PANORÁMICA del Nuevo Testamento – 1 CORINTIOS

Anunciaron la palabraPrimera de CORINTIOS

 

HISTORIA DE LA CARTA

Autor. El apóstol Pablo comienza la carta dejando constancia de su autoría: Pablo, llamado a ser apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios… a la iglesia de Dios que está en Corinto. La iglesia de Corinto había sido establecida por el apóstol de los gentiles durante los 18 meses de su estancia en aquel lugar. Los pormenores de como se fundó la iglesia están narrados por Lucas en Hechos 18:1-18. Pablo se encontraba en Éfeso cuando la escribió, alrededor de tres años después de haber salido de la ciudad de Corinto. La fecha de su composición data sobre el año 57 d.C. (1 Co.16:5-8). Con anterioridad había escrito otras cartas que no se conservan (1 Co. 5:9); y también los corintios se habían puesto en contacto con el apóstol por este medio (7:1 y 8:1). En esta extensa epístola Pablo va a dar respuesta a las preguntas que los hermanos de aquella congregación le habían hecho llegar con anterioridad.

La ciudad de Corinto. En tiempos de Pablo la ciudad era la más importante de Grecia. Contaba con alrededor de 400.000 habitantes. Tenía tres puertos importantes, dada su localización geográfica, y por ellos pasaba toda clase de tráfico marítimo. Al oeste tenía el mar Adriático y Jónico, y al este el mar Egeo. Prevalecía el punto de vista comercial y materialista; así como toda clase de vicios e inmoralidades traídas a la ciudad por la multitud de marineros, comerciantes, aventureros y refugiados de otros países. La población se componía de griegos, judíos e italianos. El interés intelectual prevalecía sobre la vida moral. La iglesia estaba compuesta por gente sencilla. Los miembros eran recién convertidos del paganismo al cristianismo. Estaban rodeados de costumbres y prácticas paganas en una de las ciudades más corrompidas de aquel tiempo. El mensaje del evangelio tuvo una gran prueba en aquel lugar. Se enfrentó a múltiples manifestaciones de la naturaleza carnal del hombre y preguntas filosóficas. La primera destrucción de Corinto fue en el año 146 a.C. y sus grandes tesoros fueron llevados a Roma. Julio Cesar la restauró en el 46 a.C. y llegó a ser el gran centro comercial que hemos descrito anteriormente.  Hacia el siglo II de nuestra era se había convertido en una de las ciudades más ricas del mundo. Luego vino su segunda destrucción. Un terremoto, el paludismo y el enérgico gobierno turco la arrasaron más tarde, quedando siete columnas de un templo antiguo. Eso y una aldea cercana, es lo que queda hoy de aquella antigua ciudad de riquezas, lujo e inmoralidad.

La fundación de la iglesia. Pablo llegó a Corinto después de haber visitado Atenas. Allí conoció al matrimonio Aquila y Priscila. Juntos trabajaron en la construcción de tiendas. El apóstol predicaba los sábados en la sinagoga de los judíos; y pronto se desató la persecución al mensaje del evangelio; por ello quiso salir de la ciudad pero una intervención directa del Señor le retuvo durante un año y medio. El Señor dijo a Pablo en visión de noche: No temas, sino habla, y no calles; porque yo estoy contigo, y ninguno pondrá sobre ti la mano para hacerte mal, porque yo tengo mucho pueblo en esta ciudad (Hch.18:9,10). Unas palabras que han consolado y animado a muchos hermanos en muchos lugares posteriormente a lo largo de la historia de la iglesia.

ENSEÑANZAS Y TEMAS

Encontramos en esta importante carta del Nuevo Testamento una gran diversidad de temas y enseñanzas sobre múltiples aspectos de la vida congregacional, la conducta de los creyentes y el culto a Dios. Haremos un breve recorrido por la mayoría de ellos que pueden servir de introducción para un estudio posterior más profundo. Los que veremos son los siguientes:

  1. ¿Divisiones en el cuerpo de Cristo? (1:10-17) (3:1-23)
  2. La palabra de la cruz y la revelación del Espíritu (1:18-2:16)
  3. Los derechos de un apóstol (4:1-21) (9:1-27)
  4. Un caso de fornicación (5:1-13)
  5. Juicios ante los incrédulos (6:1-11)
  6. Templos del Espíritu Santo (6:12-20) (3:16) (2 Co.6:14-18)
  7. Sobre el matrimonio (7:1-40)
  8. Sobre la carne sacrificada a ídolos (8:1-13) (10:23-33)
  9. Sobre la idolatría (10:1-22)
  10. La mujer en la iglesia (11:1-16) (14:33-40)
  11. Acerca de la cena del Señor (11:17-34)
  12. Los dones espirituales (12:1-11) (12:31) (14:1,2)
  13. La iglesia: el cuerpo de Cristo (12:12-31)
  14. La excelencia del amor (13:1-13)
  15. La profecía y hablar en lenguas (14:1-40)
  16. La resurrección (15:1-58)
  17. Las ofrendas (16:1-4)
  1. ¿Divisiones en el cuerpo de Cristo? (1:10-17) (3:1-23)

Una de las prioridades de la iglesia es guardar la unidad. El Señor oró por ella de manera clara en su oración sacerdotal (Jn.17:11,21,22). Pablo enseñó acerca de esta gran verdad (Ef.4:1-16). Los corintios se habían dividido según los diferentes líderes de la iglesia, cada uno escogió al que le parecía más interesante. «Yo soy de Pablo. Yo de Apolos. Yo de Pedro. Yo soy de Cristo». El apóstol les dijo con rotundidez que esa actitud no era más que una señal de su inmadurez y carnalidad. No pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo (3:1-4). Por esta causa no podían asimilar las verdades sólidas de la fe cristiana. Pablo enseñó a los corintios que los ministros de Dios son servidores del evangelio, cada uno debe servir según el don y la misión que ha recibido; por tanto, cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor (3:5,8); pero todos forman el cuerpo de Cristo. Los líderes deben ser modelos a seguir, aunque los ojos han de estar puestos en Jesús (Heb.12:2), no en los hombres. Jesucristo es el fundamento sobre el que debemos edificar nuestras vidas (3:11). Hoy tenemos el conflicto denominacional que causa divisiones en el cuerpo de Cristo, aunque no debería ser así, sino comprender que la diversidad enriquece el cuerpo y no debilitarlo. El respeto a la diversidad, dentro de la unidad establecida en la Escritura, nos hace fuertes. La diversidad de dones y ministerios debe conducirnos a la complementación que permita llevar el evangelio a todas las naciones.

  1. La palabra de la cruz y la revelación del Espíritu (1:18-2:16)

La predicación del evangelio es locura para los que rechazan su contenido, pero para quienes lo abrazan experimentan el poder de Dios en sus vidas; de tal forma que pueden comprender la revelación de las verdades espirituales y eternas. La semilla de la palabra de Dios produce nueva vida en el corazón, haciendo renacer la naturaleza divina que vive y permanece para siempre. Leer estos textos: 1 Pedro 1:23-2:3; Santiago 1:18 y 2 Pedro 1:3,4.

La palabra de la cruz, dice Pablo, es locura para el intelecto humano que no puede asimilar un mensaje de contenido espiritual, puesto que para él es locura y no lo puede entender (1:18-21); se precisa la acción del Espíritu de Dios para saber lo que El nos ha concedido (2:12). Además, a menudo, es anunciado por personas no dotadas inicialmente de capacidades intelectuales impresionantes (1:25-31), lo cual viene a ser, en algunos casos, piedra de tropiezo para los sabios de este mundo. Porque lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres. Pues, mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne… sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios…  Lo cual no quiere decir que sea normativo mantener la insensatez, o glorificar la ignorancia para predicar el evangelio. Pablo no era precisamente un ignorante, aunque comprendía que toda su preparación intelectual y tradicional era inútil para anunciar a Cristo (Fil.3:7-11). Pablo sabía que era deficitario en su habilidad humana, dependiendo del Espíritu Santo para cumplir una labor que precisa del potencial espiritual, cuya revelación es necesaria para anunciarlo y recibirlo. El apóstol pone el acento de su predicación en tres aspectos fundamentales:

  • Predicar a Jesucristo crucificado.
  • No hacerlo basándose en sabiduría humana.
  • Predicarlo en el poder de Dios y la demostración del Espíritu.

Una vez anunciado el mensaje y recibido, Pablo enseña que hay una sabiduría más elevada, espiritual, la sabiduría de Dios, a la que podemos acceder mediante la revelación progresiva del Espíritu Santo (2:6-8). Es para los que han alcanzado madurez, quienes por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal (Heb.5:14). El Espíritu Santo enseña a hombres espirituales y maduros lo que Dios nos ha concedido (2:12).

El apóstol identifica tres tipos de personas que encontramos en las congregaciones: el hombre natural (que no ha renacido espiritualmente); el hombre espiritual (que ha madurado en la fe); y el hombre carnal o niño espiritual, que no ha crecido y mantiene un entendimiento limitado de las verdades eternas, así como un comportamiento que causa tropiezos a hermanos débiles como estaba ocurriendo en la iglesia de Corinto con diversos pecados que veremos. Esta diversidad de desarrollos espirituales es lo que hace complicadas, a veces, las relaciones personales en las congregaciones.

  1. Los derechos de un apóstol (4:1-21) (9:1-27)

Los apóstoles, en el contexto que Pablo menciona en estos capítulos, son hombres que han alcanzado madurez y transmiten a otros lo que han recibido del Señor. Son servidores (no una titulación que los eleva por encima de los demás) de Cristo; administradores de los misterios de Dios; hombres fieles (4:1,2) a quienes se les ha encomendado el evangelio (1 Tes.2:3,4) (1 Tim.1:11). Son ejemplos de fe y conducta que podemos y debemos imitar (4:6,16,17) (Heb. 13:7). Entregan sus vidas en beneficio de la iglesia de Dios (Col.1:24-29). Viven en calidad de mártires (4:9). Aparecen como insensatos, débiles, despreciados; padecen hambre, sed, frío, bofetadas y no tienen un lugar fijo de residencia. Trabajan con sus manos, bendicen a los que les maldicen, padecen persecución, tienen mala fama injustamente; han venido a ser como la escoria del mundo y el desecho de todos (4:9-13). En una paradoja incomprensible, además de todo lo anterior, son padres espirituales; han engendrado a muchos por medio del evangelio (4:15); y el sello que los caracteriza es la unción del Espíritu Santo en sus vidas (4:19,20) (Ro.15:17-21).

Antes de entrar en el debate sobre si hay apóstoles hoy o no, deberíamos repasar despacio las listas que Pablo hace sobre ellos en sus cartas a los corintios. Hoy algunos son deslumbrados por las luces de neón que anuncian ministerios apostólicos a bombo y platillo. Muchos «superapóstoles» piden sometimiento incondicional a sus personalidades carismáticas. Hemos errado cuando colocamos el foco sobre la apariencia de piedad y no en la piedad misma.

Hay muchos autodenominados «siervos» que están prestos a reclamar los derechos de apóstol que el mismo Pablo enseña en esta carta, aunque la mayoría olvidan que renunció a sus derechos para no poner tropiezo al evangelio. Algunos hacen hoy lo contrario reclamando derechos, en algunos casos legítimos, manifestando el estado real de sus corazones. Porque como dijo el Maestro: donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón (Mt.6:21). No obstante, hay derechos apostólicos que son relacionados aquí, veamos cuales son.

  • ¿No tenemos derecho de comer y beber?  (9:4).
  • ¿No tenemos derecho de traer con nosotros una hermana por mujer…?  (9:5).
  • Así también ordenó el Señor a los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio  (9:14).

Los apóstoles verdaderos de Jesucristo siembran lo espiritual y están en su derecho de recibir apoyo material de aquellos que reciben los beneficios espirituales de su trabajo (9:11) (Ro.15:27) (Gá.6:6). Tenemos en el otro extremo del espectro eclesiástico congregaciones que abusan de la entrega incondicional de hermanos honestos y abnegados que hacen un servicio espléndido en el reino de Dios, siendo menospreciados con una actitud egoísta por parte de quienes debían alabarlos, honrarlos y cubrir sus necesidades económicas.

Por su parte Pablo no usó de sus derechos como apóstol en la iglesia de Corinto porque la inmadurez y carnalidad predominante no se lo permitía, prefiriendo no poner tropiezo ante quienes –seguramente influidos por la filosofía griega que separaba lo material y espiritual, cosa que no aparece en la Escritura, puesto que Dios es el Creador de ambas concepciones− no eran capaces de comprender que materia y espíritu son parte de una misma realidad creacional. Sin embargo, el mismo apóstol sí recibió ayuda financiera de los hermanos de Filipos que comprendían sin prejuicios esta verdad bíblica (Fil.4:10-20). Vemos como este tema, siempre controversial por sus extremos indeseables, puede aplicarse de distinta forma en función del grado de madurez espiritual de la iglesia local a la que servimos.

  1. Un caso de fornicación (5:1-13)

Uno de los graves problemas con los que se encontró Pablo en la iglesia de Corinto fue el de fornicación. El diccionario explica esta palabra de la siguiente manera: «Tener ayuntamiento carnal fuera del matrimonio». La Biblia lo prohíbe expresamente (1 Co.6:18) (1 Ts.4:3). En Corinto un hombre tenía la mujer de su padre (5:1). Pablo reprocha a los responsables de la congregación que no hayan tomado ninguna medida al respecto y emite su propio veredicto: Ciertamente yo, como ausente en cuerpo, pero presente en espíritu, ya como presente he juzgado al que tal cosa ha hecho. En el nombre de nuestro Señor Jesucristo, reunidos vosotros y mi espíritu, con el poder de nuestro Señor Jesucristo, el tal sea entregado a Satanás para destrucción de la carne, a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús (5:3-5). La postura que adopta el apóstol es dura y firme con el fin de que los demás hermanos no sean contaminados (5:6-11). En su segunda carta a los corintios perdonará al ofensor, después que mostró arrepentimiento, para que Satanás no gane ventaja alguna sobre vosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones (2 Co.2:5-11). Lo cual pone de manifiesto que la disciplina en la iglesia, lejos de dejar de aplicarse, debe hacerse con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado (Gá. 6:1). En definitiva, lo que se busca es la restauración de la persona y no su destrucción.

  1. Juicios ante los incrédulos (6:1-11)

Otro problema planteado en la iglesia de Corinto fue el que algunos hermanos buscaban la resolución de conflictos internos en los tribunales de oficio; lo cual solo atraía descrédito al evangelio y su doctrina. En esto, nuevamente mostraban su inmadurez. Por un lado acudiendo a los tribunales ordinarios, y el por el otro poniendo a personas inmaduras para solventar asuntos de la iglesia que precisaba la acción de personas maduras, sabias y prudentes. Una parte de esos agravios, les dice el apóstol, deben ser aceptados y soportados en beneficio del buen nombre del Señor. Aprovechando la ocasión, Pablo enseña a los corintios una de las funciones futuras de los hijos de Dios: ¿No sabéis que los santos han de juzgar al mundo? (6:11); seguramente una reseña al reinado milenial del Mesías en Jerusalén. En definitiva, los corintios deben aprender a solucionar sus desacuerdos entre ellos; incluso, en ciertos casos, a sufrir más bien el agravio y ser defraudados (6:7); aprendiendo así del Maestro, que cuando le maldecían, no respondía con maldición, sino encomendaba la causa al que juzga justamente (1 Pedro 2:23).

  1. Templo del Espíritu Santo (6:12-20) (3:16) (2 Co.6:14-18)

En los pasajes que aparecen en este subtítulo el autor de la carta a los corintios vuelve sobre el tema de la fornicación, además de los pecados que tienen el exceso de comida como base. Al hacerlo saca a la luz una verdad gloriosa: «¿Ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? (6:19). En una sola frase la sabiduría expresada aquí por Pablo impresiona y contiene varios elementos que debemos meditar. Ignorar que nuestros cuerpos son templo del Espíritu Santo puede llevarnos a la fornicación y la gula que ponen lazos a nuestro desarrollo espiritual. Ignorar que el Espíritu de Dios está en nosotros puede conducir al pecado de ignorancia que a su vez nos puede introducir en cualquier tipo de disolución. Por otro lado, el apóstol deja claro que el cuerpo, nuestro cuerpo físico, no nos pertenece, pertenece a Dios; y en otro lugar enseña, en el caso de los casados, que su cuerpo pertenece al cónyuge (7:1-4); no como una licencia para los excesos, sino manteniéndolo en santidad y honor, no en pasión de concupiscencias (1 Tes.4:4,5). Debemos incluir también aquí nuestra forma de vestir con pudor y modestia, dice el apóstol (1 Tim.2:9,10). Todo nuestro ser debe ser guardado irreprensible hasta la venida del Señor (1 Tes.5:23). Porque hemos sido comprados por precio, debemos glorificar a Dios en nuestro cuerpo y en nuestro espíritu, los cuales son de Dios (6:20). Y no hacernos esclavos de los hombres (7:23).

  1. Sobre el matrimonio (7:1-40)

Los corintios habían escrito a Pablo preguntándole sobre diversos aspectos relacionados con el matrimonio, en este capítulo dará respuesta a una variedad de ellos vinculados con la vida matrimonial. Veamos cuáles son.

Relaciones conyugales en el matrimonio (7:2-6). Si anteriormente hemos visto que el sexo fuera del matrimonio (fornicación, adulterio) está prohibido en las Escrituras, por el contrario, es algo guardado para el matrimonio. En ningún lugar de la Escritura se dice que el sexo sea malo, el énfasis recae sobre el orden establecido por Dios. Dentro de ese orden la Biblia dice que es bueno y necesario (Gn.2:24) (Pr.5:15-23) (He.13:4) (1 Co.7:2-6).

Casarse o quedarse soltero (7:7-9, 25-38). Lo que está claro en la Escritura es que no hay una norma única para casarse o abstenerse de hacerlo, especialmente en el Nuevo Testamento. Cada uno tiene su propio don de Dios (7:7). Pablo se inclina más en este pasaje por la opinión de vivir sin la responsabilidad de una familia, con el fin de tener todo su ser enfocado hacia la predicación del evangelio. El pensamiento del apóstol es que el tiempo es corto antes que regrese el Señor, por lo cual el objetivo prioritario –sea estar casados o no− es vivir orientados hacia las cosas de arriba (7:29-31). En otro contexto, en la carta a Timoteo, relacionando los requisitos para los obispos o pastores de las congregaciones, dice que deben ser maridos de una sola mujer, tener a los hijos en sujeción y cuidar de la familia de forma adecuada (1 Tim.3:2,4,5,12) (Tit.1:5,6). Y en la segunda carta a Timoteo, en el contexto de falsas doctrinas y espíritus engañadores, señala que quienes prohíben casarse y abstenerse de comer ciertos alimentos, viven bajo la influencia de la apostasía causada por esas doctrinas de demonios. (2 Tim. 4:1-3). De todo ello podemos resumir que la postura del apóstol de los gentiles en cuanto al tema de casarse o no está en dependencia de la decisión y circunstancias de cada persona en particular, culminando con esta frase: Si no tiene don de continencia, cásense (7:9).

Matrimonios mixtos (7:10-20). Otro aspecto del matrimonio que se presentaba en Corinto, y también en nuestros días, es acerca de matrimonios ya constituidos y que más tarde uno de los cónyuges se convierte al Señor y el otro no. En primer lugar, dice el apóstol, no tienen por qué separarse, a no ser que el incrédulo así lo desee (tal vez la situación de Pablo), y en tal caso el creyente no debe casarse otra vez (7:11). Sin embargo, es mejor permanecer juntos por dos razones: porque el marido incrédulo es santificado en la mujer y viceversa, y los hijos reciben el beneficio de la fe de sus padres, viviendo bajo una influencia de santidad y no de inmundicia (7:14). Porque ¿qué sabes tú si quizá hagas salvo a tu marido? ¿O qué sabe tú, oh marido, si quizá harás salvo a tu mujer (7:16). En estos supuestos, quienes no creen a la palabra, son ganados sin palabra por la conducta del creyente (1 P.3:1).

Las viudas (7:39-40) (1 Ti.5:3-16) (Ro.7:2,3). El hombre o la mujer casada están ligados por la ley mientras su cónyuge vive; pero si muere uno de ellos pueden casarse con quién quiera, solo se precisa un requisito, que sea en el Señor. Aunque Pablo aconseja que mejor es dedicarse al Señor, como Ana, la viuda que encontramos en Lc.2:36-38. En su carta a Timoteo expresa la necesidad de que las viudas jóvenes se casen, y no estén andando en chismes, entrometidas, hablando lo que no debieran. Por su parte las viudas que ya pasan de cierta edad deben ser atendidas por sus propias familias. Vimos en el libro de Hechos que para la iglesia primitiva fue una prioridad dar asistencia oportuna a las viudas, por lo que escogieron a siete diáconos llenos del Espíritu Santo que se dedicaron expresamente a ese cometido.

  1. Sobre la carne sacrificada a ídolos (8:1-13) (10:23-33)

Otra controversia suscitada en la iglesia de Corinto tuvo que ver con la carne que se sacrificaba a los ídolos. Muchas de las religiones de la época tenían como práctica habitual sacrificar animales a sus dioses; detrás de estos cultos el apóstol identifica una actividad demoníaca, aunque recuerda que el ídolo en sí mismo nada es. La carne que era sacrificada en esos cultos se llevaba luego a las carnicerías para venderla. De esta forma surgió el conflicto de si era lícito que los creyentes la consumieran o no con el consiguiente problema de conciencia. Había quienes decían que no les causaba ningún dificultad hacerlo; pero hubo otros que eran perjudicados viendo esa práctica que su conciencia no les permitía conciliar con su fe. Muchos de los corintios que recibieron el evangelio habían practicado esas costumbres paganas y ahora las relacionaban con su vieja vida, por ello se oponían y juzgaban a quienes lo hacían. Un tema, este, para encontrar algunas vías de acercamiento a problemas de conciencia que siempre han afectado a la iglesia a lo largo de su historia. El apóstol buscó el equilibro entre ambas posturas, resumiéndolo de la siguiente forma:

Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica. Ninguno busque su propio bien, sino el del otro… Hacedlo todo para la gloria de Dios (10:23,24,31).

Estamos aquí ante verdades no fundamentales de la fe, pero en las que hay que encontrar vías adecuadas de sabiduría y equilibro para que no produzcan divisiones y tropiezos en el cuerpo. Hoy son otros los temas que molestan a unos y otros. Podíamos enumerar muchos, algunos de ellos son mas reminiscencias de la cultura heredada y tradiciones adquiridas que de doctrinas fundamentales. El apóstol nos deja consejos muy sabios para que nos sirvan de líneas maestras en estos casos, aunque no en todos podamos encontrar la solución deseada. Predomina la necesidad de edificar y no poner tropiezos. La esencia del evangelio es: «niéguese a sí mismo, y sígame».

No seáis tropiezo ni a judíos, ni a gentiles, ni a la iglesia de Dios  (10:32). De manera, pues, pecando contra los hermanos e hiriendo su débil conciencia, contra Cristo pecáis. Por lo cual, si la comida le es a mi hermano ocasión de caer, no comeré carne jamás, para no poner tropiezo a mi hermano (1 Co.8:12,13).

  1. Sobre la idolatría (10:1-22)

De la misma manera que hemos visto que hay aspectos de la vida del cristiano que son optativos y dirigidos por la conciencia, cuyo fundamento debe ser el amor al prójimo; hay otros que no son opcionales, sino ordenanzas expresas del Señor. Es el caso de la idolatría (10:7,14). Ni seáis idólatras. Huid de la idolatría. Este es uno de los temas más amplios en la Escritura, y de mayor relevancia, aunque no podemos aquí hacer un estudio exhaustivo. Si diremos que, como en muchos temas doctrinales, existe la posibilidad de caer en dos extremos: laxitud y radicalismo. Debemos, primeramente, saber lo que es un ídolo. Hoy ya no son únicamente los que se hacen de escayola o madera, hay otros muchos ídolos que no tienen imagen propia pero son tan nocivos y seductores como aquellos. Toda la Biblia denuncia cualquier manifestación idólatra. Dios no comparte su gloria, ni la adoración, con nadie más que Él mismo (Is.42:8). Leer también (Lv.26:1) (Is.44:9-20) (Is.45:20-20-46:13) (Ez.20:18) (1 Jn.5:21). En este mismo capítulo de Corintios aparecen otros pecados como: tentar al Señor (10:9); y la murmuración (10:10). Algunos, muy iconoclastas en su posición ante la idolatría, pueden luego caer en la obstinación doctrinaria, que también es idolatría (1 Sam. 15:23) (Mr.7:9-13). Toda manifestación contra la ley de Dios es pecado (1 Jn.3:4)

  1. La mujer en la iglesia (11:1-16) (14:33-40)

Entramos ahora en otro de esos temas polémicos, irresolubles, y con posturas, en algunos casos, radicalmente enfrentadas. La posición de la mujer en la iglesia, y en concreto, en la enseñanza del apóstol Pablo, ha encontrado reacciones que van desde acusarle de misógino, a la de pionero en defensa de los derechos de la mujer. La estupidez humana no tiene límites, por tanto, las posturas en este tema a lo largo de los siglos han sido, y son, sin limitación de estulticia y extremismos. Hoy estamos en el extremo feminista. Anteriormente hemos vivido siglos de machismo. En ambos casos se pone de manifiesto la naturaleza caída del hombre. Las leyes de ideología de género que padecemos en la actualidad no dejan lugar a dudas; todo comienza con la corrupción del lenguaje, y aquí es donde algunas frases del autor de esta carta han dado juego. Por un lado para malinterpretarlas, y por otro, para torcerlas deliberadamente (ya lo anticipó el apóstol Pedro cuando comentó los escritos de Pablo: hay algunas cosas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen 2 P.3:15,16). En ambos casos, deberíamos ir al contexto general de su enseñanza para acercarnos lo máximo posible a su pensamiento. He tratado de hacerlo en distintas ocasiones, porque muchas veces me han preguntado sobre este asunto. Vayamos por partes.

Lo que primeramente se aborda en el capítulo 11 tiene que ver con el orden creacional, que Pablo lo recoge de la siguiente manera: Cristo es cabeza del varón; el varón es cabeza de la mujer; y Dios es la cabeza de Cristo (11:3). ¿Y qué significa ser cabeza? De forma resumida diré: ir delante. Cubrir. Asumir la responsabilidad. Dar la cara. Dar la vida por quienes están a nuestro cuidado. Ser el modelo a seguir. Jesús es la cabeza de la iglesia y dio su vida por ella, entregándose hasta la muerte. Todas las veces que hemos interpretado que la Biblia aboga por el sometimiento incondicional de la mujer al hombre hemos errado estrepitosamente, alejándonos de la verdad, y usando la Escritura de forma inadecuada; algo muy humano, carnal, pecaminoso y que atrae el juicio de Dios. El orden al que se refiere Pablo tiene una naturaleza espiritual, procede de la fuente de toda autoridad, que es Dios mismo. Dios es Dios de orden, lo contrario nos adentra en la anarquía, la desestabilización y el caos, un regreso al estado en que da inicio la Biblia, hasta que la palabra de Dios puso orden en todas las cosas creadas (Gn.1:1,2).

Sobre el pasaje del capítulo 14:33-40, donde parece haber una exigencia para callar a las mujeres en las congregaciones, debemos acudir a dos apoyos para interpretarlo correctamente. Por un lado el cultural y la herencia judía en la composición de las sinagogas, donde había  un altillo en el que se colocaban las mujeres, y tal vez desde aquel lugar hacían preguntas a sus maridos que interrumpían el culto. En la sinagoga del Tránsito de Toledo se puede ver perfectamente lo que digo. Pero como seguramente este argumento no es suficiente para aclarar el texto, debemos acudir a otros pasajes que amplían el tema. Es decir, interpretar un texto a la luz del contexto, y en este caso, a escritos del mismo apóstol. Si el significado fuera que las mujeres no deben participar en el culto no se entiende que el mismo apóstol en la misma carta hable de mujeres que oran o profetizan en el culto (1 Co.11:5,6,13). En el último capítulo de su carta a los Romanos Pablo hace una lista extensa de saludos a distintas personas, en las que destacan muchas mujeres, entre ellas algunas como colaboradoras del apóstol, que han trabajado mucho en el Señor (Ro.16:1,2,6,12).

Hay otro texto controvertido de Pablo en 1 Timoteo 2:9-15 donde habla de la forma de vestir de las mujeres, de forma decorosa, con pudor y modestia, con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan piedad. Y añade, que la mujer aprenda en silencio, con toda sujeción, porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio. Reseña que Adán fue formado primero, que la mujer fue engañada, incurriendo en transgresión, y se salvará engendrando hijos, si permanece en fe. Sin duda, un lenguaje chocante parta la mente moderna. Brevemente. La forma de vestir modesta debe aplicarse también a los hombres; aunque todos sabemos que la mujer está dotada de un cuerpo mucho más llamativo que el masculino, y que una forma de vestir inapropiada relanza su figura como objeto sexual. Sin duda, era parte de la sociedad licenciosa de Corinto que las mujeres temerosas de Dios debían evitar. La elegancia y belleza femenina no deben ser reprimidas por mentes pecaminosas. A la vez, toda mujer cristiana debe glorificar a Dios en su forma de vestir y honrar a su marido y familia. Y como diría el mismo Pablo, si alguno quiere ser contencioso, nosotros no tenemos tal costumbre (11:16). Como está escrito: Todas las cosas son puras para los puros, mas para los corrompidos e incrédulos nada les es puro; pues hasta su mente y su conciencia está corrompidas (Tito 1:15). En cuanto a que la mujer enseñe o predique diré lo siguiente. Ya hemos visto que el mismo Pablo menciona las oraciones y profecías públicas de las mujeres. También habla de hermanas diaconisas (Ro.16:1). Entiendo que la mujer debe estar sujeta al hacerlo a su cabeza; como lo debe estar el hombre a la suya. Ejercer dominio no solo tiene que ver con una mujer suelta y dominante; sino también con pastores al estilo Diótrefes, que no estaban sujetos a la autoridad apostólica, y mucho menos a Cristo. Y doy por hecho que la mujer puede y debe predicar si ha recibido un llamamiento del Señor, porque en el Señor, en nuestra nueva creación en Cristo, no hay varón ni mujer, sino dones y llamamientos que vienen directamente de la cabeza de la iglesia, y ningún liderazgo eclesiástico debería coartar. Los ejemplos de mujeres piadosas usadas por Dios sería muy amplio, pero muchas de ellas han tenido que luchar contra represiones doctrinales.

Me llama la atención que quienes mantienen una postura contraria a que las mujeres prediquen o ejerzan autoridad ministerial, no tengan dilema a la hora de leer sus libros, que no deja de ser otra forma de enseñar e influir bajo la autoridad de la palabra de Dios. En el mismo grupo de Jesús había muchas mujeres. La primera predicadora de su resurrección fue una mujer. Las madres enseñan a sus hijos, educan, los dan a luz, y no es posible que Pablo enseñara que se salvan engendrándolos, eso nos llevaría a otra forma de salvación, y sabemos que solo hay un evangelio y una salvación por fe en Cristo. Más bien pienso que el apóstol está abogando, en su mensaje a Timoteo, por el rol materno de la mujer, de gran trascendencia, y que nuestra sociedad actual ha abandonado por unas causas u otras. Para no alargarme más no entraré ahora en todos los debates al respecto.

Vemos en el libro de los Hechos que el Espíritu Santo fue derramado sobre vuestros hijos e hijas, siervos y siervas, entre ellas la madre de Jesús y otras mujeres que acompañaban a los apóstoles en el Aposento Alto. Dios no hace acepción de personas. Una reunión de mujeres orando fue donde acudió Pablo en Filipos (Hch.16:11-15). Felipe el evangelista tenía cuatro hijas que profetizaban (Hch.21:8,9). Incluso en el AT nos encontramos con mujeres que fueron escogidas por el Señor para su obra: Miriam, Débora, Ana, Ester, Noemí, Rut, Elisabeth, María y tantas y tantas otras.

Para concluir, sin acabar el debate, podemos hacerlo con las palabras del mismo Pablo, cuando dijo: en el Señor, ni el varón es sin la mujer, ni la mujer sin el varón; porque así como la mujer procede del varón, también el varón nace de la mujer; pero todo procede de Dios  (1 Co.11:11,12). Y concluye en su carta a los Gálatas: Porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos. Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús (3:27,28).

  1. Acerca de la cena del Señor (11:17-34)

Los corintios habían hecho de la santa cena una especie de fiesta, recordando sus viejas costumbres, donde había los que se emborrachaban y comían en exceso haciendo diferencias entre ricos y pobres. De esta manera, lo que está establecido para ser una bendición se convirtió en juicio, cuyas consecuencias eran que hubiera algunas personas enfermas, debilitadas y que muchos hubieran muerto antes de tiempo por este hecho. El apóstol los amonesta con rotundidez y les recuerda el significado del acto.

  • El cuerpo de Cristo, partido por nosotros, y simbolizado en un pan que es repartido entre todos, nos habla de la unidad de la iglesia (11:24) (10:17). Es memoria de la redención realizada y aceptada.
  • La sangre de Jesús, simbolizada por el vino, es la copa del nuevo pacto, que nos habla del perdón de los pecados (11:25) (10:16). Es memoria de la expiación consumada y aplicada.
  • Se hace en memoria del Señor. Para recordar su obra y nuestra redención (11:25,26).
  • Confesamos y anunciamos nuestra fe en la obra redentora de Jesús hasta que el venga (11:26).
  • Confesamos que estamos esperando el retorno de Cristo.  (11:26b).

Este hecho tiene su base en el A.T. y en el día de la Pascua, cuando los israelitas salieron de Egipto, después de comer el cordero y señalar el dintel de la puerta con su sangre (Ex.12:1-51). De ahí que Jesús sea llamado el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Jn.1:29). Para los israelitas la pascua tuvo una triple bendición: Provisión (Ex.12:35,36). Liberación (Ex.12:37-41). Sanidad (Sal.105:37). No será menos para nosotros si lo tomamos en fe (He.8:6); habiéndonos examinado y probado nuestro corazón, para no dar lugar a una confesión hipócrita; puesto que en la cena del Señor confesamos ser del mismo cuerpo y vivir en amor los unos por los otros; en unidad con el cuerpo (la iglesia) y la cabeza (Cristo).

  1. Los dones espirituales (12:1-11) (12:31) (14:1,2)

Los dones son capacidades o manifestaciones que están en el Espíritu, y que El reparte a cada uno en particular como El quiere. También hay una apelación a nuestra voluntad para procurarlos, con el fin de edificar la iglesia (14:12) y para provecho de los hermanos (12:7). Encontramos una lista de dones en este capítulo que no es exhaustiva, puesto que en Romanos 12:6-8 vemos que se mencionan mas dones. Si unimos ambos pasajes podremos hacer la siguiente lista de dones, que tampoco será exhaustiva.

  • Palabra de sabiduría.
  • Palabra de ciencia.
  • Fe.
  • Sanidades.
  • Milagros.
  • Profecía.
  • Discernimiento de espíritus.
  • Diversos géneros de lenguas.
  • Interpretación de lenguas.
  • Servicio.
  • Enseñanza.
  • Exhortación.
  • Repartir.
  • Presidir.
  • Hacer misericordia (obra social).

El que produce estas manifestaciones siempre es el Espíritu Santo en nosotros. Negar que estos dones estén vigentes es limitar la acción del Espíritu en la edificación de la iglesia. Extralimitarnos y pretender producir manifestaciones más allá de la obra del Espíritu de Dios es entrar en otro espíritu y dar lugar al error, espectáculos inapropiados, incluso a doctrinas de demonios. Está escrito que no debemos apagar el Espíritu (1 Tes.5:19); ni contristarlo (Ef.4:30); ni resistirlo (Hch.7:31). Mucho menos blasfemar contra el Espíritu Santo, confundiéndola con la obra de Belcebú o Satanás. Es lo que se desprende del contexto donde Jesús enseñó sobre ello (Mt.12:22-32). No debemos ser rápidos en calificar este pecado con demasiada ligereza. Sería contraproducente y entiendo que es una actitud progresiva contra la obra del Espíritu.

  1. La iglesia: el cuerpo del Mesías (12:12-31)

Pablo usa aquí la figura del cuerpo humano para verter una gran verdad acerca de lo que es la iglesia de Jesucristo. Es un cuerpo espiritual (12:12). Cristo es la cabeza (Ef.1:22; 4:15,16) (Col.1:18). Cada uno que ha sido redimido por la sangre de Jesús forma parte del resto del cuerpo. Recibe dirección de la cabeza. Cada uno en particular tiene su función en el cuerpo, todas ellas necesarias y ninguna es más importante que otra. Los miembros se preocupan los unos de los otros (12:25) (Ef.4:15,16) (Col.2:19). El vínculo espiritual que los une hace posible que las repercusiones positivas o negativas de uno u otro miembro afecten al resto del cuerpo (12:26).  Somos un solo cuerpo, el de Cristo, y miembros cada uno en particular con diferentes funciones y ministerios (12:28-30) (Ef.4:11-16).

  1. La excelencia del amor (13:1-13)

El motor que debe mover los dones y ministerios es el amor. Sin amor nada somos. El amor del que nos habla Pablo en este capítulo único sobre su excelencia, es el amor de Dios, el amor ágape, que no busca lo suyo, es sufrido y benigno, no tiene envidia, no es jactancioso, ni se envanece, no hace nada indebido, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser, las profecías si acabarán un día, y cesarán las lenguas y la ciencia, pero el amor es eterno, porque Dios es amor. Está escrito: Todas vuestras cosas sean hechas con amor  (1 Co.16:14). Si hacemos las cosas más increíbles, incluso por los demás, pero nuestro móvil no es el amor, vendrá a ser como metal que resuena o címbalo que retiñe. El amor es:

  • El amor es Dios mismo (1 Jn.4:8,16), su misma esencia. Solo de Él podemos recibirlo para poder darlo a otros (Ro.5:5).
  • El amor echa fuera el temor y la ansiedad (1 Jn.4:18).
  • El amor cubre todas las faltas (Pr.10:12) (1 P.4:8).
  • El amor de Dios rompe las cadenas de opresión, odio y amargura.
  • El amor de Dios tiene su máxima expresión en la cruz del Calvario, el que nunca comprenderemos debidamente, porque pertenece a una dimensión eterna (Ef.3:17-19) (2 Co.5:14,15) (Ro.5:8).
  1. La profecía y hablar en lenguas (14:1-40)

La profecía que menciona Pablo en el capítulo 14 tiene un propósito triple. El que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación (14:3). Edificar significa aquí infundir en otros sentimientos de piedad y virtud. Exhortar tiene el sentido de inducir, mediante argumentos convincentes, a una persona para que realice una acción. Consolar es aliviar la pena o aflicción. El apóstol enseña a los corintios que es más importante profetizar que hablar en lenguas porque de esta manera la iglesia recibe edificación. Algunos incluyen en el profetizar la predicación; sin duda, la predicación tiene el propósito de edificar la fe, exhortar para cambiar en la buena dirección, y consolar a los afligidos mediante palabras de esperanza. Sin embargo, el contenido en su contexto tiene la función de ser una manifestación esporádica, no premeditada, guiada por el impulso del Espíritu en una circunstancia concreta.

En cuando a hablar en lenguas es obvio que la iglesia en Corinto lo practicaba con fruición, incluso con cierto desorden en los cultos, por ello el apóstol tiene que dar instrucciones para su correcto uso, nunca para su eliminación. Este tema que a muchos ha asustado a lo largo de los últimos años cuando surgió el movimiento pentecostal, en su justa medida es una ayuda maravillosa del Espiritu para la vida de oración personal, y cuando hay interprete en la congregación, para edificar a los hermanos. El texto no admite duda. El que habla en lenguas no habla a los hombres, sino a Dios; pues nadie le entiende, aunque por el Espíritu habla misterios… El que habla en lengua extraña, a sí mismo se edifica… Así que, quisiera que todos vosotros hablaseis en lenguas (14:2,4). Luego dice que debe hacerse con el debido orden; y que el propio apóstol habla en lenguas más que todos ellos (14:18). Sin duda, las lenguas no son para impresionar; y no todos que dicen hacerlo lo hacen debidamente, algunos repiten algunas palabras una y otra vez, pero se trata de una lengua, no un balbuceo repetitivo. Es un lenguaje que no pasa por la mente, sino que procede directamente del espíritu de la persona. Como dice en otro lugar: mi espíritu ora, pero mi entendimiento queda sin fruto (14:14). Y añade: Oraré con el espíritu, pero oraré también con el entendimiento; cantará con el espíritu, pero cantaré también con el entendimiento (14:15). Una vez más es necesario decir que el hecho de que haya quien mal usa estas manifestaciones del Espíritu no anulan la verdad de Dios. El que algunos lo lleven a extremos indeseados y pretendan hacer de hablar en lenguas un nivel superior de espiritualidad (absolutamente erróneo) no puede ser motivo para el rechazo; puesto que lo mismo podríamos hacer con cualquier otra verdad del evangelio. El libro de los Hechos abunda en ejemplos sobre esta práctica en la iglesia primitiva (Hch.2:4; 10:44-46; 11:15-18; 19:6). No puedo enfatizar lo suficiente la gran ayuda que significa en mi vida de oración personal y en la batalla espiritual (Ro.8:26,27) (Judas 1:20).

  1. La resurrección (15:1-58)

En los primeros versículos del capítulo 15 de esta carta encontramos un breve resumen de lo que es la esencia del evangelio: Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; fue sepultado y resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; y para dejar constancia de un hecho único y trascendente, que nadie ha podido repetir ni lo hará, se apareció a una diversidad de testigos, que mas tarde dieron testimonio de la verdad de la resurrección de Jesús. Pero esta parte esencial de la fe cristiana no iba a quedar sin su contra argumentación en forma de cizaña. Esta verdad esencial de la fe fue atacada desde el inicio, pero los apóstoles dieron testimonio con valentía y autoridad ante quienes quisieron negarla. Pablo dice que Jesús resucitado se apareció a Pedro, luego a los doce apóstoles, y a más de quinientos hermanos, entre los que debemos resaltar a muchas de las mujeres que estuvieron con él desde Galilea. A Corinto también llegaron los negadores de esta verdad esencial, por ello el apóstol expone ampliamente en este capítulo sus argumentos para rebatir el error. Un resumen sería este. El perdón de los pecados (15:17) se asienta en la obra completa de Jesús, su muerte y resurrección; si no hubiera sido así nuestra fe es vana, dignos de lástima. Además habríamos recibido un mensaje en boca de farsantes, un ataque directo a la credibilidad de los apóstoles que lo anunciaron. Si Cristo no ha resucitado, tampoco nosotros resucitaremos, con lo que se derriba todo el edificio construido en torno a la obra redentora. La justificación descansa sobre la muerte y resurrección de Jesús; el cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación (Ro.4:25). La nueva vida  en Cristo, el nuevo nacimiento y regeneración, tiene su fundamento en ella; puesto que la misericordia de Dios nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos (1 P.1:3).

Pero algunos preguntaban ¿Cómo resucitarán los muertos? ¿Con qué cuerpo vendrán? Pablo lo resume de la siguiente manera:

  • Se siembra en corrupción, resucitará en incorrupción.
  • Se siembra en deshonra, resucitará en gloria.
  • Se siembra en debilidad, resucitará en poder.
  • Se siembra un cuerpo animal, resucitará cuerpo espiritual.
  • Hay cuerpo terrenal (Adán) y cuerpo celestial (Cristo).

El cuerpo resucitado del Maestro anduvo durante cuarenta días con sus discípulos; comió con ellos, habló con ellos acerca del reino, traspasó las paredes cuando estaban reunidos por temor a los fariseos, y fue alzado ante sus ojos al cielo. Por tanto, tenemos un ejemplo vivo del cuerpo resucitado de Jesús en la tierra; un día los que somos de Cristo llevaremos un cuerpo como el suyo (Fil.3:20,21). Gloriosa esperanza. La muerte y su poder ha sido vencida (Heb.2:14,15); la inmortalidad ha salido a luz mediante el evangelio (2 Ti.1:9,10). Un día, el postrer enemigo del hombre, la muerte, será destruido para siempre (1 Co.15:26). Cuando este cuerpo corruptible se vista de incorrupción, y lo mortal se vista de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria (15:53-54).

  1. Las ofrendas (16:1-4)

Y culmina el apóstol de los gentiles su amplia exégesis en esta carta haciendo una breve referencia a las ofrendas, aunque será en su segunda carta a los corintios donde abundará en su contenido, por ello lo veremos en nuestro próximo estudio con más calma. La reseña que sí nos deja aquí es esta: Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas (16:2).

CONCLUSION

Por el contenido de esta carta sabemos que en la iglesia de los corintios se le presentaron al apóstol una diversidad de retos a los que tuvo que hacer frente, y que nos ha permitido conocer su exposición con las respuestas apostólicas. Recordemos la relación:

  • Divisiones entre los hermanos.
  • Falta de madurez y conocimiento espiritual.
  • No reconocían la autoridad apostólica de Pablo.
  • Problemas de fornicación.
  • Dar mal testimonio en los tribunales civiles.
  • Asuntos sobre el matrimonio.
  • Problemas con la comida sacrificada a los ídolos.
  • Idolatría.
  • Abusos en la santa cena.
  • Desordenes en los cultos.
  • Mal uso de los dones, especialmente el de lenguas.
  • Dudas sobre la resurrección.

Llama la atención que a pesar de la multitud de los problemas presentados en esta congregación, y sin dejar de hacerle frente con las soluciones oportunas, el texto no escatima en cuanto a la posición de los hermanos ante Dios. Pablo se dirige a la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados [separados] en Cristo Jesús, llamados a ser santos (1:2). Les dice sin titubeos que están en Cristo, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención (1:30). Añade más adelante que después de haber practicado todo tipo de pecados sexuales y de otra índole, ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios (6:11).

EFESIOS (6) - el misterio del evangelioPREGUNTAS Y REPASO.
  1. Haz un breve resumen de la ciudad de Corinto en los días de Pablo.
  1. Que peculiaridades destacarías de la iglesia de Corinto, así como la forma en que fue fundada.
  1. Según (1 Co.2:14-3:1) hay tres tipos de hombres, el natural, espiritual y carnal. Anota las características de cada uno de ellos.
  1. Anota dos textos sobre la idolatría y di que es exactamente.
  1. Destaca los puntos básicos de lo que es la santa cena.
  1. ¿Quiénes reciben dones del Espíritu? ¿Cuál es el propósito de los dones y los ministerios que Dios da a la iglesia?
  1. Que destacarías de la enseñanza de Pablo sobre la iglesia en (12:12-31).
  1. Haz un breve resumen de lo que es el amor, según el capitulo trece, con tus propias palabras.
Download PDF

Deja un comentario