GRATITUD Y ALABANZA ( 28 ) – La gloria (es) de Dios ( 6 )

GRATITUD Y ALABANZA - 1La gloria (es) de Dios (6)

Así dice el Señor, el Rey de Israel, y su Redentor, el Señor de los ejércitos: Yo soy el primero y yo soy el último, y fuera de mí no hay Dios (Isaías 44:6 LBLA).

El celo del Señor por su gloria tiene un fundamento básico: no hay otro Dios fuera de Él. Por tanto, no comparte su gloria con nadie que pretenda elevarse  a su posición única. El Dios que revela la Escritura es único. Es el incomparable, no hay con quién compararle, por tanto, es imposible igualar su gloria. A la vez, cualquiera que pretenda rivalizar con Él se coloca en una posición de soberbia, altivez y rebelión que el Señor no tolerará. De tal forma que el querubín Lucifer lo intento y fue derribado al Seol, a lo más remoto del abismo (Isaías 14:15). Este ángel de luz, hijo de la mañana, pretendió levantar su propio trono y sentarse en el  monte de la asamblea, siendo semejante al Altísimo, esa elevación profana fue su perdición (Isaías 14:12-15). Sin posibilidad de redimir su pretensión, fue entregado al lago de fuego y azufre, preparado para él y quienes le acompañaron en su rebelión (Mateo 25:41).

Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que los arrojó al infierno, a prisiones de oscuridad (2 Pedro 2:4). Sin embargo, una sección de esos ángeles caídos mantiene hasta el día del juicio la posibilidad de ejercer dominio sobre los hijos de desobediencia, pueden inducir mediante la idolatría un culto falso en oposición al único Dios. Gran parte de los días del profeta Isaías los vivió en medio de una generación que había levantado esa falsa adoración, de ahí su mensaje clarificador sin ambages. Leamos. Yo, yo soy el Señor, y fuera de mí no hay salvación (Isaías 43:11). Yo soy el Señor, y no hay ningún otro; fuera de mí  no hay Dios… no hay ningún otro fuera de mí. Yo soy el Señor, y no hay otro (45:5,6). ¿No soy yo, el Señor? No hay más Dios que yo, un Dios justo y salvador; no hay ninguno fuera de mí. Volveos a mí y sed salvos, todos los términos de la tierra; porque yo soy Dios, y no hay ningún otro (45:21,22). Y un poco más adelante encontramos el mismo mensaje repetido y enfatizado: Acordaos de las cosas anteriores ya pasadas, porque yo soy Dios, y no hay otro; yo soy Dios, y no hay ninguno como yo… (46:9).

Este fue el mensaje inequívoco al pueblo de Israel cuando salió de Egipto. El monoteísmo exclusivo de un solo Dios le fue revelado a Israel por lo cual sufrió persecución como ninguna otra nación; porque todas las naciones tienen sus dioses, hechos a la semejanza de los hombres, pero YHVH, el YO SOY, el Eterno, fue revelado a la descendencia de Abraham para que recibiera adoración y gloria. Es la misma exclusividad del mensaje del apóstol Pablo: Hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres: Jesucristo Hombre, el cual reclama nuestra gratitud y alabanza.

         El Señor no comparte su gloria con esculturas ni dioses falsos.

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