GRATITUD Y ALABANZA (42) – No glorificaron a Dios – Los amigos de Job

GRATITUD Y ALABANZA - 1No glorificaron a Dios – Los amigos de Job

YHVH dijo a Elifaz temanita: Mi ira se encendió contra ti y tus dos compañeros; porque no habéis hablado de mí lo recto, como mi siervo Job… por cuanto no habéis hablado de mí con rectitud, como mi siervo Job (Job 42:8,9).

Nuestras palabras nos justifican o condenan (Mateo 12:37). Podemos dar gloria a Dios o negarlo. Con una misma boca bendecimos a Dios y maldecimos a los hombres que están hechos a su semejanza (Santiago 3:9). Hay vida y muerte en nuestra lengua (Proverbios 18:21). Hablar la verdad acerca de Dios le glorifica, sin embargo, la mentira le deshonra. Este fue el pecado de los amigos de Job. No hablaron lo recto de la naturaleza y el carácter del Eterno. Podemos tener buenas intenciones queriendo justificar a Dios en algunos de nuestros argumentos pero si no se corresponden con su voluntad y propósito estamos constituyéndonos en portavoces fraudulentos.

Los profetas y maestros falsos hablaron de parte de Dios pero Él no los había enviado. No estuvieron en el secreto del consejo celestial, por tanto, hablaban visiones de su propio corazón (Jeremías 23:16-22). Ese fue también el error de los amigos de Job que no glorificó a Dios. La base de sus argumentos giraba sobre la certeza de que Job había pecado mereciendo el castigo de sus padecimientos por la iniquidad de su vida (Job 11:6,14; 20:29; 22:5). Sin embargo, el texto bíblico dice que era un hombre íntegro, temeroso de Dios y apartado del mal; no había otro como él en toda la tierra (1:1,8). Sobre esta persona emitieron su juicio Elifaz, Bildad y Zofar argumentando con simplismo que el motivo de sus males era el pecado en su vida, ignorando la realidad espiritual en los lugares celestiales.

Muchos de nosotros podemos cometer el mismo error cuando hablamos sin tino sobre situaciones complejas que no entendemos. «Algo malo habrá hecho» decían los vecinos de los etarras cuando los terroristas vascos mataban con saña a muchos de sus vecinos. Estos argumentos pueden atraer el juicio de Dios, por tanto, hablemos bajo el temor del Señor, especialmente cuando nos erigimos en sus portavoces. Cuando nos hacemos maestros, sin serlo, recibiremos mayor condenación (Santiago 3:1).

Job dijo muchas incoherencias desvariando en muchos de sus razonamientos en medio del sufrimiento, incluso maldijo el día de su nacimiento, como podemos hacerlo nosotros cuando vivimos experiencias traumáticas sin entender los motivos. Job fue tratado como un impío por sus amigos y vecinos, maltratado injustamente, sin embargo, a los ojos de Dios no habían hablado con rectitud. Finalmente, el antiguo patriarca tuvo que orar por ellos para que fueran restaurados (42:7,8); y su propia aflicción acabó después de la oración por sus amigos (42:10).

          El temor de Dios nos protege del error cuando hablamos en su nombre.

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