Sal a pelear contra Amalec
Y Moisés dijo a Josué: Escógenos hombres, y sal a pelear contra Amalec. Mañana yo estaré sobre la cumbre del collado con la vara de Dios en mi mano (Éxodo 17:9 LBLA).
En ocasiones somos derrotados antes de salir a pelear. Hay una actitud pasiva en cierto tipo de cristianismo que mantiene una forma errada en cuanto a la guerra espiritual. También tenemos hoy en el lado opuesto iglesias que han llevado la guerra espiritual a extremos indeseados. Unos viven la vida cristiana como si el diablo no existiera, anegados por el humanismo y materialismo más ramplón; y otros, excitados por un desequilibrio que ve demonios en el mover de una hoja.
No podemos ignorar que la Biblia está llena de batalla. Hay una batalla en la vida del cristiano que no debemos evitar. Pablo le dijo a Timoteo: Pelea la buena batalla de la fe. Jesús dijo: Desde los días de Juan el Bautista el reino de los cielos sufre violencia, y lo violentos lo arrebatan (Mt.1 11:12). Nuestras armas no son carnales, sino poderosas en Dios para derribar fortalezas, y llevar cautivos los pensamientos altivos, y las vanas imaginaciones, a la obediencia de Cristo.
Amalec atacó a Israel en un momento de debilidad y descanso, lo hizo por la espalda, en la retaguardia, pero una vez que el pueblo se recompuso, Moisés (el hombre más manso de la tierra en aquellos días) dijo a Josué: Sal a pelear contra Amalec.
No podemos permitir a la simiente carnal que domine nuestros afectos y nos atrape en su espiral de pecado e inmundicia. Hay que salir a pelear. Moisés lo hizo en su lugar, en la cumbre del collado, por su parte Josué enfrentó cara a cara las bandas de asaltantes amalecitas. Dos dimensiones y ámbitos de la lucha. Una en «los aires», otra en la tierra. Nuestra lucha no es contra sangre ni carne, sino contra principados y potestades, contra huestes de maldad en las regiones celestes. Pero no todo es espiritual.
Vivimos en un mundo material y físico, por tanto, en muchas ocasiones deberemos complementar el ámbito espiritual con el desarrollo natural de las cosas. No somos gnósticos, somos hijos del reino, seres tripartitos, y necesitamos actuar en fe y con osadía en todas las esferas de nuestra vida. Siempre hay que complementar la acción con oración, nunca orar sin actuar, o actuar sin orar. Esta combinación nos enseña la batalla que Moisés y Josué presentaron a Amalec. Moisés tenía en su mano la vara de Dios, Josué tenía la espada, también de Dios. Vara y espada para derrotar a Amalec. Disciplinas espirituales junto con las acciones oportunas.
El pueblo que conoce a su Dios se esforzará y peleará. Amalec debe ser combatido y encarado para que no dañe nuestra retaguardia.
Me gustaría recibir meditaciones diarias para edificación, Bendiciones.