HOMBRES DE VERDAD (15) – Inspiración de las Escrituras

Hombres de verdadHOMBRES DE VERDAD – Cree en la inspiración de las Escrituras

Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, equipado para toda buena obra (2 Tim.3:16, 17).

El hombre de verdad cree en la inspiración de las Escrituras. En esto también sigue al Maestro. Jesús creía que la ley de Moisés, los profetas y los Salmos hablaban de él por revelación divina (Lucas 24:44). Lo expuso abiertamente a los dos discípulos de Emaús, abriéndoles el entendimiento para que comprendiesen, y lo hizo de tal forma que su corazón ardía dentro de ellos cuando le escuchaban (Lucas 24:25-27,32). Jesús hablaba con autoridad la palabra de Dios. Usó las Escrituras para resistir al diablo cuando le tentó. Era un gran conocedor de las Escrituras hebreas.

Los apóstoles también creían en la inspiración de la palabra de Dios. El apóstol Pedro escribió: «Y así tenemos la palabra profética más segura, a  la cual hacéis bien en prestar atención como a una lámpara que brilla en el lugar oscuro, hasta que el día despunte y el lucero de la mañana aparezca en vuestros corazones. Pero ante todo sabed esto, que ninguna profecía de la Escritura es asunto de interpretación personal, pues ninguna profecía fue dada jamás por un acto de voluntad humana, sino que hombres inspirados por el Espíritu Santo hablaron de parte de Dios» (2 Pedro 1:19-21).

Pablo escribió que el evangelio estaba oculto desde tiempos eternos, «pero que ahora ha sido manifestado, y por las Escrituras de los profetas, conforme al mandamiento del Dios eterno, se ha dado a conocer a todas las naciones» (Romanos 16:25-26). Además dijo a los corintios que debían aprender en ellos, los apóstoles, a «no sobrepasar lo que está escrito» (1 Corintios 4:6). Y a los tesalonicenses que «cuando recibisteis la palabra de Dios, que oísteis de nosotros, la aceptasteis no como la palabra de hombres, sino como lo que realmente es, la palabra de Dios, la cual también hace su obra en vosotros los que creéis» (1 Tesalonicenses 2:13).

Le debemos al pueblo de Israel este gran tesoro que nos ha legado de parte de Dios. «¿Qué ventaja tiene, pues, el judío?… Mucho, en todas maneras. Primero, ciertamente, que les ha sido confiada a la palabra de Dios» (Romanos 3:1,2 RV60).  El hombre de Dios no se ciñe al liberalismo revisionista sino que mantiene el buen depósito que le ha sido dado. No traiciona la verdad revelada en las Escrituras sino que guarda con fidelidad lo que le ha sido encomendado.

El hombre de verdad acepta la inspiración de las Escrituras como la aceptaron los apóstoles y el mismo Jesús.

http://www.dci.org.uk/zipped/LA%20INSPIRACION%20Y%20AUTORIDAD%20DE%20LAS%20ESCRITURAS.pdf

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