Que el Señor te responda en el día de la angustia… te ponga en alto… te envíe ayuda… te sostenga… Que te conceda el deseo de tu corazón, y cumpla todos tus anhelos… Que el Señor cumpla todas tus peticiones… Que el Rey nos responda el día que clamemos (Salmos 20: 1, 2, 4, 5,9).
Los ojos del salmista están puestos, no en sus deseos de realización personal, sino en el Señor, el Rey, el trono de gracia. Sabe que es desde ese lugar de gloria donde se forjan las respuestas a su angustia, a recibir ayuda, a ser sostenido, a que sus anhelos se cumplan porque vive sometido a su voluntad. En palabras del Maestro: Hágase tu voluntad aquí en la tierra, como en el cielo. Ha ocupado su lugar de siervo, y alza su mirada al trono de autoridad y señorío. Fue lo que hizo la joven Maria cuando dijo: Hágase conmigo conforme a tu palabra.
Eterno Dios, venimos ante tu trono para que sostengas a tu pueblo Israel en estos días de amenaza, y cumplas tu voluntad en ellos y en nosotros en España, y en todas las naciones. Amén.