71 – Orando con el salmista

Orando con el salmista - PortadaOh Señor, Dios de mi salvación. De día y de noche he clamado delante de ti. Llegue mi oración a tu presencia; inclina tu oído a mi clamor… Soy contado entre los que descienden a la fosa; he llegado a ser como hombre sin fuerza, abandonado entre los muertos; como los caídos a espada que yacen en el sepulcro, de quienes ya no te acuerdas, y que han sido arrancados de tu mano… (Salmos 88:1-5).

         Este salmo nos introduce en la noche oscura del alma. Nuestro hombre ha clamado delante del Señor, ha vivido en oración y buscado su presencia. Sin embargo, su experiencia actual es como los que descienden a la fosa, sin esperanza, no tiene fuerzas, está debilitado, se siente abandonado entre los muertos, solitario, ninguneado. Y lo peor de todo: piensa que el Señor ya no se acuerda de él, que ha sido arrancado de su mano, por tanto, el abatimiento es total. No hay en su lamento conciencia de haber pecado, de sufrir esta oscuridad como resultado de su iniquidad. ¿Cómo explicar entonces su situación? ¿A qué se puede deber una realidad tan lamentable? Ciertamente vivimos tiempos similares todos nosotros. No hay explicación. Un gran interrogante aparece en nuestra alma. Es tiempo de tinieblas. El salmista no decide abandonar, sino preguntar y esperar…

         Padre amado, hemos orado por Israel, y por nuestra nación, sin embargo, sentimos el abandono y la falta de fuerzas, seguiremos apelando a tu misericordia y el recuerdo del pacto, en Jesús. Amén.

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