HOMBRES DE VERDAD (21) – Hace obra de evangelista

Hombres de verdadHOMBRES DE VERDAD – Hace obra de evangelista

Pero tú… haz el trabajo de un evangelista… (Haz obra de evangelista RV60)  (2 Timoteo 4:5).

Recordemos el contexto para situarnos. Arranquemos desde el capítulo cuatro. Pablo está hablando a su mejor discípulo. Le apela para que predique la palabra porque vendrá un tiempo cuando no soportarán la sana doctrina, por tanto, predicar el evangelio contiene doctrina. Debe ser sobrio, sufrir las penalidades que conllevan el servicio y hacer la obra de evangelista. Se lo encomienda a Timoteo, que tiene un carácter contrario al de los hombres impíos de los últimos tiempos. Por tanto, predicar el evangelio, —hacer obra de evangelista— no es para cualquiera. Debe ser un hombre de Dios, con un carácter apropiado a la misión encomendada.

A veces pensamos que la obra de evangelización es tarea de jóvenes. Tienen empuje, pueden atraer a otros jóvenes, son creativos, inhibidos y entusiastas. Todo ello muy bueno, pero no es suficiente. Pablo encarga a su mejor discípulo predicar el evangelio. Nosotros a veces lo hacemos a jóvenes sin la madurez necesaria para afrontar la batalla que significa entrar en el reino de las tinieblas. Pablo habla de padecer al hacerlo, nosotros –en muchos casos− de divertirnos o como una actividad veraniega.

Pensemos en el mensaje. ¿Qué predicamos cuando salimos a las calles a evangelizar? ¿El evangelio de Dios o alguna experiencia emocional y placentera? No estoy tratando de echar por tierra los esfuerzos evangelísticos de muchas iglesias, ni el esfuerzo valiente de muchos jóvenes creyentes. Quiero que pensemos lo que significa predicar el evangelio. Que lo hagamos desde la perspectiva del apóstol de los gentiles y el encargo que le hace a su mejor discípulo. El apóstol Pablo une en un solo texto lo siguiente: sobriedad, sufrir penalidades, hacer el trabajo de evangelista y cumplir con el ministerio. Todo en el mismo paquete. Desarrollar el ministerio requiere llamamiento, aprendizaje, discipulado.

Preguntémonos: ¿Qué evangelio estamos predicando? ¿A quién lo estamos encomendando? Nuestro texto se dirige a Timoteo, instruido en la escuela de Pablo. Ahora le toca continuar la obra. Predicar el mismo mensaje. Seguir su conducta, propósito, fe, paciencia, amor, perseverancia, persecuciones y sufrimientos (2 Timoteo 3:10, 11). A este Timoteo se le dice: «haz el trabajo de un evangelista».

         El hombre de verdad hace obra de evangelista. Predica el evangelio.

Para profundizar en este tema puedes ver el capítulo “El evangelio” de mi libro Conceptos Errados en este enlace. http://www.dci.org.uk/zipped/conceptos-evangelio.pdf

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