261 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoEn Apocalipsis (II) – El León de la tribu de Judá

He aquí que el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar los siete sellos. Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra (Apocalipsis 5:5.6)

         Después de presentarse como el soberano de los reyes de la tierra, Jesús aparece en los capítulos 2 y 3 de esta revelación como la cabeza de la iglesia, el Señor que juzga, reprende y recompensa a los suyos. Rey y Cabeza. Luego se abre una puerta en los cielos para poder penetrar más allá del sol constatando la realidad del mundo espiritual, el lugar del trono de Dios, su majestad y gloria, los seres angelicales donde predomina la adoración al que está sentado en el trono y al Cordero.

Antes de seguir una reseña. Siempre me ha parecido un alarde desmesurado de interpretación bíblica sostener el arrebatamiento de la iglesia antes de la tribulación sobre este breve texto que encontramos en Apocalipsis 4:1. «Sube acá». El que penetró tras el velo fue el apóstol Juan para ver la revelación de Jesucristo en su gloria, así como los acontecimientos que tendrían lugar pronto. Y lo primero que llamó su atención fue el gran trono de Dios rodeado de adoración.

Y estando en ese lugar vio un libro sellado en la mano del que estaba sentado en el trono. Nadie podía abrir ese libro por lo que Juan «lloraba mucho, porque  no se había hallado a ninguno digno de abrir el libro, ni de leerlo, ni de mirarlo» (5:4).

Es llamativo que estando en la misma presencia de Dios el apóstol lloraba mucho. Pronto vino la consolación mediante el mensaje de uno de los ancianos que conocía la respuesta a semejante enigma: El León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro. Jesús es el que abre y ninguno cierra. En su mano están las llaves de la revelación.

Pongamos atención al hecho de que en el cielo se sigue hablando de la tribu de Judá, de donde procede el Mesías, reconocido como la raíz de David, entroncando con el mensaje de los profetas. El León, que también es Cordero, ha vencido. Venció como Cordero llevado al matadero. Se sujetó a padecimiento para hacer expiación por el pecado, vio linaje, el fruto de la aflicción de su alma, quedó satisfecho, y justificará a muchos (Is.53:7,10,11).

Ahora se presenta como León reinante que abre los sellos que dan inicio a los acontecimientos finales en la tierra. Es digno de adoración en el cielo y en la tierra. Es el Rey esperado. El León de la tribu de Judá, heredero de David.

         El Mesías reúne en sí mismo la expiación del Cordero y la fuerza del León reinante. Abre los sellos, las trompetas y las copas que liberan el fin.

Download PDF

Deja un comentario