GRATITUD Y ALABANZA (2) – Introducción (2)

GRATITUD Y ALABANZA - 1GRATITUD Y ALABANZA – Introducción (2)

Te den gracias los pueblos, oh Dios, todos los pueblos te den gracias (Salmos 67:3 LBLA). Te alaben los pueblos, oh Dios; todos los pueblos te alaben (Salmos 67:3 RV60).

Debemos enfatizar la hermandad existente entre los vocablos dar gracias y alabanza. Forman una simbiosis imposible de separar. Usaremos ambas de manera alternativa a lo largo de estas meditaciones y veremos que en los dos casos se complementan y desdoblan volviendo a fusionarse en el contenido bíblico. La palabra gracias viene del latín gratia que originalmente significa alabanza a otro. Por su parte en el hebreo hay tres palabras para designar alabanza. La primera es Hallal que significa: «estar tremendamente entusiasmado, exaltar, celebrar». Por otro lado  Barak  es «bendecir, declarar a Dios como fuente de poder y bendición». Y la tercera palabra hebrea que se traduce por alabanza es Shabach, que significa «alabar, dirigirse a alguien a viva voz, gritar».

En la tradición hebrea la expresión de alabanza está asociada con movimientos corporales como «extender las manos en gratitud» (Todah); y adorar con las manos extendidas hacia adelante (Yadah). Como dice el salmista: Alzad vuestras manos al santuario, y bendecid al Señor (Salmos 134:2). Por su parte el apóstol Pablo nos insta a orar en todo lugar, levantando manos santas, sin ira ni contienda (1 Timoteo 2:8). La gratitud y la alabanza debe —debería— ser una actitud propia de los pueblos y naciones que reconocen al Creador de todas las cosas, y a la vez una manifestación personal de ser agradecidos adorando a Dios por los beneficios recibidos. Tristemente vivimos atrapados en una sociedad donde las naciones pugnan por los recursos de la naturaleza, puestos gratuitamente en la creación de Dios, con verdadera codicia y egoísmo olvidando el origen de todas las cosas.

Hemos inventado una teoría de la evolución negando la existencia del Hacedor y Creador de todas las cosas, evitando así el reconocimiento a su Autor de los dones recibidos, cuya materia prima es la base de todo el potencial humano para darle forma y conseguir su utilidad. Tendremos ocasión de ver a lo largo de estas meditaciones las consecuencias nocivas que se derivan de esta actitud absolutamente ingrata. Sin embargo, cuan bienaventurado es el pueblo que sabe aclamarte (Salmos 89:15). Y Bienaventurado el pueblo cuyo Dios es el Señor (Salmos 144:15). La antigua historia de Israel nos enseña que cuando los gobernantes de la nación temían a Dios y le servían, dándole gracias por sus beneficios, recibían su bendición, paz y prosperidad. Aprendamos.

         Dar gracias a Dios por los dones recibidos generosamente y de pura gracia expresa nuestra alabanza al Creador y Hacedor de todas las cosas.

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