Bautizados por el Espíritu en un cuerpo
Pues por un mismo Espíritu todos fuimos bautizados en un solo cuerpo, ya judíos o griegos, ya esclavos o libres, y a todos se nos dio a beber del mismo Espíritu (1 Corintios 12:13).
Por eso se nos dice en otro lugar que debemos guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz. A pesar de nuestra gran diversidad somos uno en el Espíritu. Esta unidad ha sido producida por el mismo Espíritu cuando nos sumergió en Él, hemos sido bautizados por el Espíritu en un cuerpo. Esa unidad tiene un fundamento: Jesucristo (1 Co.3:11), y se edifica sobre él con las verdades esenciales que de él emanan: «Hay un solo cuerpo y un solo Espíritu… una misma esperanza… un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un Dios y Padre de todos, que está sobre todos, por todos, y en todos» (Ef.4:4-6).
E inmediatamente el apóstol introduce en su enseñanza, una vez más, la parte que cada uno ha recibido de la plenitud de Cristo. «Pero a cada uno de nosotros se nos ha concedido la gracia conforme a la medida del don de Cristo» (Ef.4:7). Antes ha dicho que debemos «preservar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz» (Ef.4:3). Esa fue la oración sacerdotal de Jesús poco antes de ser entregado (Jn.17).
El bautismo del Espíritu en un cuerpo no lo realizamos nosotros, sino que es el Espíritu mismo quién produce este bautismo. La Escritura habla de diversos bautismos (Heb.6:2): en agua, en el Espíritu, en el cuerpo, también bautismo de sufrimiento. Ahora estamos hablando del bautismo en el cuerpo por el Espíritu. Aquí no hay intervención humana, debemos reconocer a aquellos que han sido bautizados en el mismo cuerpo, bajo las bases mencionadas, y tener comunión con ellos a pesar de las discrepancias que pudiera haber en formas y estilos.
Debemos reconocer lo que el Espíritu dice, lo que aprueba, aunque a nuestros ojos «denominacionales» pudiera parecer extraño. Fue lo que hicieron Pedro y quienes le acompañaron a casa de Cornelio. «Por tanto, si Dios les dio a ellos el mismo don que también nos dio a nosotros después de creer en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo para poder estorbar a Dios?» (Hch.11:17). Son los sellados por el Espíritu (Ef.1:13) después de haber escuchado el mensaje de la verdad, el evangelio de vuestra salvación, por tanto no estamos hablando de ecumenismo, sino del reconocimiento de aquellos que han sido bautizados por el Espíritu en el cuerpo del Mesías. Habrá mezclas, pero la verdad está clara en el Espíritu.
Hay un Espíritu, un cuerpo y muchos miembros diversos procedentes de todas las naciones que han bebido del mismo Espíritu.