225 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoEn los evangelios (I) – La expectativa(1)      

Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos, diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle (Mateo 2:1,2)

         Después del amplio recorrido que hemos hecho a lo largo del mensaje de los profetas de Israel acerca del advenimiento del reino mesiánico nos adentraremos ahora en la parte final de nuestro recorrido. Para ello regresaremos a algunos de los pasajes del Nuevo Testamento que ponen de manifiesto la expectativa general que había en Judea sobre este acontecimiento largamente anunciado y esperado.

Generalmente la teología cristiana clásica ha insistido en que los judíos de la época de Jesús esperaban un reino político en lugar de comprender que el reino de Dios es espiritual. Han zanjado el asunto con demasiada rapidez sin entender bien la mentalidad hebrea en la que abundaba ampliamente la esperanza mesiánica tal y como fue anunciada por sus profetas. Es cierto que algunos veían en Jesús un libertador únicamente terrenal para salir del yugo romano y recuperar el reino de la casa de David.

También es cierto que muchos cristianos pretenden eludir la complejidad de muchas de las profecías limitándolas a una interpretación espiritual alejada del sentido literal que le dieron los visionarios hombres enviados por el Dios de Israel a su pueblo.

En realidad estamos ante una complementación que debemos comprender de la mejor forma posible. Por un lado, es cierto que Israel, −una gran parte del pueblo−, vio en el nacimiento del Mesías la conclusión final de la consolación anunciada sobre Sion, haciendo una interpretación unitaria de las dos venidas del Mesías. Vieron la totalidad sin reparar en las dos partes de su advenimiento, primero para redimir, luego para reinar desde Jerusalén.

Por otro lado, la iglesia, −una parte de ella−, ha interpretado la primera venida del Mesías para redimir, y la segunda al final de los tiempos, sin comprender la dimensión terrenal y literal del reino de Dios desde Sion.

Los magos venidos de oriente reconocieron el nacimiento de un rey judío, anunciado por los profetas de Israel, y en ese reconocimiento estaba implícita su dimensión sobrenatural y divina, por que vinieron para adorarle. Un anticipo, sin duda, de la adoración que tendrá lugar en Jerusalén cuando el hijo de David establezca su trono y las naciones vengan a adorar e invocar su nombre para bendición de todos los pueblos.

         La expectativa del nacimiento del rey de los judíos había traspasado fronteras; vinieron astrólogos de oriente para adorarle en Jerusalén.

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