10 – LA REDENCIÓN – Justificados por su gracia (I)

La locura de la cruzJustificados por su gracia (I)

Siendo justificados gratuitamente por su gracia por medio de la redención que es en Cristo Jesús  (Romanos 3:24 LBLA)

De principio a fin, la salvación es obra de Dios. La salvación pertenece a nuestro Dios (Apc. 7:10). La Biblia lo llama una salvación tan grande (Heb. 2:3). Fue anunciada primeramente por el Señor, confirmada por los que la oyeron y Dios testificó también con señales, prodigios, milagros y repartimientos del Espíritu Santo según su voluntad. Esta salvación tan grande contiene todo el consejo de Dios para restaurar al hombre de su caída, y devolverlo al propósito original.

La salvación tiene diversas fases. Toda ella tiene un propósito: rescatar al hombre, restaurarle, regenerarle y conducirle a una posición nueva, que supera y va más allá de la creación en Adán; es hacernos conforme a la imagen de su Hijo (Rom. 8:29). El propósito final de la salvación es llevar muchos hijos a la gloria, habiéndolos transformado a la imagen del Hijo, y vencido el poder del pecado y de la muerte, llevarlos a un estado glorioso de redención en el que no habrá más posibilidad de rebelión y pecado. Ya no habrá muerte,  no habrá llanto, ni dolor, las primeras cosas habrán pasado y todas han sido hechas nuevas.

Esta gran salvación de Dios tiene diversas fases y debemos comprenderlas. La ira, el juicio, la ley, el pecado y la condenación resultante, han colocado al hombre en una posición insostenible, y es en esa fase donde aparece la encarnación del Hijo de Dios para redimir, rescatar y justificar al hombre caído. La justificación del hombre es un milagro solo posible por la justicia satisfecha del Santo.

Ser declarados justos, siendo pecadores, no es posible para ningún sistema religioso, por ello, esta verdad revelada ha transformado la vida de los hombres y las sociedades. Esta verdad quedó enterrada bajo la arena de la ignorancia, oscurecida por el manto del poder religioso y oculto a los ojos de generaciones y generaciones.

La justificación del hombre, en base a la redención que realizó el Hijo de Dios, es tan determinante en el devenir de los pueblos y familias, que fue sacada a luz nuevamente con una fuerza increíble en el siglo XVI por hombres como Martin Lutero, que Dios usó para devolver la verdad al pueblo. La verdad de la justificación por la fe contiene una parte esencial de la salvación que Dios ha preparado para las naciones. Si no entendemos bien esta verdad esencial en nuestra comunión con Dios, otras muchas verdades que cuelgan de ella quedarán en un vacío, o serán distorsionadas con mezclas indeseables.

         El evangelio de Dios contiene la verdad de la redención, y ésta incluye la justificación del hombre por fe, recibida gratuitamente por su gracia.

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