El Mesías recibido (9)
Mientras él decía estas cosas, una mujer de entre la multitud levantó la voz… Y apiñándose las multitudes, comenzó a decir… En esto, juntándose por millares la multitud, tanto que unos a otros se atropellaban… (Lucas 11:27,29; 12:1)
Una y otra vez encontramos a Jesús en los evangelios rodeado de multitudes. Es interesante notar cómo las personas expresaban en voz alta sus comentarios, poniendo de relieve una sociedad participativa, extrovertida y con libertad para manifestar sus opiniones sin rubor. En el primero de los casos que quiero comentar es una mujer la que alza su voz para decirle: bienaventurado el vientre que te trajo, y los senos que mamaste. Un vocabulario muy natural alejado de la imagen religiosa que se proyecta en muchos ámbitos cristianos. El Maestro y Mesías no se molesta por ellos, aunque siempre aprovecha la oportunidad para enseñar a las multitudes que le rodean: Antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan.
A continuación la multitud se apiña en torno al él, tal vez percibiendo la irradiación de la gloria de Dios que manifestaba su presencia, queriendo obtener las bendiciones del Eterno sin atender al estado de sus propios corazones. El Señor los encara con su propia realidad, diciendo: Esta generación es mala… No parece impresionarle el seguimiento masivo que hacían las gentes de su liderazgo; tampoco está dispuesto a sacar provecho personal, le mueve la verdad que enfrentaba el estado espiritual de aquella generación. Y era mala porque buscaban señales que confirmaran sus conceptos preconcebidos acerca de cómo debía manifestarse el Mesías según sus criterios. Estas actitudes se repiten hoy de la misma manera.
Muchos se acercan a Jesús con ideas prefabricadas queriendo encontrar en él lo que de antemano piensan sobre su persona. Jesús se escapa una y otra vez de estas artimañas. Luego vuelve la multitud a juntarse por millares, de tal forma que unos a otros se atropellaban (12:1). Querían aprovechar aquel momento «mágico» que viven en torno a las impresionantes manifestaciones del poder de Dios en la vida del Hijo del Hombre. También ocurre hoy con ciertos liderazgos que se ponen de moda por un tiempo y las multitudes se arremolinan en torno a ellos. Jesús, ajeno al interés por una imagen políticamente correcta, dice a sus discípulos delante de las multitudes: Guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía. Y cuando una persona entre la multitud pretendía aprovechar la ocasión para conseguir parte de la herencia de su hermano el Maestro elude la mediación y aprovecha para enseñar sobre los peligros de la avaricia (12:13,14).
Jesús aparece una y otra vez en los evangelios rodeado de multitudes.