16 – LA REDENCIÓN – Una vez justificados tenemos paz con Dios

La locura de la cruzUna vez justificados tenemos paz con Dios

Por tanto, habiendo sido justificados por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo   (Romanos 5:1 LBLA)

Cuando Jesús resucitó de los muertos y se presentó a los suyos, el mensaje de bienvenida fue este: paz a vosotros. La obra estaba hecha y acabada, la sangre presentada en el altar de Dios, aceptada en el cielo, pero los discípulos aún vivían en temor. Estaban sobrecogidos por la incredulidad y el temor, aunque comenzaba a ver noticias de la resurrección de su Maestro. Cuando el Señor se presenta en medio de ellos lo hace con un saludo de paz. Además le dice a María Magdalena que les diga a mis hermanos: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios (Jn. 20:17).

Los discípulos vivían en medio de los acontecimientos que cambiarían el signo de los tiempos para toda la creación de Dios. El frenesí celestial era inmenso. En la tierra los acontecimientos iban más lentos, se abrían camino en medio del temor y la incredulidad de los discípulos. El reino de las tinieblas estaba bajo shock. El triunfo de la resurrección había echado por tierra todas las maniobras tenebrosas para frenar la voluntad del Padre. El poder de la vida indestructible, los poderes del siglo venidero y la inmortalidad habían salido a luz, nadie pudo impedirlo, aunque la turbación aún estuviera presente entre los herederos de la salvación.

Pero una vez consumados los hechos: muerte y sepultura, resurrección, exaltación y derramamiento del Espíritu Santo, proclamado al pueblo y recibido por muchos, el apóstol Pablo nos dice ahora: tenemos paz con Dios. Esa paz tiene su base en la justificación, y ésta se fundamenta en la redención que ha realizado Jesús mediante su obra redentora. Si hay revelación de la obra realizada, habrá paz; de lo contrario, turbación y temor. Por ello, una vez consumada la salvación, el reino de tinieblas pone su acento en oscurecer, confundir, mezclar, poner en duda, perseguir a los predicadores de la buena nueva, apagar la voz de la verdad, que la palabra no sea oída, y si no puede impedirlo: confundirla y mezclarla con argumentos religiosos o humanistas que impidan la libertad de conocer la verdad, porque la verdad nos hace libres.

La predicación con el Espíritu Santo es esencial. El libro de los Hechos de los apóstoles pone de manifiesto cómo se llevó a cabo. Meditemos en él y en toda la Escritura. La paz del corazón justificado es el sello identificativo de una persona redimida. Paz con uno mismo. Paz con el prójimo. Paz con la naturaleza. Paz con Dios.

         El reino de Dios es paz. Jesús es el príncipe de paz. Sus hijos tienen paz.

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