Cómo Afrontar una decadencia encubierta (8)
Virgilio Zaballos.
RESPUESTA:
4. Tibieza en la iglesia de Laodicea (Apc.3:14-22)
El carácter de la iglesia de Laodicea es el paradigma de la iglesia que vive en decadencia encubierta. Piensa y dice que es rica y autosuficiente (3:17), pero no sabe que su situación real es miserable, pobre, ciega y desnuda (3:17). Como en el caso de la iglesia de Sardis: tienes nombre de que vives, y estás muerto (3:1). Esta es la decadencia encubierta.
La característica principal de la iglesia de Laodicea era su tibieza (3:14-16). Es lo que prevalece en muchas de nuestras iglesias hoy en Occidente. Veamos un breve desarrollo de la situación de la iglesia de Laodicea.
1. Su realidad espiritual.
El Señor conocía sus obras (3:15).
Tibieza (definición: poca decisión o radicalidad en las acciones) (3:15,16)
La tibieza provoca el vómito del Señor (3:16) (Lv.18:26-28).
Su forma de hablar: soy rico, me he enriquecido, de ninguna cosa tengo necesidad (autosuficiencia) (3:17).
La realidad espiritual: Tibieza, desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo (3:17)
2.- El consejo: reprensión e invitación del Señor a los laodicenses.
Comprar oro refinado en fuego (fe probada) (1 Pedro 1:7,9).
Vestiduras blancas para vestirte (vida de santidad) (Apc.3:4,5) apropiadas para entrar a las bodas (Mt.22:11-14); es el vestido de gloria para no estar desnudo; la justicia de Dios en Cristo.
Unge tus ojos con colirio para que veas (un ojo bueno, lleno de luz y revelación) (Lc.11:34).
La reprensión del Señor: disciplina a quienes ama (Heb.12:4-11).
Sé celoso y arrepiéntete (3:19).
Invitación a la cena de comunión con el Señor (3:20).
Los vencedores se sentarán en su trono, y reinarán con él (3:21).
Post Scriptum
La tibieza de la fe es uno de los grandes enemigos de la iglesia actual. El carácter de la iglesia de Laodicea encaja ampliamente con buen número de congregaciones del siglo XXI. La seducción, persuasión, hechicería, tolerancia, permisividad, indiferencia de nuestro siglo, plagado de relativismo moral, materialismo y consumismo, nos ha debilitado. Especialmente la fe sólida bien anclada en la verdad de la Escritura. La atmósfera espiritual global con su enfriamiento del amor verdadero por causa del aumento de la maldad nos ha introducido en un invierno de fe y vida.
Lo peor de todo es que no somos conscientes de ello. Seguimos creyendo y diciendo que no tenemos necesidad de nada, que somos autosuficientes, que estamos cargados de potencialidad y creatividad, por tanto, pensamos que somos ricos, mejor preparados que ninguna generación anterior; la soberbia nos puede. Las nuevas generaciones nacen en un mundo donde respiran desde su primer aliento arrogancia y ser el centro del universo. Los llamamos príncipes y princesas, que cuando crecen exigen su pequeño reino en forma de respuesta a todos sus caprichos, de lo contrario enfrentamos sus rabietas y desprecios sin saber que fuimos nosotros quienes los alimentamos durante años.
La realidad, sin embargo, camina por otros derroteros muy distintos. Las palabras del Señor a la iglesia estallan con realismo sobre el engaño de muchos corazones soberbios: «no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo». Desnudos de humildad y esfuerzo personal, desnudos de abnegación y capacidad de sufrimiento, y vestidos con pantalones rotos (que están de moda) todo un símbolo de una generación rasgada de valores y verdades que libertan de la necedad de nuestro malvado corazón.
La respuesta no es nueva. Sé, pues, celoso, y arrepiéntete. El Señor está a la puerta llamando para que regresemos a la casa que hemos abandonado como hijos pródigos aunque acumulemos cultos sin fin. El Padre sigue esperando la llegada de esta generación después de haber malgastado los recursos heredados y despilfarrados en una vida disoluta, despreciando el trabajo de quienes nos precedieron, somos herederos de un legado de fe y vida que hemos despreciado y necesitamos recuperar con humildad, aunque sea para trabajar como jornaleros en la casa del Padre.
Continuará…
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