12:9), ejerciendo su influencia nociva sobre los pueblos y que han vivido bajo su tiranía (1 Jn.5:19), estará encarcelado sin poder ejercer su persuasión y hechicería sobre las naciones. En aquel tiempo, dice el profeta Sofonías, devolverá el Señor a los pueblos pureza de labios, para que todos invoquen su nombre (Sof.3:9).

La verdad y la justicia serán el fundamento del reino. No habrá doctrinas de demonios, ni espíritus engañadores, que levanten falsas doctrinas llevando a los hombres a la apostasía (1 Tim.4:1). Lo paradójico es que una vez cumplidos los mil años rebrotará nuevamente el engaño.

         El milenio son mil años donde la mentira estará atada y neutralizada para que no ejerza su dominio sobre los pueblos. La verdad será establecida.

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