57 – Orando con el salmista

Orando con el salmista - PortadaViva vuestro corazón, los que buscáis a Dios. Porque el Señor oye a los necesitados, y no menosprecia a los suyos que están presos (Salmos 69:32,33).

         Saber que somos de Dios no nos libra de ciertas prisiones. La Biblia está llena de esta verdad. En ocasiones la cárcel, −física o mental−, forma parte de la vida del discípulo. Una vez más, ni la prisión, ni el pozo, ni el desierto, ni estar rodeados de enemigos que desprecian nuestras vidas y buscan hacer daño, pueden impedir que nuestro corazón viva. Que de todo corazón busquemos al Señor, porque El oye a los necesitados, y no menosprecia a los suyos que están presos. Acordaos de los presos, como si estuvierais presos con ellos (Hebreos 13:3). En este mismo momento hay infinidad de presos, −en muchas naciones−,  que tienen la fe en el Eterno Dios. Algunos en cárceles físicas, otros en mazmorras de temor, incertidumbre, inseguridad, enfermedades o ruptura familiar. Todos ellos, que son suyos, son oídos y tenidos en cuenta por el Dios que liberta de la muerte y trae vida e inmortalidad por el evangelio. Y la esperanza no desilusiona, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que nos fue dado (Romanos 5:5).

         Padre de gloria y consolación, somos tus presos, por tanto, en ti esperamos el día de la liberación y restauración. Amén.

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