Los hijos del reino (1)
Respondiendo él, les dijo: El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre. El campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del malo (Mateo 13:37,38)
Estamos viendo de forma sucinta algunos aspectos del reino de Dios. Ya sabemos que hay tres manifestaciones distintas del reino en la Escritura. La primera en el corazón de los hombres, es la que tiene lugar cuando invocamos el nombre del Mesías-Rey. Entramos a formar parte del reino que ya ha venido de manera invisible, aunque se hace claramente visible por medio de las obras que emanan en aquellos que son ahora hijos del reino. Dio comienzo con el advenimiento de la primera venida del Mesías. Él dijo que su reino no era de este mundo. Luego hemos comentado brevemente el reino que tendrá su manifestación visible en la ciudad de Jerusalén en la segunda venida de Cristo. He hecho un amplio recorrido en la serie titulada El reino mesiánico. Y también hay un reino eterno que tendrá lugar al final del reino mesiánico o milenial. Hasta ahora hemos visto algunos aspectos fundamentales del reino de Dios que ha quedado establecido en los corazones de todos aquellos que han entrado mediante una nueva naturaleza y que conforman el pueblo de Dios: judíos y gentiles. Estamos haciendo un breve recorrido por las bases del reino de Dios: el rey, el reino, cómo se entra, la autoridad que contiene y ahora queremos pararnos unos instantes en los hijos del reino. En la parábola del trigo y la cizaña el Maestro dijo que el trigo, —la buena semilla—, son los hijos del reino; y la cizaña son los hijos del malo. El reino de Dios tiene hijos. Son todos aquellos que han sido redimidos por la obra redentora de Jesús. Han recibido la palabra de Dios y dan fruto a treinta, sesenta y ciento por uno. Tienen una nueva naturaleza; se les compara con el trigo, cuyo proceso de maduración lo encontramos en otro mensaje del Maestro: primero hierba, luego espiga, después grano en la espiga; y cuando el fruto está maduro, en seguida se mete la hoz, porque la siega ha llegado (Marcos 4:26-29). Todo un proceso de crecimiento hacia la madurez cuyo resultado es dar fruto. Los hijos del reino dan buen fruto. Sirven para alimentar a otros con la verdad que anida en su interior y en su manera de vivir. Son buena tierra, donde se ha sembrado la semilla y ha germinado produciendo el gozo del sembrador que es el Señor del reino.
Los hijos del reino tienen la naturaleza del Rey, cuyo reino está edificado sobre la justicia, la verdad y la santidad de la vida. Son luz y sal en la tierra.