No glorificaron a Dios – La generación de Noé (1)
Y el Señor vio que era mucha la maldad de los hombres en la tierra, y que toda intención de los pensamientos de su corazón era sólo hacer siempre el mal… Más Noé halló gracia… Noé andaba con Dios (Génesis 6:5,8,9 LBLA).
¡Que pronto degeneran las sociedades que han disfrutado un tiempo de prosperidad! Está escrito en el libro de Eclesiastés que las generaciones se suceden unas a otras y, sin embargo, no hay nada nuevo debajo del sol. Lo que fue, es; y aquello que será, ya ha sido. Los grupos humanos repetimos una y otra vez los mismos comportamientos cuando se dan las mismas circunstancias, con las honrosas excepciones del remanente fiel. Una vez que el pecado entró en el mundo a través del hombre, y por el pecado la muerte (Romanos 5:12), el deterioro moral y espiritual avanzó rápidamente, a pesar de que venían del huerto del Edén. Y ese deterioro, el aumento del mal, no pasó desapercibido en el cielo. El Señor vio que la maldad de los hombres era mucha en la tierra.
La seducción de las pasiones brotan en el interior como hongos después de una tarde de lluvia, y una vez subyugados concebimos una forma de vida pecaminosa con múltiples manifestaciones, que en su consumación engendra la muerte (Santiago 1:14,15). Este proceso en el interior de la persona tiene su progresivo desarrollo en la familia y la sociedad en la que vive, marcando el comportamiento de toda su generación.
La generación de Noé se corrompió muy pronto y a gran velocidad. Observemos que ese proceso degenerativo comenzó en la mente, sus pensamientos fueron atrapados en una espiral de desenfreno y violencia, de tal forma que la intención de los pensamientos de su corazón (de donde emana la vida) era hacer siempre el mal. Aquella generación descuidó ampliamente su vida mental. La Biblia nos enseña a renovarnos en el espíritu de nuestra mente, a no conformarnos al sistema de este mundo, sino a ser transformados mediante la renovación de nuestros pensamientos, para de esa forma llegar a conocer la voluntad de Dios. Cuando somos negligentes y abandonamos esta verdad los malos pensamientos nos invaden como un cáncer mortal hasta que destruyen el tejido social de toda una generación.
Este proceso degenerativo es el mismo que se está produciendo en nuestros días desde hace décadas. Hemos abandonado la palabra de Dios, sus pensamientos, por tanto, hemos sido penetrados y atrapados por el ajenjo, que en las Escrituras está vinculado al quebranto y la amargura por abandonar al Dios vivo y verdadero, sirviendo a otros dioses, dejando de glorificarle y darle gracias por todos sus beneficios (Deuteronomio 29:18).
Los procesos degenerativos de una sociedad o generación se aceleran mediante pensamientos malignos por abandonar los pensamientos de Dios.