PANORÁMICA del Nuevo Testamento – Cómo leer la Biblia

Anunciaron la palabraCOMO LEER LA BIBLIA

Permíteme que sea muy práctico y comparta contigo algunos aspectos útiles a la hora de leer, estudiar y meditar las Escrituras, especialmente en tu vida devocional.

  1. Se debe leer de forma continuada, no al azar. Es decir, si comienzas en Juan no lo dejes hasta acabarlo. No leas hoy aquí y mañana allí. Es necesario que tengas una panorámica global de las Escrituras por lo que necesitas una lectura constante y continuada.
  1. Evita la bibliomancia (adivinación por medio de un libro, generalmente la Biblia, que se abre al azar). Esta práctica la han seguido algunos creyentes sin darse cuenta del peligro que corren con semejante fórmula.
  1. Debes decidir apartar tiempo a solas y en quietud para hacerlo. Leer necesita tiempo. Unos lo hacen por la mañana, otros por la noche, eso depende de cada cual, la clave es saber que cuando lo hagas entras en contacto con las palabras de vida eterna, creyendo que el Espíritu te ayudará y te dará revelación. Su palabra es verdad, por tanto, debes mantener un corazón dispuesto a ser guiado, corregido, enseñado, renovado, vivificado o juzgado. Su palabra es espejo y antorcha que alumbra nuestras mentes y conciencias para salir de la oscuridad.

       4.- Cuando no entiendas algo pregunta a los que saben más. Cuando te parezca haber  encontrado alguna «exclusiva», una revelación que no has oído a nadie, no corras enseguida por ahí contándolo; confírmalo con creyentes maduros, o lee algún comentario sobre ese particular; en ocasiones podemos creer haber descubierto un tesoro, y puede serlo, pero solo para tu uso particular, o tal vez sea un desatino sin mayor trascendencia.

  1. No seas exclusivo. No eres único. Formas parte de un Cuerpo. Los ejemplos de los hombres de fe en la Biblia son para nuestra edificación, algunos se asemejan a nuestras propias experiencias, otros son modelos para nosotros, pero no pierdas de vista tu propia identidad y realidad. Podemos identificarnos desmedidamente con algún personaje bíblico y llevarlo a extremos delirantes. Atesora en tu corazón. Sé un buen depósito de las semillas de fe y espera en Dios el cumplimento de su palabra a su tiempo.
  1. Cuando necesites motivación para mantener la lectura bíblica de forma constante, esos tiempos de aridez en que no tienes emociones especiales al hacerlo, recuerda los resultados de tu esfuerzo y dedicación. Aquí tienes algunos para meditar:

Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos,

Ni estuvo en camino de pecadores,

Ni en silla de escarnecedores se ha sentado;

Sino que en la ley de YHVH está su delicia,

Y en su ley medita de día y de noche.

Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas,

Que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae;

Y todo lo que hace, prosperará. (Salmos, 1:1-3)

La ley de YHVH es perfecta, que convierte el alma;

El testimonio de YHVH es fiel, que hace sabio al sencillo.

Los mandamientos de YHVH son rectos, que alegran el corazón;

El precepto de YHVH es puro, que alumbra los ojos.

(Salmos, 19:7-8)

¿Con qué limpiará el joven su camino?

Con guardar tu palabra.

Con todo mi corazón te he buscado;

No me dejes desviarme de tus mandamientos.

En mi corazón he guardado tus dichos,

Para no pecar contra ti. (Salmos, 119:9-11)

¡Oh, cuánto amo yo tu ley!

Todo el día es ella mi meditación.

Me has hecho más sabio que mis enemigos con tus mandamientos,

Porque siempre están conmigo.

Más que todos mis enseñadores he entendido,

Porque tus testimonios son mi meditación.

Más que los viejos he entendido,

Porque he guardado tus mandamientos;

De todo mal camino contuve mis pies,

Para guardar tu palabra.

No me aparté de tus juicios,

Porque tú me enseñaste.

¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras!

Más que la miel a mi boca.

De tus mandamientos he adquirido inteligencia;

Por tanto, he aborrecido todo camino de mentira

(Salmos, 119:97-104)

Hijo mío, está atento a mis palabras;

Inclina tu oído a mis razones.

No se aparten de tus ojos;

Guárdalas en medio de tu corazón;

Porque son vida a los que las hallan,

Y medicina a todo su cuerpo. (Proverbios, 4:20-22)

Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí. (Juan, 5:39)

Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. (Juan, 8:31-32)

Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios. (Romanos, 10:17)

Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto (maduro), enteramente preparado para toda buena obra. (2 Timoteo, 3:16-17)

Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta. (Hebreos, 4:12-13)

Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones; entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo. (2 Pedro, 1:19-21)

  1. No te centres en los temas difíciles, especialmente los relacionados con los últimos tiempos, porque hay otros anteriores que deben fundamentar tu fe.
  1. Puedes estudiar temas concretos, por ejemplo: la seguridad de la salvación, la fe, la sanidad, la persona de Jesús, la obra de Jesús, la obra del Espíritu Santo, nuestra unión con Jesús y sus consecuencias en las cartas del apóstol Pablo, estudiar la vida de los intercesores, el crecimiento de la iglesia primitiva en el libro de los Hechos, estudiar la vida de José, de Josué, de David, etc. Si estás enfrentando un problema en concreto estudia lo que la Biblia dice al respecto, para ello es importante tener una panorámica general de todas las Escrituras y saber en cuales debes centrarte para abordar esos temas en particular. Tener una concordancia general de toda la Biblia te ayudará a encontrar pasajes específicos.

Puedes leer todo el Nuevo Testamento pensando, subrayando y anotando todo lo que dice sobre el tema que quieres estudiar. Cuando has recorrido tu Biblia con notas, coloreando y subrayando, guárdala y compra otra comenzando de nuevo. Esta práctica la he mantenido desde mi conversión hace más de 43 años. Tengo en mi estantería 34 Biblias, y algunos Nuevos Testamentos, que he usado a lo largo de mis estudios y meditaciones personales.

Lo fundamental es «que la palabra de Cristo habite en abundancia en vosotros» (Colosenses, 3:16); «que esté sobre tu corazón» (Deuteronomio, 6:5-9); que «no se aparte de tu boca» (Josué, 1:8,9) (1 Pedro, 4:11) y «que uses bien la palabra de verdad como obrero de Dios» (2 Timoteo, 2:15).

Es relativamente fácil manipular, tergiversar o usar de forma partidista las Escrituras, el mismo diablo lo hizo cuando tentó a Jesús, por eso debemos seguir el ejemplo de Esdras: Porque Esdras había preparado su corazón para inquirir la ley de YHVH y para cumplirla, y para enseñar en Israel sus estatutos y decretos (Esdras, 7:10).

CONSIDERACIONES FINALES

La vida del nuevo creyente es un proceso muy parecido al de un bebé. Primero necesita la leche espiritual, y poco a poco irá tomando alimento sólido. Sin embargo, no siempre el crecimiento se produce, y muchos que debieran ser maduros espiritualmente tienen necesidad de leche; incluso hay a quienes no se les puede hablar como espirituales sino como a carnales, como a niños en Cristo (1 Corintios, 3:1-3). Tampoco debemos hacernos maestros por haber aprendido de memoria algunos textos o verdades bíblicas y jactarnos como necios (Santiago, 3:1); no siendo niños en el modo de pensar, sino sed niños en la malicia, pero maduros en el modo de pensar (1 Corintios, 14:20). El que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño; pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal… (Hebreos, 5:11-14).

No seamos simples ni prepotentes en el uso de las Escrituras, sino temerosos de Dios, sabiendo que no debemos poner cargas a otros que nosotros no movemos ni con un dedo, y tampoco las usemos para condenar. Si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tu también seas tentado (Gálatas, 6:1). Ahora bien, esta actitud de mansedumbre debe dar lugar a la firmeza cuando se trata de luchar unánimes por la fe del evangelio frente al error y la contaminación de la verdad (Filipenses, 1:27) (Judas, 3).

Si hacemos un recorrido sano en la fe, basados en las Escrituras y dirigidos por el Espíritu Santo podemos alcanzar un buen discernimiento que nos dará sabiduría para separar lo vil de lo precioso, la tradición religiosa de la verdad revelada, viviendo enteramente preparados para toda buena obra como hombres y mujeres de Dios.

Uno de los grandes dilemas que enfrentamos en nuestro estudio y formación bíblica es el de una correcta interpretación, que en muchas ocasiones colisiona con otras interpretaciones, en principio igualmente de fundadas en la Biblia y que parecen contradecirse. Como no pretendo tener una varita mágica para solucionar estos dilemas inconclusos, sí puedo decir que una combinación de convicción y flexibilidad, sabiendo que no tenemos el monopolio absoluto de la verdad, (aunque según la luz que hemos recibido podamos defender con honestidad nuestras convicciones), nos ayudará a no perdernos en disputas necias y engañosas que hunden a los hombres en destrucción acerca de cuestiones y contiendas de palabras. (2 Tim., 6:3-9).

Creo que el apóstol Pablo lo resumió muy bien con estas palabras:

Recuérdales estas cosas a todos y ordénales en presencia de Dios que dejen de pelearse por palabras. Esos altercados son inútiles y pueden destruir a los que los oyen. Esfuérzate para poder presentarte delante de Dios y recibir su aprobación. Sé un buen obrero, alguien que no tiene de que avergonzarse y que explica correctamente la palabra de verdad (2 Timoteo 2:14-16 NTV).

Finalmente te recuerdo las palabras de Josué:

Estudia constantemente este libro de instrucción. Medita en él de día y de noche para asegurarte de obedecer todo lo que allí está escrito. Solamente entonces prosperarás y te irá bien en todo lo que hagas (Josué 1:8).

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