GRATITUD Y ALABANZA ( 18 ) – Sacrificio de alabanza ( 13 )

GRATITUD Y ALABANZA - 1Sacrificios de alabanza y gratitud (13)

Te alabaré con todo mi corazón; delante de los dioses te cantaré salmos. Me postraré hacia tu santo templo, y alabaré tu nombre por tu misericordia y tu fidelidad; porque has engrandecido tu nombre, y tu palabra sobre todas las cosas (Salmos 138:1,2).

La adoración que enseña la Biblia viene como resultado de la salvación. Es para los redimidos del Señor. Nadie puede adorar a Dios en plenitud sin haber sido rescatado de la esclavitud. Podemos tener servicios religiosos, liturgia aprendida de memoria y repetida de forma rutinaria y disciplinada, pero no llegaremos al trono de Dios sin haber sido antes lavados por la sangre de Jesús y regenerados por el Espíritu de gracia. Podemos acercarnos en plena certidumbre de fe al lugar santísimo una vez que hemos sido recibidos como hijos, solo así podremos venir con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura (Hebreos 10:22).

La salvación precede a la adoración. Nada más salir de Egipto, cuando los carros de Faraón quedaron anegados en el Mar Rojo, y el pueblo de Israel pasó en seco al otro lado, la salvación y liberación de la esclavitud produjeron un cántico nuevo que nunca antes habían cantado. Entonces cantó Moisés y los hijos de Israel este cántico a YHVH; y dijeron: Cantaré yo a YHVH, porque se ha magnificado grandemente; ha echado en el mar al caballo y al jinete… Y María la profetisa, hermana de Aarón, tomó un pandero en su mano, y todas las mujeres salieron en pos de ella con panderos y danzas. Y María respondía: Cantad a Jehová, porque en extremo se ha engrandecido; ha echado en el mar al caballo y al jinete (Éxodo 15:1,20,21). Delante de los dioses de Egipto, —que habían sido derrotados—, Israel elevó su primera potente alabanza que resonó en el trono de Dios como un estruendo.

La palabra del pacto que Dios le dio a Abram se había cumplido. Entonces Jehová dijo a Abram: Ten por cierto que tu descendencia morará en tierra ajena, y será esclava allí, y será oprimida cuatrocientos años. Mas también a la nación a la cual servirán, juzgaré yo; y después de esto saldrán con gran riqueza (Génesis 15:13,14). La fidelidad y misericordia de Dios alcanzó a Israel que había engrandecido su nombre y su palabra —dada a Abram— sobre todas las cosas. Por ello dice el salmista: te alabaré con todo mi corazón. Lo haré delante de los dioses cantando salmos, y postrado hacia tu santo templo. Hoy somos templo del Espíritu para adorarle delante de las potestades de este mundo que han sido derrotadas en la cruz del Calvario.

         Los redimidos elevan su alabanza a Dios de todo corazón agradecidos por una salvación tan grande, engrandecida por su nombre y su palabra.

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