296 – El reino mesiánico

El reino mesiánicoEventos principales (VI) – Resurrección y arrebatamiento

Pero en aquellos días, después de aquella tribulación… verán al Hijo del Hombre, que vendrá en las nubes con gran poder y gloria. Y entonces enviará sus ángeles, y juntará a sus escogidos de los cuatro vientos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo (Marcos 13:24-27) Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor (1 Tesalonicenses 4:16,17)

Resurrección y arrebatamiento o rapto de la iglesia

Si hay un tema que ha sido motivo de gran popularidad en diversos momentos del mensaje de algunos predicadores, ha sido, y es, el arrebatamiento de la iglesia. Hemos asistido perplejos a todo tipo de especulaciones y exposiciones que recuerdan más un guión cinematográfico de ciencia ficción que a la exposición seria del mensaje bíblico. Se han escrito gran variedad de libros sobre el tema, −incluso novelas− a cual más sensacionalista. Todo ello ha fijado una idea predominante en amplios sectores de la iglesia sobre la fantasía de cómo, cuándo y de qué manera se producirá el ansiado arrebatamiento.

Algunos han hecho de este acontecimiento piedra angular de su ortodoxia, de tal manera que se ha descalificado, −incluso dudado de la salvación−, de aquellos que no comulgan con su dogma sobre si el arrebatamiento se producirá antes, o después de la gran tribulación y la venida del Mesías.

La teología dispensacionalista recrea una venida invisible de Jesús antes de su aparición en Jerusalén, lo cual no aparece en ningún texto de la Escritura. De esa forma estaríamos ante tres venidas y no dos como se mencionan en la Biblia.

Siempre me ha sorprendido cómo algunos «exégetas» pueden ver en el breve texto de Apocalipsis 4:1 el arrebatamiento de la iglesia para salir de la gran tribulación mencionada supuestamente en los siguientes capítulos del mismo libro, cuando la iglesia ya no estaría en la tierra, sino en el cielo. El texto dice así: Después de esto miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo, dijo: Sube acá. No es posible sustentar buena parte de esa doctrina en un texto tan caprichosamente interpretado. Del texto mencionado solo puedo ver una voz que habla al apóstol Juan invitándole a subir al cielo para ver lo que a continuación se le revelará; no puedo ver en ello el arrebatamiento de toda la iglesia antes de la gran tribulación. Lo menciono como prueba de la debilidad de algunos argumentos para sostener todo un entramado escatológico que debe «cuadrar» con el esquema teológico previamente establecido.

Pero no nos perdamos en disquisiciones. Lo que se desprende de los textos que tenemos en la base de nuestra meditación es una sucesión de acontecimientos previos a la venida de Jesús a la tierra. Veamos. En Marcos 13 el Maestro enseña que, después de la tribulación de aquellos días finales verán al Hijo del Hombre viniendo en las nubes, y en ese momento también serán enviados ángeles para juntar a sus escogidos del extremo de la tierra al extremo del cielo. Serán finalmente sacados de la gran tribulación, previa a su venida, y en la que están presentes los hijos del reino, producida por la guerra mundial que hemos visto anunciada por los profetas y complementada en el libro de Apocalipsis, en el momento cuando hace aparición el Señor juntando a sus escogidos y siendo arrebatados para estar con él.

En el texto del apóstol Pablo en Tesalonicenses el orden es similar: viene el Señor anunciado al toque del shofar, o gran trompeta, se produce la resurrección de quienes nos han precedido en la fe y son de Cristo en su venida, y después de ello, observa, después, no antes, nosotros, los que vivimos, que habremos quedado hasta ese día, seremos arrebatados; no antes de la venida visible del Señor, sino en el mismo momento de ella, y como final de una serie de acontecimientos mundiales únicos –entre ellos la resurrección de los muertos en Cristo− que traerán el reino del Mesías a la tierra.

En el evangelio de Mateo capítulo 24 aparece la misma secuencia. Después de anunciar las señales del fin, con una gran diversidad de sucesos que producen una atmósfera mundial insoportable de presión sobre los escogidos de Dios, después de ello, dice Mateo: E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días… aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo… y verán al Hijo del Hombre viniendo… Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro (Mt.24: 29-31). Me recuerda el suceso que tuvo lugar en Sodoma antes de su destrucción. Fueron enviados los ángeles del Señor para librar al justo Lot y su casa de la destrucción repentina que tendría lugar.

El orden aproximado podemos resumirlo de la siguiente manera: tribulación extrema en el mundo con presión generalizada sobre los escogidos; derramamiento del Espíritu; evangelización mundial; mas oposición; la venida del Señor; la resurrección de los muertos; los escogidos son reunidos por los ángeles −arrebatamiento− para estar con el Señor y establecer el reino en Jerusalén. En cualquier caso, el rapto de los escogidos de Dios tendrá lugar al mismo tiempo que su venida, nunca antes de forma invisible evitando la conflagración mundial en la que estarán los hijos del reino intercediendo en favor del establecimiento del reino y su justicia sobre quienes han atribulado a su pueblo.

Así lo enseña el apóstol en su carta a los Tesalonicenses: Porque es justo delante de Dios pagar con tribulación a los que os atribulan, y a vosotros que sois atribulados, daros reposo con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder (2 Tes. 1:6,7). Observa. El reposo viene con la venida visible del Señor a la tierra, no antes.

Luego el autor detalla en el capítulo 2 de la misma carta algunos acontecimientos que tendrán lugar antes de la mencionada venida del Mesías. Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto, tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios (2 Tes.2:3,4). Estamos aquí ante un poder engañoso que puede incluso confundir a los escogidos de Dios. Como el Maestro enseñó en Mateo 24 y Marcos 13.

Su venida es posterior a una gran apostasía de la fe. Observa que en el mismo tiempo confluyen el derramamiento del Espíritu y el abandono de la fe de muchos. Ambos extremos se están produciendo, y lo harán aún más según nos acercamos a la parusía, en nuestros días.

Luego se menciona el hombre de pecado, el hijo de perdición, que se opone a Dios y pretende ocupar su lugar. Una manifestación clara de la naturaleza del querubín que quiso ser semejante al Altísimo y fue echado del cielo. Sigue con la misma estrategia en la tierra. Es otra figura que da para mucha especulación: el anticristo, aunque en este pasaje no se le llama así. Todas las generaciones de creyentes han identificado en su tiempo a algún personaje como el anticristo. En tiempos de la Reforma (siglo XVI) fue el papa de Roma. La relación ha sido imparable desde entonces. El apóstol Juan menciona muchos anticristos ya en el siglo I (1 Jn.2:18,22; 4:3) (2 Jn.1:7). El denominador común que tiene este personaje o espíritu (porque no está claro en la Escritura que sea una persona, un movimiento o una ideología, aunque en cualquier caso siempre estará representado por una persona o varias) es que se opone a Cristo, especialmente a su encarnación. Y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y éste es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo (1 Jn.4:2,3). Y añade el apóstol Juan que los que son de Dios lo han vencido, porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo (4:4).

Resumo diciendo que no se trata tanto de identificar físicamente la persona del anticristo, sino discernir el espíritu que opera tras él, y siempre lo hará con doctrinas de demonios y espíritus engañadores (1 Tim.4:1). En el texto de Pablo a Timoteo está unida la apostasía con escuchar a espíritus engañadores. Señalaría tres predominantes en nuestros días: el islam, la ideología de género, el humanismo laicista. Todos ellos niegan a Cristo. Se oponen a los mandamientos de Dios, su ley moral, y persiguen hasta la muerte a judíos y cristianos.

Luego Pablo habla en su carta a los Tesalonicenses del misterio de la iniquidad vomitando inmundicia en una manera desproporcionada, un aumento de la maldad, como dijo Jesús (Mt.24:12). Se manifestará el inicuo en plenitud, al cual el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida (2 Tes.2:8). Lo predominante de este inicuo es la mentira y su fuerza para engañar. Prodigios mentirosos… todo engaño de iniquidad… un poder engañoso… creer la mentira… no creyeron a la verdad… se complacieron en la injusticia (2 Tes.2:9-12). Aquí puedo ver también ideologías como el nazismo, comunismo, y los nacionalismos, convertidos en religión; un culto que suplanta a Dios en la adoración de la tierra, la lengua, la cultura y tradiciones humanas, como menciona Pablo en Romanos 1:18-32.

Por tanto, el día del Señor habrá una combinación de sucesos mundiales que desembocan en su venida y el establecimiento del reino mesiánico en Jerusalén. Hemos citado la restauración de Israel en su tierra, tribulación con múltiples manifestaciones, apostasía, manifestación del anticristo o su espíritu mediante doctrinas de demonios y corrientes ideológicas mundialmente aceptadas, el derramamiento del Espíritu Santo, guerra mundial focalizada en Israel, el juicio de Dios sobre las naciones, la resurrección de los muertos y la venida del Señor. Nos acercaremos en las últimas meditaciones al reino establecido sobre unas condiciones nunca vistas en la tierra. Sigamos hasta el final.

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