Amalec pelea contra Israel
Entonces vino Amalec y peleó contra Israel en Refidim (Éxodo 17:8 LBLA).
Amalec significa «belicoso» o «pueblo que lame». La violencia, el robo, los asaltos y la traición están en su ADN. El carácter de este pueblo se distingue por asaltar de improviso al pueblo de Dios, en momentos de gran debilidad, para saquear su herencia. Está orientado al saqueo más que a la edificación de su propio pueblo. Se mueve en bandas de salteadores buscando la espalda de sus víctimas para hacer el mayor daño posible.
El cristiano experimenta en ocasiones estos asaltos de forma súbita que le roban las fuerzas espirituales para resistir al diablo. Por momentos queda atrapado en la vieja naturaleza pecaminosa que neutraliza el potencial de la nueva vida. Lo vemos de forma analógica en el pasaje que tenemos para meditar.
Israel ha salido de Egipto, ha cruzado el Mar Rojo, ha superado las primeras murmuraciones por la aflicción del desierto, ha recibido el maná del cielo y agua de la roca, pero ahora, de forma repentina, aparece un enemigo de improvisto para atacarle en Refidim. Refidim significa «espacios», «camas» (lugares de descanso), o «sostén» y «soporte».
Cuando parece que ha llegado el tiempo de calma, en los momentos cuando nos relajamos creyendo que el peligro ha pasado, y podemos disfrutar de un merecido descanso, aparece Amalec para pelear y destruir. Acuérdate de lo que te hizo Amalec en el camino cuando saliste de Egipto, como te salió al encuentro en el camino, y atacó entre los tuyos a todos los agotados en tu retaguardia cuando estabas fatigado y cansado; y él no temió a Dios (Dt. 25:17-18). Este es el carácter de Amalec. Atacar al pueblo de Dios cuando está cansado, y lo hace por la retaguardia, sin dar la cara, sin una lucha abierta, si no escondida, a traición, y en los momentos de máxima debilidad.
Las obras de la carne tienen el mismo potencial destructivo. No hay tregua. Hemos recibido un llamamiento a velar y orar para no caer en tentación. A la verdad el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil. Vestíos de toda la armadura de Dios para que podáis estar firmes contra todas las asechanzas del diablo.
Los que estaban con Nehemías en tiempos de la restauración de la muralla de Jerusalén, con una mano empuñaban la pala y con la otra la espada. El rey David, un día que se quedó solo, sin ir a la batalla, una banda de amalecitas en forma de lujuria de la carne se abalanzó sobre él y no pudo neutralizarla. El diablo ha venido a matar, robar y destruir. El pueblo de Dios que ignora sus maquinaciones será presa de sus ardides.
Tenemos un enemigo que no podemos ignorar, ni siquiera en los tiempos de descanso. Amalec permanece al acecho para pelar contra Israel.