Los profetas de Israel (XLIV) – Isaías (30)
Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de YHVH ha nacido sobre ti. Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; más sobre ti amanecerá YHVH, y sobre ti será vista su gloria. Y andarán las naciones a tu luz, y los reyes al resplandor de tu nacimiento (Isaías 60:1-3)
Creo que hay pocos predicadores que no hayamos usado esta escritura para anunciar avivamiento en la iglesia del Señor en algún momento. El texto se presta a vincular, sin mucho esfuerzo, la oscuridad que siempre ha rodeado al pueblo de Dios a lo largo de la historia, y ver en ese levantamiento de luz y la gloria de Dios un despertar espiritual con derramamientos del Espíritu que producen tiempos de restauración y refrigerio en las naciones. Creo que el texto encaja en una interpretación semejante, pero siempre, o casi siempre, hemos olvidado el sentido literal de lo que escribió el profeta aquí.
El mensaje tiene un énfasis marcado en: «sobre ti». ¿A quién se refiere? La Teología del Reemplazo nos ha enseñado a ver aquí a Jerusalén como una figura de la iglesia, y por tanto, hemos interpretado con determinación una profecía dirigida a Jerusalén y Sion, que en sentido más amplio podemos ver a todo Israel, y centrada en el reino mesiánico, como un mensaje para reclamar la bendición espiritual y material de la iglesia, especialmente para ciertos ministros carismáticos que han levantado «pequeños reinos de taifas» alrededor de su personalidad arrolladora.
En este caso lo que hemos hecho ha sido interpretar la Escritura de forma caprichosa, haciendo decir al profeta lo que no dice, y dirigir su mensaje a quienes no tiene en mente en primera instancia. Con esto no quiero decir que debamos sacar de la Biblia algunas promesas y dejarlas exclusivamente para el pueblo judío.
Las promesas, sí, fueron dadas a los padres, a Israel, y los gentiles, mediante el Mesías; hemos sido hechos copartícipes de ellas, por eso podemos reclamarlas y regocijarnos con su mensaje. Ahora bien, esto es una cosa, y otra bien distinta orientar la profecía en una dirección equivocada, para que realice lo que queremos olvidando y rechazando su destino original: el pueblo de Israel y el advenimiento del reino en Sion. Dicho esto, veamos ahora algunos aspectos concretos del contenido de esta profecía sublime, llena de esperanza, para un pueblo −Israel− que ha recibido los juicios de Dios (en este caso siempre interpretamos bien, sólo para los judíos), el oprobio de las naciones, y ahora ha llegado su luz.
Asaltar la profecía de manera caprichosa para despojarla de su contenido original es una forma de torcer las Escrituras y quedar expuestos.