106 – Orando con el salmista

Orando con el salmista - PortadaEscudríñame, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis inquietudes. Y ve si hay en mí camino malo, y guíame en el camino eterno  (Salmos 139:23-24).

         Al final de este canto de la Omnipresencia y Omnisciencia de Dios sobre la vida humana, nos encontramos con la voluntad del hombre. Siempre difícil de conciliar ambas voluntades, la de Dios y la nuestra. La Escritura ha dejado abierta esta puerta. No veo una habitación hermética en ninguna de las dos posturas teológicas: calvinismo y arminianismo. Nuestro hombre, que ha expuesto con todo lujo de detalles el conocimiento exhaustivo de Dios sobre su vida y circunstancias, ahora termina con una oración al mismo Dios para que sea escudriñado, examinado, probado y guiado en el camino eterno. Es posible la desviación. Es necesaria la dirección. Existe, debe existir, una simbiosis entre la voluntad eterna de Dios y nuestra decisión libre de escoger su camino. Maria, madre de Jesús, nos da la combinación. Fue llamada por Dios. El ángel vino con el mensaje de su elección para ser portadora de la simiente de Abraham, pero el cielo quedó en suspenso esperando la respuesta de la joven judía. Ella dijo: Hágase conmigo, según tu palabra. En esa voluntad, divina y humana, se activó el plan redentor ordenado desde antes de la fundación del mundo. Otra Maria, la hermana de Lázaro, escogió la buena parte, la cual no le será quitada. Nuestra voluntad debe ajustarse, sujetarse, someterse, fundirse, con la voluntad de Dios. Esa combinación pone en marcha procesos eternos que se nos escapan en algunos de sus términos. De lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las enseñadas por el Espíritu, combinando pensamientos espirituales con palabras espirituales (1 Corintios 2:13). El salmista necesita ponerse voluntariamente bajo la mirada atenta, la prueba de sus inquietudes, y la dirección de Dios para recorrer el camino alcanzando la meta. Nosotros también.

         Padre, escudriña, prueba y guía nuestras vidas para que podamos realizar tu propósito en toda su amplitud. En el nombre de Jesús. Amén.

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