Introducción
Después de haber hecho un recorrido panorámico de la realidad del hombre antes de la caída queremos pasar a meditar en algunos pasajes y contenidos teológicos que tuvieron lugar después de ese tiempo de comunión con Dios.
La caída en pecado del hombre marcó un antes y un después radical en muchas áreas. Produjo grandes y graves alteraciones de diversos tipos: en relación a la comunión con Dios, sobre la naturaleza del hombre original, sobre la creación del mundo natural y animal. Todo fue perturbado y las consecuencias llegan hasta nuestros días.
Una vez más vuelven a surgir preguntas alrededor de este hecho. Algunas de ellas no encuentran respuesta suficiente en la Escritura para aclarar todo su contenido y trascendencia, tendremos que conformarnos con el marco que tenemos, sin trasgredir los límites impuestos en la Biblia, ni entrar en especulaciones que no llevan a ninguna parte.
Iremos viendo cómo se introdujo el pecado en la tierra, pero también ahondaremos —hasta donde podamos— en el origen, anterior a Edén, de la transgresión. Haremos un viaje fuera del tiempo actual —la Biblia lo llama el presente siglo malo— para ver cómo se produjo la entrada de la rebelión anterior a la creación de Adán.
Una vez meditados los textos que nos abren una ventana al tiempo pre-adámico, nos adentraremos en el hecho en sí de «La Caída» y sus consecuencias. Veremos temas profundamente teológicos, no exhaustivos, aunque espero que lo suficientemente sólidos, a pesar de su brevedad, para poner un fundamento estable en la verdad que nos ha sido revelada. Llegaremos hasta donde podamos.
No buscamos originalidad ni sensacionalismo. Huimos de la especulación gratuita. Procuraremos ceñirnos a lo revelado en la Escritura hasta donde podemos entender. Por tanto, en esta nueva serie de meditaciones acerca de la pregunta original: ¿Qué es el hombre? haremos un viaje cósmico anterior al tiempo presente, para regresar a nuestro siglo y ver cómo se introdujo el pecado en el mundo y las consecuencias funestas que le siguieron.
Si no entendemos bien este proceso nunca conseguiremos penetrar en la profundidad necesaria de la obra redentora en la cruz del Calvario para comprender nuestra redención. Sin caída no se necesita expiación. Sin la entrada del pecado en el mundo todo el proyecto de redención revelado en las Escrituras no sería más que un mito o especulación entre los que abundan en la historia de las religiones y filosofías humanas. La caída activó el plan predeterminado desde antes de la fundación del mundo para el rescate del hombre en toda su amplitud. Comencemos.