GRATITUD Y ALABANZA (59) – No glorificaron a Dios – Corazín y Betsaida

GRATITUD Y ALABANZA - 1No glorificaron a Dios – Corazín y Betsaida

¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en vosotras, tiempo ha que se hubieran arrepentido en cilicio y en ceniza. Por tanto, os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para Tiro y para Sidón, que para vosotras (Mateo 11:21,22).

Después del paréntesis que hemos hecho observando el ejemplo del profeta Daniel, sigamos nuestra andadura mirando el comportamiento de algunas otras ciudades, en este caso en el Nuevo Testamento. Las ciudades tienen carácter. Hay peculiaridades propias que identifican a una sociedad. Ya hemos visto algunos ejemplos. En este caso queremos pararnos en algunas de las ciudades que aparecen en los evangelios donde Jesús realizó una buena parte de su ministerio. Corazín y Betsaida estaban situadas en la región de Galilea, al norte de Jerusalén.

Hago un paréntesis para reseñar una práctica habitual que observo en la mayoría de los comentaristas bíblicos cuando se refieren a la geografía de Israel en tiempos de Jesús, lo hacen con el nombre de «Palestina» en lugar de referirse a Judea, Samaria, Galilea, o en sentido general la tierra de Israel. Este término no existía en tiempos de Jesús. Vino años después, como resultado de la rebelión de Bar Kogba, hacia el año 135 d.C. cuando el emperador Adriano, queriendo erradicar todo vestigio judío con la tierra de Israel le cambió el nombre por Siria Palestina, haciendo referencia a los antiguos moradores filisteos (Palestina significa tierra de filisteos) que ya no existían, y que los actuales árabes de la zona han recuperado para dar nombre a su estado ficticio.

Dicho esto sigamos con las dos ciudades de Galilea que queremos estudiar. Ambas estaban al norte del lago Tiberiades o mar de Galilea. Muy cercanas una de la otra, al lado también de Capernaún. En estas ciudades comenzó Jesús su ministerio público. En ellas hizo muchos de sus milagros. Betsaida era la ciudad de varios de sus discípulos: Felipe, Andrés y Pedro (Jn. 1:44). Fue aquí donde tuvo lugar el milagro de la multiplicación de los panes y los peces. También fue donde Jesús anduvo sobre las aguas, calmando la tempestad (Mr.6:44-52) (Lc.9:10-17). Y fue en esta misma ciudad donde Jesús sanó a un ciego escupiendo en sus ojos (Mr.8:22-26). Milagros extraordinarios que pocas ciudades tuvieron oportunidad de ver, y sin embargo, la dureza de sus corazones impidió su arrepentimiento general. Lo que nos lleva a concluir que los milagros no son garantía de conversión, aunque sí lo fuera en lugares como Lida y Sarón (Hch.9:32-35); o en Jope tras la resurrección de Dorcas (Hch.9:36-42). No así en Betsaida.

         La ingratitud de algunas ciudades agrava el juicio sobre ellas.

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