GRATITUD Y ALABANZA (103) – Idolatría y juicio (5)

GRATITUD Y ALABANZA - 1INGRATITUD – Idolatría y juicio (5)

Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido (Romanos 1:21).

Todos los hombres podemos conocer a Dios. No en su plenitud, pero sí en parte y esa parte es suficiente para que los corazones humildes anhelen más y se dejen guiar por el Espíritu de Dios cuando oyen su voz. Job llegó a una conclusión después de ser expuesto a la necedad de muchos de sus argumentos, esta fue su conclusión: De oídas te había oído, pero ahora mis ojos te ven (Job 42:5).

No hay nadie que tenga un conocimiento perfecto de la inmensidad de Dios, pero lo que podemos conocer de Él es suficiente para adorarle y agradecerle por sus obras grandiosas. El apóstol nos dice que conocemos el poder de Dios mediante su creación, incluso la invisibilidad de su divinidad se hace claramente visible por medio de las cosas hechas. Además nuestra conciencia nos da testimonio de una ley natural universal a la que todos tenemos acceso, de tal forma que podemos ser acusados o defendidos por ella en múltiples ocasiones, sabiendo diferenciar el bien del mal (Rom.2:14-16).

Porque Dios mismo nos ha hecho a su semejanza y ha puesto en nuestros corazones sentido de eternidad, la búsqueda para encontrarle palpando, porque ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros, porque en él vivimos, y nos movemos, y somos (Hch.17:27-28). No hay excusa. Por tanto, Dios manda ahora que todos los hombres se arrepientan, porque ha establecido un día en el cual nos juzgará, y lo hará mediante aquel a quien designó, dando fe cuando le levantó de los muertos (Hch.17:30-31). Hablamos del testimonio de la resurrección de Jesús. El que venció la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad mediante el evangelio expresado ampliamente en la carta a los Romanos que estamos estudiando.

Pues bien, teniendo el testimonio de la creación, nuestra propia conciencia y la evidencia de la resurrección de Jesús, aún así nuestra generación decadente no glorifica a Dios ni le da gracias, sino que prefiere envanecerse, llenándose de vanidad y su propia gloria mediante razonamientos altivos que se levantan contra el conocimiento de Dios. Cuando rechazamos deliberadamente el testimonio de Dios quedamos atrapados en la ceguera que el dios de este siglo produce sobre nuestro entendimiento enajenándolo de tal manera que impide la luz del evangelio que se manifiesta en la gloria de Cristo. Nuestro necio corazón quedará atrapado en una mazmorra de oscuridad llevándonos a cometer toda clase de errores, exponiendo nuestras vidas y familias a sus múltiples consecuencias.

         Conocer a Dios y no darle gracias nos hunde en vanos pensamientos.

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