66 – Orando con el salmista

Orando con el salmista - PortadaLlegue a tu presencia el gemido del cautivo; conforme a la grandeza de tu poder preserva a los condenados a muerte… Y nosotros, pueblo tuyo y ovejas de tu prado, te daremos gracias para siempre…   (Salmos 79:11,13).

         Una nación floreciente puede sufrir un deterioro fulminante que la conduzca a cautividad. Cautivos de sus propias codicias. Cautivos de la avaricia del dinero. Cautivos de turbas de hombres perversos y malos que solo buscan su destrucción. Cautivos de idealismos con apariencia de piedad pero sometidos a intereses espurios. Y la peor de las cautividades, la soberbia de ignorar su situación de preso endureciéndose en el error. Nuestro hombre dirige su gemido de cautivo a la presencia de Dios, confía en la grandeza de su poder para librar a los condenados a muerte. Conoce su identidad de pueblo redimido de Egipto, aunque han vuelto a ser esclavos. Confía en el pacto, la palabra dada del Eterno para regresar a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. El pueblo redimido puede volver a vivir atrapado en los esquemas de este mundo, necesitando volver a recuperar su libertad, mediante el gemido del cautivo, y proseguir con acción de gracias y alabanza a Dios.

         Padre, gemimos por Israel, y nuestra propia nación. Líbranos de toda cautividad para que podamos darte gracias para siempre. Amén.

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