GRATITUD Y ALABANZA ( 29 ) – La gloria (es) de Dios ( 7 )

GRATITUD Y ALABANZA - 1La gloria (es) de Dios (7)

Entonces nacerá tu luz como el alba, y tu salvación se dejará ver pronto; e irá tu justicia delante de ti, y la gloria del Señor será tu retaguardia (Isaías 58:8).

La exclusividad de la gloria de Dios y, por tanto, su adoración única coloca al hombre en el propósito esencial del Creador: bendecirlo. Hay un solo camino para alcanzar la bendición de Dios y alejarnos de las maldiciones: adorarlo, rendirnos a su voluntad, obedecerle, amarle, servirle. Este es el mensaje de la Biblia desde el principio. Una vez culminada la caída del hombre, Dios, que paseaba con ellos en el huerto donde habían sido puestos (Génesis 3:8), desarrolló el plan para reconducir la situación al propósito inicial. Fuimos hechos para su gloria, creados a su semejanza para ejercer como mayordomos de la creación de Dios. El hombre y la mujer vagan por la tierra desde aquel día aciago cuando fueron echados de la presencia de Dios buscando descanso, y ese descanso solo llega cuando regresamos a nuestro Hacedor, al Creador, el que nos hizo con un propósito: adorarlo y servirlo solo a él.

El libro de Isaías vuelve a señalarnos el camino. Israel, escogido como el primogénito de Dios, se apartó también del propósito revelado a los padres de la nación; se alejaron del motivo de la ley dada a Moisés, por lo que salieron de Egipto. Recuerda que el mensaje para faraón era: deja salir a mí pueblo para que me sirva; y fueron llevados al monte Sinaí con el fin de que fueran una nación apartada del resto de las naciones para adorar al único Dios. En los días del profeta Isaías se habían alejado de ese plan, incluso las prácticas como el ayuno que pretendían hacerlo para el Señor, se había vuelto ajeno a la verdadera voluntad de Dios; este es el tema del capítulo que ahora meditamos.

El profeta les dice que una vez hayan ordenado el verdadero ayuno que Dios exige la consecuencia será lo que vemos en el texto que tenemos para meditar. En primer lugar la luz volverá a brillar en sus vidas; la salvación y todo su potencial se manifestará con claridad; la justicia irá delante de ellos formando parte esencial de su diario vivir; y finalmente dice: y la gloria de Jehová será tu retaguardia. La gloria de Dios es el refugio de Dios. Es el abrigo del Altísimo de los que moran a la sombra del Omnipotente; es nuestra esperanza y castillo (Salmo 91). Así fue cuando Israel salió de Egipto y al cruzar el mar Rojo fueron perseguidos por los carros de faraón. La gloria de Dios que los acompañaba en forma de nube por el día y fuego por la noche, los protegió de la destrucción del ejército enemigo. Adorar a Dios es nuestro refugio. Darle gracias es rodearnos de su bendición.

         El mensaje de la Escritura para que adoremos al único Dios, alejándonos de los ídolos, es nuestro mejor refugio contra nuestros enemigos.

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