11 – LA REDENCIÓN – Justificados por su gracia (II)

La locura de la cruzJustificados por su gracia (II)

Siendo justificados gratuitamente por su gracia por medio de la redención que es en Cristo Jesús  (Romanos 3:24 LBLA)

Debemos distinguir entre la redención realizada y la justificación aplicada. La redención fue realizada únicamente por Jesús, su obra es única, ninguna religión puede añadir un ápice a la consumación de la obra de Jesús. La redención fue realizada por el Mesías. Es el Redentor. No podemos ser redimidos con oro o plata, tampoco con títulos o nombramientos diversos, aunque seamos de una familia de rango abolengo, ni nuestras obras realizadas con la mejor de las intenciones pueden añadir un codo a la obra perfecta y acabada del Hijo de Dios.

Parece evidente, pero la historia de la iglesia está llena de intentos por echar agua, o mezclarla con disolventes para obtener méritos en la obra que solo pertenece a la divinidad. Dios no acepta otra cosa para redimir al hombre que la sangre derramada en la cruz del Calvario. La salvación pertenece a nuestro Dios (Apc.7:10). No hay intervención humana en ella, no puede haber brazo de carne que sostenga una salvación tan grande. Es de Dios. La gloria es de Dios. La justicia es de Dios. Su naturaleza y carácter está en juego. No comparte su gloria.

Ahora bien, de esa salvación o redención, cuelga —como diríamos en términos informáticos— la justificación que es aplicada al hombre de fe, mediante la gracia de Dios. La justificación se puede aplicar al hombre caído cuando la acepta por fe, y aquí sí hay intervención humana, entra en juego nuestra voluntad para recibir o rechazar. La redención es obra de Dios, Dios estaba en Cristo, reconciliando al hombre consigo mismo. La justificación se aplica a todo aquel que recibe la abundancia de la gracia y del don de la justicia.

Aquí tenemos la combinación: Dios redime, el hombre es justificado. La voluntad de Dios ejecuta la obra en la persona del Hijo; la voluntad del hombre recibe por fe, o rechaza por incredulidad, dureza de corazón o porque el sistema religioso al que pertenece ha ocupado el lugar de la salvación. Porque por gracia habéis sido salvados por medio de la fe, y esto no de vosotros, sino que es don de Dios (Ef.2:8).

Todas las religiones, en mayor o menor medida, pretenden mezclar la obra de redención con sus propias obras; es abominación a Dios. La revelación del Espíritu manifiesta la obra de Jesús y nos conduce al arrepentimiento y la fe para recibir por gracia el don de Dios.

         La justificación por la fe es una verdad revelada que nos coloca en actitud de recibir o rechazar, pero nunca de realizar. Jesús lo ha hecho posible.

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