20 – LA CAÍDA (Final) – Echados del paraíso

La caídaEchados del paraíso como Lucifer del cielo

Y el Señor Dios lo echó del huerto del Edén, para que labrara la tierra de la cual fue tomado  (Génesis 3:23)

Las condiciones de vida del hombre en la tierra sufrieron una transformación inevitable. El pecado nos echa fuera de la presencia de Dios. Lucifer fue arrojado del cielo por su rebelión contra Dios. El hombre fue expulsado de Edén a causa de la misma naturaleza de rebelión a la voluntad divina. Se había reproducido la transgresión celestial en el ámbito terrenal. Con una diferencia. Para el hombre hubo un camino de redención para recuperar la gloria perdida; sin embargo, para Lucifer no hubo posibilidad de regresar a la posición abandonada.

No hay redención para Satanás y sus ángeles caídos. Y a los ángeles que no conservaron su señorío original, sino que abandonaron su morada legítima, los ha guardado en prisiones eternas, bajo tinieblas para el juicio del gran día (Judas 6). Dios no perdonó a los ángeles cuando pecaron, sino que los arrojó al infierno y los entregó a fosos de tinieblas, reservados para juicio (2 Pedro 2:4). El autor a los Hebreos dice: Porque ciertamente no socorrió a los ángeles, sino que socorrió a la descendencia de Abraham (Hebreos 2:16).

La voluntad soberana de Dios así lo ha querido. De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo Unigénito…. A Dios le ha placido daros el reino. Alto es, no lo puedo comprender (Salmos 139:6). En este momento podríamos volver a preguntarnos: ¿Qué es el hombre para que de él te acuerdes?

El camino de vuelta al paraíso perdido será un proceso gradual. Un recorrido revelado en las Escrituras como mensaje central. En Génesis el hombre fue alejado del árbol de la vida para que no tomara de él y viviera en pecado para siempre. En Apocalipsis volvemos a reencontrarnos con el mismo árbol. El camino de regreso ha sido abierto a través del Mesías. Como está escrito: Yo soy el camino (Jn.14:6).

Por otra parte, el vacío del hombre desde la pérdida del propósito original de Dios, hasta reencontrarse con su destino eterno, viene a ser y estar lleno de insatisfacción y frustración. La búsqueda para llenarlo le llevará a inventar todo tipo de religiones que alivien su impotencia y amortigüen su caída.

El hombre ha quedado a merced del príncipe de la potestad del aire, el espíritu que opera en los hijos de desobediencia. La simiente de la mujer, (que ya ha venido en la persona del Mesías de Israel),  se ha encarnado, muestra el camino de regreso, liberta al hombre de la naturaleza caída de pecado, ha vencido a la simiente de la serpiente, y viste de nuevo al hombre regenerado para llevarlo de vuelta al paraíso perdido.

         La pérdida del Edén introdujo al hombre en una tierra hostil que debía trabajar hasta encontrar el camino de vuelta al hogar perdido.

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