Ofrece a Dios sacrificio de acción de gracias, y cumple tus votos al Altísimo; e invócame en el día de la angustia; yo te libraré, y tú me honrarás (Salmos 50:14,15).
En medio de la necesidad que siempre rodea al ser humano, vivir con gratitud es el sacrificio predominante de los que han sido redimidos. No olvides ninguno de sus beneficios. El hombre natural y carnal está orientado a la queja, el egoísmo y la insatisfacción. El hijo de Dios vive con gratitud, cumple con fidelidad su responsabilidad en todas las áreas de su vida, y en los días de angustia invoca a su Dios. La promesa es ser librado, y darle honra y honor a Aquel que con generosidad nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos. La gratitud alegra el rostro. Sed agradecidos honra a Dios. La acción de gracias ahuyenta de nuestra alma la búsqueda de culpables en los días malos. Se orienta hacia el trono de gracia para invocar el nombre que es sobre todo nombre. En esa invocación está nuestra salvación.
Gracias, Padre amado, por todos tus beneficios. Te agradecemos tu bondad para con los hijos de los hombres, en el maravilloso Nombre de Jesús.