Dones y llamamiento de Dios irrevocables
En cuanto al evangelio, son enemigos por causa de vosotros; pero en cuanto a la elección de Dios, son amados por causa de los padres; porque los dones y el llamamiento de Dios son irrevocables (Romanos 11:28-29).
Los dones —o carismas— y el llamamiento de Dios pertenecen a la soberanía de Dios. Son irrevocables. No se pueden revocar, por eso vemos a ciertos pastores que aunque sabemos viven en pecado aún actúan en ellos los dones que recibieron. Esto nos confunde, por eso Jesús enseñó que «por su frutos los conoceréis». El rey Saúl profetizó, es decir, se movió en los dones, aún cuando vivía en desobediencia a Dios y ya había sido desechado por el Señor (1 Sam. 19:23-24). También nos ha confundido que el pueblo judío, a pesar de ser enemigos del evangelio en muchos casos, siguen siendo amados por Dios por la elección soberana hecha a los padres Abraham, Isaac y Jacob. Esto no quiere decir que por ser judíos tienen un tratamiento especial, el llamamiento es como pueblo, como tal sigue siendo el pueblo de Dios y se mantienen los dones y el llamamiento recibido con todo lo dicho por los profetas, pero los rebeldes y contumaces serán juzgados y condenados. Lo mismo con algunos que comenzaron bien la carrera pero en algún momento se desviaron convirtiéndose en lobos rapaces que destruyen el rebaño.
Dicho esto, (sabiendo que el tema es mucho más complejo de lo que puedo abordar aquí), lo que quiero puntualizar es que los dones de Dios están ligados al llamamiento para una función. Esos dones forman parte de la operación soberana de Dios en el corazón de la persona elegida, son irrevocables, seguirán actuando aún cuando la persona pueda haberse apartado de la verdad y andar en caminos errados. Muchos se aprovechan de los dones recibidos para seguir influyendo sobre masas de creyentes que les siguen sin discernir el espíritu del error. Incluso en la vida de Balaán, (ejemplo de falso profeta y ambición personal), el Señor permitió que profetizara correctamente sobre Israel, aunque su camino era de rebelión por cuanto desobedeció a Dios en su primera y verdadera respuesta para no ir a ver a Balac (Num.22:9-12 y 24:1-2).
Muchos dirán, Señor, en tu nombre echamos fuera demonios… (operaron los dones de Dios en sus vidas), pero él les dijo, apartaros de mí hacedores de maldad». Los dones no son garantía que Dios confirma lo que hacemos, es la obediencia a su voluntad lo que confirma nuestro llamamiento.
Los dones y el llamamiento van juntos, pero lo que confirma o no la verdad de nuestro servicio es la obediencia a Dios y el fruto del Espíritu.