No glorificaron a Dios – Capernaún
Y tú, Capernaum, que eres levantada hasta el cielo, hasta el Hades serás abatida; porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en ti, habría permanecido hasta el día de hoy. Por tanto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma, que para ti (Mateo 11:23,24).
Capernaum tuvo el privilegio de ser testigo de buena parte del ministerio público del Mesías. Jesús nació en Belén, se crió en Nazaret (Galilea), y vivió un tiempo en Capernaum, donde tal vez tenía una casa (Mr.2:1 y 9:33). Fue allí donde sanó al siervo del centurión (Mr.8:5-13). La suegra de Pedro fue sanada de fiebre (Mt.8:14-17). Liberó a un endemoniado (Mr.1:21-28) (Lc.4:31-37). Un paralitico fue sanado y perdonado de sus pecados (Mr.2:1-13). Sanó también al hijo de un oficial del rey (Jn.4:46-54). En esta ciudad privilegiada el ministerio sanador y mesiánico del Maestro realizó multitud de milagros y liberaciones de demonios. Leamos: Entrando Jesús en Capernaum… Y cuando llegó la noche, trajeron a él muchos endemoniados; y con la palabra echó fuera a los demonios, y sanó a todos los enfermos; para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: Él mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias (Mt. 8:5,16,17).
Impresionante lo que Jesús hizo en esta ciudad, y si embargo, no fue suficiente para que se arrepintiera. Una vez más constatamos que los milagros no son siempre una garantía del avance del evangelio en algunos lugares. Muy cerca de allí, en Nazaret, donde Jesús se había criado, encontró una resistencia tremenda de incredulidad que le impidió poder hacer más milagros (Mt.13:58). Sin embargo, en Capernaum sí pudo hacerlos, la fe de la ciudad daba para milagros pero no alcanzaba para el arrepentimiento y un cambio de vida. Entonces comenzó a reconvenir a las ciudades en las cuales había hecho muchos de sus milagros, porque no se habían arrepentido (Mt.11:20). Y a renglón seguido emitió la sentencia perturbadora sobre las ciudades de Corazín, Betsaida y Capernaum que aparecen en nuestro texto.
Está escrito que a quien mucho se le da, mucho se le exige (Lc.12:48). El comportamiento de estas ciudades se puede resumir en una palabra: ingratitud. Hoy también muchos buscan al Señor por los beneficios del evangelio, pero una vez obtenidos sus vidas no son transformadas en servicio y gratitud por los dones recibidos. El juicio será más tolerable para Sodoma, porque si se hubieran hechos los mismos milagros y señales que en Capernaum y Betsaida aún permanecería hasta el día de hoy, dice el Señor.
La Europa occidental de nuestros días debería recordar los beneficios obtenidos por la influencia del evangelio y regresar a la cordura de la fe.