Cómo Afrontar una decadencia encubierta (5)
Virgilio Zaballos.
RESPUESTAS (1).
Introducción
En los días malos de decadencia encubierta, el profeta Amós nos dice:
Porque yo sé de vuestras muchas rebeliones, y de vuestros grandes pecados; sé que afligís al justo, y recibís cohecho, y en los tribunales hacéis perder su causa a los pobres. Por tanto, el prudente en tal tiempo calla, porque el tiempo es malo. Buscad lo bueno, y no lo malo, para que viváis; porque así YHVH Dios de los ejércitos estará con vosotros, como decís. Aborreced el mal, y amad el bien, y estableced la justicia en juicio; quizá YHVH Dios de los ejércitos tendrá piedad del remanente de José (Amós 5:12-15).
El apóstol dice: Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes (Ef.6:10-13).
Tenemos que volver a la Escritura. Recordemos algunos textos: Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino. Tenemos la palabra profética más segura. Santifícalos en tu verdad, tu palabra es verdad. Debemos hacerlo con obras. No siendo oidores olvidadizos. Oír y hacer. Porque si el corazón está engrosado (Is.6:9,10) (Mt.13:14,15) (Hch.28:27), por más hábil que sea el encantador (Sal.58:5), y el predicador hermoso de voz, no las ponen por obra (Ez.33:30-33).
En la Escritura encontramos situaciones paralelas que nos ayudan a comprender el devenir de la historia del hombre y cómo el Señor ha tratado con ellos. Su palabra es viva y eficaz, y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia (Heb.4:12). Vayamos a la Escritura y veamos algunos paralelismos con nuestra situación actual. Porque no hay nada nuevo debajo del sol, lo mismo que fue, es; y lo que será, ya ha sido (Ecl.1:9-11; 3:15).
Lo primero que debemos decir a la hora de afrontar la decadencia de la que venimos hablando es que hay que RECONOCERLA. Si no hay un reconocimiento previo del mal que nos acecha difícilmente podremos buscar la solución. El sano no tiene necesidad de médico (Lc.5:31).
RESPUESTAS:
1. La generación del profeta Jeremías
Al profeta Jeremías se le conoce como el profeta llorón. Gran parte de su vida estuvo marcada por el dolor de vivir en medio de una generación decadente, y más que eso, él mismo sabía que era la generación objeto de la ira de Dios. El Señor mismo le llamó a levantar llanto sobre las alturas; porque YHVH ha aborrecido y dejado la generación objeto de su ira (7:29) (8:3) (22:28).
Jeremías fue llamado siendo muy joven; apartado para el llamado de Dios antes de ser formado en el vientre de su madre (1:5). Fue levantado como profeta a las naciones, aunque su ministerio predominante se desarrolló en Judá. Sintió su incapacidad ante semejante desafío. Argumentó ante el Señor que no sé hablar, porque soy niño (1:6). El Señor no aceptó esta argumentación, sino que fue enviado con sus palabras al pueblo que vivía muy alejado del pacto, siendo testigo de la profunda decadencia en la que había entrado Judá.
Gran parte de su mensaje fue un llamado al arrepentimiento para regresar a las sendas antiguas (6:16). Lo tuvo que hacer en medio de una proliferación de falsos profetas que anunciaban un mensaje bien distinto de paz y prosperidad (6:14 y 8:11) (22:21).
Jeremías afrontó la decadencia en la que le tocó vivir al lado del pueblo de Dios. Denunció su pecado, pero no abandonó la tierra de sus padres, sino que aceptó el destino que le aguardaba; incluso cuando pudo elegir los beneficios y la protección que le ofreció el general babilónico (39:11-14) (40:1-6). Pudo optar por la protección de Nabucodonosor y vivir en Babilonia, pero eligió quedarse con los pobres del pueblo que no tenían nada (39:10). Incluso cuando mataron a Gedalías, puesto como gobernante de Judá por Nabucodonosor (2 R.25:25) sobre el pueblo de la tierra. Más tarde desobedecieron la respuesta del Señor a la oración de Jeremías de quedarse a vivir en Judea y no bajar a Egipto (Jer. 42:1-22 y 43:1-7). Incluso en Egipto continúo su ministerio profético anunciando al pueblo su rebelión (43:8-13) (44:7-30).
Jeremías aceptó la soledad de anunciar un mensaje impopular y minoritario en medio de muchas predicaciones agradables pero falsas. Esperó el juicio de Dios sobre su pueblo y unió su destino al suyo, esperando la redención futura del Señor. Así afrontó el profeta la decadencia encubierta en la que vivió, aunque para él era muy evidente el tiempo de juicio en el que vivían. Jeremías llevó a cabo un ministerio de 40 años en tiempos turbulentos que podemos resumir de la siguiente manera.
- Vivió en medio de una generación decadente.
- Se le llama la generación objeto de la ira de Dios (Jer. 7:29).
- Fue llamado siendo muy joven, antes de ser formado en el vientre (1:5).
- Argumentó su incapacidad de hablar por ser niño (1:6).
- Dios le envió con sus palabras (1:9).
- Su mensaje predominante fue un llamado al arrepentimiento para volver a las sendas antiguas (6:16).
- Lo hizo en medio de otros mensajes positivistas y falsos: paz y prosperidad (6:14 y 8:11) (22:21).
- Aceptó la soledad de anunciar un mensaje impopular y minoritario en medio de otros muchos mensajes atractivos pero falsos.
- Afrontó la decadencia de su tiempo al lado del pueblo, denunciando su pecado siendo fiel al llamado.
- Esperó el juicio de Dios en sus días de la mano del ejército babilónico, aunque paradójicamente fue librado de la cárcel por los invasores cuando entraron en Jerusalén donde estaba preso (38:28 y 39:14).
- Rechazó la protección de Nabucodonosor para vivir cómodamente en Babilonia (39:11-14) (40:1-6). Como hizo Moisés (Heb.11:23-26).
- Eligió quedarse con los pobres del pueblo que no tenían nada (39:10).
- Aceptó seguir su ministerio entre el pueblo desobediente que regresó a Egipto en lugar de quedarse en la tierra de sus padres según la respuesta de Dios sus oraciones (42:1-22) (43:1-7) (43:8-13 y 44:7-30).
- Creyó en la restauración futura de su pueblo comprando una propiedad (32:1-44). Preludio y señal del reino mesiánico (33:1-26).
- La última generación también es objeto de la ira de Dios, como lo fue la de Noé y Lot. El Señor dijo que la generación anterior a su venida sería como aquellas (Lc.17:26-30).
Post Scriptum:
Hace tiempo que percibo el paralelismo profético entre los tiempos del profeta Jeremías y los nuestros. Nuestra sociedad, especialmente lo que llamados cultura occidental, está claramente en decadencia. Vivimos anegados en la impiedad con múltiples ramificaciones. Una de las más perversas que es semejante a la generación del profeta Jeremías es la muerte de niños inocentes en el vientre de sus madres. El antiguo culto a Moloc en el que se sacrificaba a los niños en el altar de este ídolo abominable se ha visto superado por los millones de niños inocentes sacrificados en el altar de la ley del aborto que en EE.UU. se aprobó en 1973, siguiéndole todas las naciones occidentales. La sangre derramada clama al cielo, como lo hizo la sangre de Abel.
Lo paradójico de la sociedad de Jeremías es que en aquella generación perversa, y cuyo juicio divino estaba a las puertas si no se arrepentían, era que en esa situación hubo multitud de falsos profetas anunciando tiempos de paz y prosperidad; lo que me recuerda nuestra realidad actual.
Hemos traspasado todos los límites de maldad concebibles y seguimos avanzando en ese aumento de iniquidad como fue profetizado por Jesús, dando como resultado que el amor de muchos se enfriará (Mt.24:12). Lo cual conduce a tiempos de apostasía.
Por otro lado, la generación objeto de la ira de Dios y el comportamiento de las autoridades en tiempos del profeta (Jer.7:29) tiene su paralelismo en las palabras del apóstol cuando escribió: Y como ellos no quisieron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente depravada, para hacer cosas que no convienen (Rom. 1:28). Y aquí podríamos hacer una larga lista de las leyes inicuas que se han aprobado en las últimas décadas en España y todas las naciones de nuestro entorno. Algunas de ellas como las leyes de la ideología de género superan cualquier aberración y disparate anterior. Todo ello en medio de una sociedad hechizada y fascinada por el brillo de una apariencia de piedad y bienestar. Una gran mentira amortiguada, camuflada y escondida por los medios de comunicación de masas que sirven sin honor ni pudor a sus amos. Alcemos nuestros ojos a los cielos de donde vendrá nuestro socorro.
Continuará…
RESPUESTA (2): Los días decadentes del profeta Habacuc