31 – Orando con el salmista

Orando con el salmista - PortadaYo fui joven, y ya soy viejo, y no he visto al justo desamparado,  ni a su descendencia mendigando pan… el Señor ama la justicia, y no abandona a sus santos; ellos son preservados para siempre  (Salmos 37:25,28).

La trayectoria de toda una vida de fe y confianza en Dios permite hacer este tipo de aseveraciones. Tenemos aquí la observación de la fidelidad de Dios sobre la vida de los justos. Dios es poderoso para guardarnos sin caída y presentarnos delante de su gloria con gran alegría. El que ha comenzado la buena obra en nosotros la perfeccionará hasta el día de Jesucristo. Dios es el proveedor para todas nuestras necesidades. Por tanto, no nos afanemos por el día de mañana, bástale a cada día su propio afán. Una vez más, la clave la tenemos en la figura del justo. Si nuestra fe tiene un buen fundamento en la justicia de Dios, que nos ha declarado justos por la fe en Jesús, (hemos sido hechos justicia de Dios en él), con esa verdad sólida en nuestros corazones podemos mantener una fe estable en los recursos de Dios, de no ser abandonados, sino preservados para aquel día.

Padre celestial, gracias porque tu guardas al justo todos los días de su vida en medio de la inseguridad de un mundo movible. Amén.

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