5 – LA SANTIFICACIÓN – No reine ni obedezcáis al pecado

La santificaciónNo reine ni obedezcáis al pecado

Por tanto, no reine el pecado en vuestro cuerpo mortal para que no obedezcáis sus lujurias; ni presentéis los miembros de vuestro cuerpo al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia  (Romanos 6:12,13 LBLA)

El pecado tiene personalidad propia. Demanda obediencia. Tiene voluntad. Es un dominio. Es un reino que ejerce su tiranía a través de la naturaleza vieja y caída. Pero una vez destruido el cuerpo de pecado, ya no puede dominar sobre quién ha muerto. Salvo que la persona, en su razonamiento viejo no comprenda lo que ha ocurrido, y el viejo dominio se levante sobre él en base a la ignorancia de lo que ya Cristo realizó en la redención.

Por ello, cuando el diablo no puede impedir que una persona sea redimida y escape del dominio de las tinieblas, su nueva estrategia será tratar de imposibilitar el conocimiento de lo que ha sido efectuado; lo hará mediante el engaño, la mentira, el temor, la persecución y la ceguera espiritual que siempre está unida a la idolatría. Recordemos la estrategia de Satanás al ver que no pudo retener a Jesús en la tumba. Su táctica fue argumentar que el cuerpo había sido robado por los discípulos, en consonancia siempre con los incrédulos. Maquinó para que la predicación de la resurrección no fuera anunciada. Persiguió a los testigos a través de quienes gobernaban la religión y la política.

Siempre hay argumentos altivos que se levantan contra el conocimiento de Dios. Por eso Pablo nos dice que las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas. La verdad hace libres a las personas, libres del poder del pecado. Hay que combatir por la verdad del evangelio siempre. Hay un enemigo que viene a robar, matar y destruir la verdad.

El reino de pecado y Satanás está basado en la mentira, en la negación de la verdad y ocultar la obra de Jesús. El pecado ha sido vencido, pero las tinieblas pueden ocultar al nuevo hombre la revelación que conduce a su libertad. Pablo lo enfatiza para que los hermanos no se dejen engañar: no reine en vosotros el pecado, no le obedezcáis, no presentéis vuestros cuerpos al pecado; sino presentaos a Dios como vivos de entre los muertos, y los miembros de nuestro cuerpo como instrumentos de justicia. Esa es nuestra nueva naturaleza: vida, verdad y justicia. Una vida dependiente de Jesús, unida indisolublemente al Autor de la fe.

         Debemos decir no al pecado, a su dominio y reino, sabiendo que no tendrá potestad sobre nosotros porque pertenecemos a otro, a Jesús.

Download PDF

Deja un comentario