254 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoEn las Cartas (V) – 1 y 2 Tesalonicenses (1)

Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él (1 Tesalonicenses 4:13,14)

         Antes de adentrarnos en el mensaje de las cartas a los tesalonicenses veamos algunos aspectos del reino que encontramos en pasajes anteriores. Se nos dice que el reino  no consiste en palabras, sino en poder (1 Co. 4:20). Los injustos no lo heredarán (1 Co. 6:9-11). Debemos recordar que la entrada al reino tiene lugar en el momento cuando somos trasladados de dominio, de la potestad de las tinieblas, al reino de su amado Hijo (Col.1:13), una vez que hemos sido redimidos mediante la obra del Mesías. Se inicia en este mundo para heredarlo más tarde en su manifestación en Jerusalén. Experimentamos, mediante el Espíritu, las primicias del poder y la naturaleza del reino de Dios en nuestros corazones, que tendrá su plenitud en la manifestación del Rey; porque cuando le veamos seremos semejantes a él (1 Jn.3:2); con un cuerpo glorificado semejante al suyo (Fil. 3:20,21).

Sin embargo, habrá personas en el reino mesiánico que aún estarán bajo el dominio del pecado y sus obras: fornicarios, idólatras, adúlteros, afeminados, ladrones, avaros, borrachos, maldicientes, estafadores; estos no heredarán el reino aunque vivan por un tiempo bajo su influencia en un periodo de paz y justicia universal; sin embargo, seguirán en su pecado y formarán parte del ejército que finalmente peleará contra el Señor y los suyos en la batalla final de las naciones contra Jerusalén.

Por otro lado están los que han sido lavados, santificados y justificados en el nombre del Señor (1 Co.6:9,10) (Gá. 5:21) (Ef. 5:5). Estos tendrán un cuerpo glorificado en los cuales no puede operar ya el pecado y la muerte, semejante al de Jesús, por eso dice el apóstol que la carne y la sangre (el viejo hombre carnal sometido al pecado y la muerte) no pueden heredar el reino (1 Co.15:50).

El contexto de este pasaje es la resurrección, por ello habla de quienes habrán resucitado en su venida, y quienes serán transformados a su semejanza. Sobre estos ya no tiene poder la muerte y su poder; como está escrito: la muerte segunda no tiene potestad sobre ellos (Ap. 20:6, 14; 21:8; 2:11). En el cuerpo glorificado a la semejanza del Mesías ya no operan la corrupción y la muerte, será inmortal y sin pecado (1 Co.15:50). Pablo abordará estas preguntas en sus cartas a los tesalonicenses que veremos.

         El reino mesiánico lo heredan los redimidos, aunque vivirán en él personas irredentas que tendrán ocasión de formar parte del pueblo de Dios.

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