El cansancio en la batalla
Pero las manos de Moisés se le cansaban. Entonces tomaron una piedra y la pusieron debajo de él, y se sentó en ella; y Aarón y Hur le sostenían las manos, uno de un lado y otro del otro. Así estuvieron sus manos firmes hasta que se puso el sol (Éxodo 17:12 LBLA).
No hay nada más natural que el cansancio. Moisés se cansó en medio de la batalla. Jesús también se cansó y se sentó al lado del pozo de Sicar. El cansancio puede ser de diversos tipos. Hay cansancio físico, mental, del ánimo, de la voluntad, de los sentimientos, el cansancio moral en medio de la injusticia, y el cansancio espiritual. El hombre está sometido a resistencia y prueba en cada una de las áreas que componen su ser.
Los justos están sometidos a la prueba de cansarse por mantener la justicia en medio de un mundo impío. Muchos no resisten la presión y abandonan. La Escritura nos muestra ejemplos diversos de esta verdad. El salmista del Salmo 73 casi estuvo a punto de caer en la trampa, viendo prosperar a los impíos, y su vida, sujeta al temor de Dios, vapuleada por las circunstancias. Jeremías quiso abandonar, porque cada vez que hablaba de parte de Dios se burlaban de él, y llegó a la conclusión que no hablaría más en su nombre; pero hubo un fuego ardiente dentro de él que se lo impidió, luego el Eterno se levantó en su vida como Poderoso gigante.
La estrechez, en diversos ámbitos de la vida, pone a prueba la firmeza de nuestra fe. Dios la prueba. Algunos, en el momento de la prueba abandonan, otros, la superan y llegan a dar fruto que honra a Dios. Pablo dijo a los gálatas: No os canséis de hacer el bien, porque a su tiempo segaremos sino desmayamos (Gá. 6:9). Debemos resistir el día malo vestidos de toda la armadura de Dios.
Moisés se cansó y necesitó la ayuda de sus compañeros en la lucha: Aarón y Hur. Cordón de tres dobleces no se rompe fácilmente. Somos parte de un mismo cuerpo y nos necesitamos los unos a los otros, para estimularnos al amor y a las buenas obras. Cuando uno cae, el otro lo levanta. Consideremos a aquel que soportó tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar. Porque aún no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado (Heb.12:3,4).
Es normal cansarse en medio de la batalla, pero Dios ha provisto compañeros que nos ayuden a mantener la lucha por la verdad y la justicia. Moisés, con Aarón y Hur, mantuvo sus manos firmes hasta que se puso el sol y Josué deshizo a Amalec.
El cansancio no es motivo para abandonar la batalla; Dios renueva nuestras fuerzas en la firmeza de la fe, la oración y la verdad.