TIEMPOS FINALES (14) – Crueles

Crueles (5)Crueles (salvajes)

Pero debes saber esto: que en los últimos días vendrán tiempos difíciles. Porque los hombres serán… crueles (salvajes)…  (2 Timoteo 3:1,3).

Se ha dicho en muchas ocasiones que el hombre es el mayor enemigo del hombre. La mayoría de nuestras aflicciones vienen dadas por nuestros semejantes, también buena parte de nuestros mayores deleites tienen su base en las buenas relaciones humanas. Por tanto, el hombre puede ser nuestro peor enemigo o nuestro mejor aliado. La naturaleza humana contiene grandes misterios difíciles de descifrar. Nuestro comportamiento puede representar alivio o aflicción en otros. Ambas manifestaciones suelen darse en una misma persona. Si una de las características de los hombres de los últimos tiempos es la crueldad debemos esperar sociedades atrapadas en la angustia.

¿Qué es la crueldad? El diccionario la define como «el que se deleita en hacer sufrir a los demás». Es causar sufrimiento al prójimo. La Biblia de las Américas lo traduce por salvaje. Pensar en este término parece llevarnos a tribus lejanas y pueblos extraños, sin  embargo, nuestro pasado siglo XX ha sido testigo de las mayores crueldades y salvajismo que el hombre puede cometer sobre otro hombre. El Holocausto fue planificado como una industria de la muerte de todo un pueblo, el judío. Los gulags soviéticos fueron un océano de maldad y crueldad sobre ciertas clases sociales en nombre de una ideología totalitaria. Los millones de muertos por hambre en la Ucrania soviética, (llamadas tierras de sangre), lo fueron por decisiones políticas contra sus semejantes. La Segunda Guerra Mundial puso de manifiesto el extremismo de la crueldad humana escondido detrás de pueblos aparentemente cultos y educados. Las modernas leyes del aborto son una expresión máxima de crueldad infringida sobre nuestros propios hijos en su máxima indefensión. La salvación del hombre no puede venir, en ningún caso, del mismo hombre. Está fuera de él.

La respuesta a la crueldad humana la encontramos en el evangelio de Dios. La salvación pertenece a nuestro Dios (Apc. 7:10). No es la capacidad humana para maquillar su naturaleza corrompida mediante religión. Precisa fe y arrepentimiento. Contiene el poder de Dios para salvar al hombre de sí  mismo; de su naturaleza cruel y salvaje. El evangelio es Jesús mismo, la bondad de Dios hecha carne y habitando entre nosotros. Y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad (Jn. 1:14). Solo el evangelio de Jesús transforma y nos libra de este cuerpo de muerte (Ro. 7:24). La maldad llevó al Justo a la cruz. Pagó por nosotros. Satisfizo la justicia de Dios. Nos da una nueva naturaleza, creada en la justicia y santidad de la verdad (Ef.4:24). ¡Gracias a Dios por su don inefable!

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